El 4 de septiembre en Argentina se conmemora el Día de la Industria a honor al obispo Fray Francisco de Vitoria, quien entre otras cosas fue el primer comerciante de esclavos en anclar en el Río de la Plata en 1587.
No es casual que sectores como la Unión Industrial Argentina (UIA) celebre este tipo de personajes, ya que muchos pertenecen a las mismas familias que fueron los principales dueños de esclavos en la historia argentina y quienes más se resistieron a la abolición de la esclavitud.
¿Una esclavitud más buena que la anglosajona?
En la Argentina hay una cantidad de historiadores que señalan y hacen culto a la existencia del amo “bueno” y que los esclavos tenían derechos.
Así lo señala un ejemplo que reproduce el Ministerio de Cultura de la Nación: “un africano perteneciente a Martín de Álzaga (uno de los mayores propietarios de esclavos en la antigua Buenos Aires), distinguido por el Primer Triunvirato por denunciar la conspiración organizada por los españoles contra el gobierno. Tal gesto le valió la libertad. Luego de desarticular la conjura, Ventura fue declarado libre, se le pagó el sueldo de un soldado y desde entonces se le dejó usar el uniforme del Regimiento N° 2 con un sable para defensa propia. Además, se le otorgó una medalla de plata repujada, con una frase grabada: Por fiel a la Patria”. Esa condecoración se exhibe en el Museo del Cabildo.
Estos ejemplos aislados que toma el Gobierno no tienen nada que ver con la realidad que vivió el conjunto de los esclavos en la Argentina. Hay registros del traslado permanente entre los depósitos (San Telmo, La Boca, Retiro) donde los hacinaban, por denuncias de los vecinos sobre la aparición de negros muertos en las calles.
Es así como llegaban los esclavos a nuestro país, para después ser vendidos a las familias que hasta hoy en día son consideradas tradicionales, como los Martínez de Hoz, los Álzaga y los Marcó del Pont.
Estas familias utilizaban a los esclavos para diferentes tareas como las domésticas, confección de vestimenta, labores agrícolas, producción de artesanías y preparación de alimentos conservados. Por si fuera poco, los esclavos también tenían el deber de tributar a sus amos, para lo cual debían buscar otro trabajo y así pagarle a sus dueños. Demás está decir que si no tributaban pasaban por grandes castigos, entre ellos la cárcel.
De ahí sale el mito histórico de que en la Argentina existía una esclavitud más “humana” ya que los esclavos podían trabajar de lo que querían y juntar dinero (después de pagar al amo) para comprar su libertad.
Libertad de vientre no es igual a abolición
La Asamblea de 1813 dispuso una serie de reformas muy progresivas para el país como eliminar el título de nobleza, crear la moneda nacional, etc. También suele señalarse la abolición de la esclavitud en el país, cosa que no fue así. La Asamblea declaró la “Libertad de Vientres”, lo cual significaba que todos los hijos de esclavos nacidos con posterioridad al 31 de enero de ese año era liberto (liberado). También declaró que todos los esclavos que ingresaran a territorio ríoplatense proveniente de otro estado serían libres.
Estas dos reformas generaron nuevas maniobras por parte de la burguesía de la época, por las cuales muchos recién nacidos empezaron a ser registrados como nacidos antes del 31 de enero (para evitar que figurasen como libertos); quienes sí eran registrados libertos, seguían siendo esclavos hasta su mayoría de edad y su única posibilidad de subsistir era integrándose al ejército.
En 1814 la Asamblea retrocedió con los beneficios de la libertad a los esclavos que arribaran como parte del servicio de algún particular y también a los fugados. Retroceso debido a la reacción portuguesa en Brasil, donde el peso de la esclavitud era incomparablemente mayor y cuyos esclavos podrían lograr la libertad al fugarse hacia la Mesopotamia o la Banda Oriental.
Al mismo tiempo se otorgaba una infinidad de permisos de ingreso de esclavos como “pertenencias” de los viajeros. Esos permisos recién fueron prohibidos en 1824. Pero el gobierno de Rosas dio marcha atrás en 1831 al suprimir esa limitación, cuyo efecto inmediato fue una numerosa introducción de esclavos para su venta bajo la supuesta condición de ser parte del servicio de un particular.
La abolición de la esclavitud
Fue recién en la Constitución del 1 de mayo de 1853 en su artículo 15 que decía lo siguiente: «En la Nación Argentina no hay esclavos: los pocos que hoy existen quedan libres desde la jura de esta Constitución, y una ley especial reglará las indemnizaciones a que dé lugar esta declaración”.
La burguesía argentina, al igual que la de muchos países le debe parte de su desarrollo a la explotación y opresión de las personas negras. Una deuda que va a ser cobrada con la clase obrera a la cabeza y todos los oprimidos del mundo.