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La caída de Blaise Campaoré es una gran victoria de las masas

Revolución en Burkina Faso. ¡Fuera los militares del poder!

Ante el anuncio del presidente Blaise Campaoré de modificar la Constitución para volver a presentarse a las elecciones del próximo año las masas burkinesas salieron a las calles indignadas.
Decenas de miles de personas se manifestaron desde el pasado martes 28 de octubre levantaron barricadas y asaltando el parlamento. La revolución prendió en la capital Uagadugú, así como en las principales ciudades del país. Tras un intento por mantener el poder reprimiendo a los manifestantes y decretando el Estado de Sitio, Blaise Campaoré ha tenido que renunciar.

Vacío de poder y el papel del ejército

El jefe del Estado Mayor de las fuerza Armadas, el general Honoré Traoré anunció que asumía el poder, disolvía el parlamento, y que iniciaría una transición democrática a un año vista. Las masas siguen movilizándose pues ven en el general Traoré una continuación del régimen.
Unas horas después el Teniente Coronel Zida se proclamaba también presidente. Lo hacía tratando de diferenciarse del anterior presidente (Zida era el número dos de su guardia personal) y proclamando ser parte del pueblo y de los mártires que se levantaron contra su jefe.
El ejército parece que finalmente ha respaldado a este último; sin embargo la oposición civil llamó a manifestarse contra el poder del Ejército y nuevamente decenas de miles de manifestantes salieron a las calles exigiendo que se marche también Zida.
El gobierno de Campaoré al servicio de Francia y el imperialismo y para la pobreza del país
Blaise Campaoré llevaba 27 años en el poder después de dar un golpe de Estado contra el que había sido su amigo, el conocido como el Che Guevara africano, Thomas Sankara, que fue asesinado.
En los últimos años los indicadores económicos exponen un crecimiento incluso del 9% anual (6,5% en el 2013). Este crecimiento se ha dado por el desarrollo de la minería del oro, que ya supone un 20% del PIB y del cultivo del algodón. Sin embargo, este crecimiento no ha llegado a la población, Burkina Faso tiene 17,5 millones de habitantes y es uno de los países más pobres del mundo (el 181 sobre 187). 3 millones de burkineses son emigrantes en la vecina Costa de Marfil. La alfabetización no llega al 30%. Esta situación tiene una relación directa con la política del depuesto presidente Blaise Campaoré.
Blaise Campaoré tomó el poder en 1987 con el apoyo de Francia y revirtió todas las medidas del gobierno de Sankara. Dio marcha atrás a la estatización de las tierras que volvieron a manos de los terratenientes. Se convirtió en un fiel discípulo de las políticas del FMI y de los préstamos del Banco Mundial. Abrió de nuevo el país a las tropas francesas que desde entonces tienen en Burkina Faso una base privilegiada para el control de la región. Así como a EEUU que en base a la creación del AFRICOM (comando África estadounidense), se ha instalado en Burkina Faso. La presencia militar francesa y estadounidense con sus socios europeos en este país como en los vecinos (Senegal) le has servido para la invasión de Mali y para afianzar el control sobre los recursos naturales de estos países.
Blaise Campaoré entregó las explotaciones mineras a empresas canadienses, australianas, sudafricanas y de EEUU y Rusia. La extracción de oro ha situado a Burkina Faso como el quinto exportador africano de este preciado mineral. Las 32 toneladas de oro anuales que exporta solo le producen al país 287 millones de euros en impuestos y solo unos 5.000 puestos de trabajo. Las explotaciones mineras se realizan con verdaderos genocidios medioambientales que han provocado tremendas contaminaciones y muertes de personas y animales.
El otro gran negocio de las multinacionales en Burkina Faso es el del algodón. La multinacional Monsanto es la que firmó un acuerdo con el gobierno para introducir el cultivo de algodón transgénico. Tres empresas controlan todo el territorio agrícola e imponen a los agricultores la compra de este algodón.

La Primavera Negra ha logrado un gran triunfo

La noticia de que Campaoré ya no seguía en el poder llenó de jubilo a las decenas de miles de manifestantes. Pero no ha sido suficiente para que regresaran a sus casas. El general Traoré pretende mantener el poder en manos del Ejército. Aunque en uno de los últimos mensajes del ex presidente Campaoré este planteó unas elecciones en 3 meses el general Traoré no lo ha asumido y habla de una transición a un año vista. Está por ver si consigue mantener el poder o será barrido también por la movilización popular.
Las movilizaciones prendieron por el anuncio de la pretensión de Campaoré de perpetuarse en el poder. Esta reivindicación democrática estalla por la miseria en la que se encuentra el país. Por la sujeción que tiene del imperialismo. El Estado burkinés, del cual es su garante el ejército, está al servicio de los intereses de las potencias imperialistas y de sus multinacionales. Sin embargo, portavoces de la oposición, aunque siguen llamando a la movilización, plantean que el ejército debe ser parte de la transición política. Hay división en el ejército sobre quién debe dirigir el país, Traoré o Kouame Lugué, un ex general retirado que es apoyado por sectores de la oposición.
La revolución que se inició en el norte de África, con Túnez, Egipto y Libia, ha llegado al corazón del continente. Es importante que las masas africanas observen ejemplos como el de Egipto, dónde el régimen consiguió sobrevivir gracias al Ejército, que ha seguido en el poder y ha mantenido a su país como aliado de EEUU.

África se enciende

Hace 2 años caía también producto de las movilizaciones el presidente de Senegal. Pero el nuevo gobierno de Macky Sall continuó al servicio del imperialismo y de sus tratados internacionales. De hecho volvió a postrar a Senegal a la antigua metrópoli francesa.
En Sudáfrica la clase obrera está mostrando su fuerza con huelgas históricas y levantando la necesidad de construir una herramienta independiente para lograr sus fines.
La revolución burkinesa por su parte enfrenta a un régimen producto de un golpe de Estado y ataca a las instituciones que lo refrendaban, como el Parlamento, y señala que no quiere al Jefe de la Fuerzas Armadas en el poder.

Romper con el imperialismo, por la Unidad Africana

Acabar con los presidentes y sus camarillas, que se han perpetuado en los gobiernos de sus países durante décadas, protegido y alentados por las potencias coloniales, es el primer paso para poder lograr una verdadera independencia.
Y el pueblo de Burkina Faso así como el del resto de África no parte de cero. Hace pocas décadas que lucharon por la independencia y en estos años han vivido importantes procesos revolucionarios. Recuperar el legado, con sus aciertos y sus errores, de los grandes dirigentes africanos como Lumumba, Amilcar Cabral o Thomas Sankara, será fundamental para construir los partidos revolucionarios que las masas precisan para acabar con las cadenas de sus pueblos.
Para salir de la pobreza los países africanos necesitan romper con el imperialismo y sus tratados. Hay que expulsar a las tropas imperialistas y hacer un frente común para no pagar la deuda externa que es el mecanismo por el cual les imponen las políticas neoliberales a sus gobiernos. Los países africanos necesitan recuperar sus riquezas y ponerlas al servicio de sus pueblos y no para seguir lucrando al puñado de multinacionales que las explotan.
Los soldados burkineses tendrán que enfrentar un dilema: o seguir las órdenes de los generales que quieren mantener Burkina Faso postrado, aunque con una nueva cara en la presidencia, o negarse a reprimir al pueblo y los trabajadores, que son los que tiene que gobernar. Es el pueblo el que tiene que definir como se gobierna y al servicio de quien.
Las masas burkinesas siguen luchando y están mostrando su determinación a no aceptar nuevas dictaduras militares.