Este viernes 6 de marzo, el espacio Basta de Asesinatos Laborales presentó su segundo informe anual; en el que se anunció que más de 500 trabajadores murieron en su puesto de trabajo en 2019: una cifra espantosamente alta, que demuestra lo extendido que está el desprecio por la vida obrera, entre patronales tan codiciosas como impunes.
Las cifras son terribles: entre la presentación del informe anterior y este, el número promedio de víctimas es equivalente a alrededor de la totalidad de soldados argentinos caídos en Malvinas. Es decir, la clase trabajadora argentina pierde una guerra de Malvinas por año ante la avaricia patronal. Y eso, pese a que el informe de Basta de Asesinatos Laborales no logra abarcar la totalidad de casos, ya que una parte muy importante de los trabajadores, al estar “en negro”, virtualmente no existen en las estadísticas. Y de que la SRT (el organismo que debería regular a las ART) no tiene en consideración las llamadas “enfermedades profesionales”, que seguramente duplicarían los números publicados.
Pese a las cifras, el informe no tuvo más que una leve repercusión mediática, demostrando que las grandes corporaciones de prensa no se conmueven demasiado por los obreros muertos: por el contrario, ayudan a que se acepte como natural el hecho de morir tratando de ganarse la vida, de que haya gente que muera para que otros se enriquezcan.
No son accidentes: son asesinatos
No es un secreto para nadie que para las patronales, los trabajadores somos descartables. Se nos fuerza siempre a rendir al máximo; y cuando el cuerpo pasa factura por este ritmo de trabajo, las empresas y sus médicos tratan de restar importancia a cualquier convalecencia. O bien, nos dan elementos de protección personal ineficientes e inadecuados para las tareas; y en caso de accidentes nos hacen responsables. Y para las trabajadoras, a esto se le suma el desprecio y la discriminación hacia su género.
De ese modo, las patronales se desentienden de las muertes obreras tratandolas como “accidentes fatales”, y dejando que se encarguen sus abogados. En este punto, tampoco ayuda mucho la política de los principales sindicatos: pelear en los juzgados una indemnización, a lo mucho parar la empresa u obra si la indignación de los compañeros del fallecido los presiona; pero de ninguna manera señalar que los patrones nos están matando para asegurarse sus ganancias, y que hay que enfrentarlos.
Que la codicia patronal no nos arrebate más compañeros
Desde el 9 de septiembre de 2016 (fecha en que ocurrieron múltiples casos de asesinatos labores), han surgido diferentes luchas exigiendo justicia por diferentes víctimas de la codicia patronal. La mayoría de ellas, impulsadas por familiares y amigos de los fallecidos, muchas veces con el apoyo de los compañeros “a escondidas”; lo que demuestra el autoritarismo mafioso e impune de la patronal.
Todas estas luchas deben ser apoyadas; pero sobre todas las cosas hay que hacer el máximo esfuerzo por unirlas y coordinarlas en una gran lucha nacional, en un movimiento lo suficientemente grande como para poder proteger de la persecución patronal a los compañeros de los fallecidos; y sobre todo, como para obligar a los dirigentes sindicales a dejar de mirar para otro lado ante este asunto, y movilizar a la clase trabajadora contra los asesinatos laborales; con paros y plan de lucha para pelear para denunciar las prácticas asesinas de las patronales codiciosas, para proteger la salud y la vida de los trabajadores, y para arrancarle justicia al estado; obligando a las patronales asesinas a rendir cuentas por los compañeros muertos.