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La construcción de la IV internacional continúa

El 21 de agosto de 1940, León Trotsky moría tras haber sido atacado por un matón de Stalin. Con ese crimen se intentó detener la posibilidad de poner en pie una alternativa revolucionaria internacional, al eliminar a uno de los mayores dirigentes revolucionarios de la historia.  

La lucha contra el zarismo

León Trotsky nació como Lev Davidovich Bronstein en 1879 en una familia de granjeros judíos en la Ucrania sometida al imperio ruso de los zares, quienes oprimían y saqueaban con brutalidad al pueblo trabajador y a las naciones dependientes. Una tiranía que se complementaba con el dominio económico de un empresariado rapaz, que exprimía a los obreros sin generar progreso; causando miseria, descontento y lucha.
A esas luchas se unió León Trotsky, quien desde joven comenzó a divulgar entre los obreros las ideas y teorías marxistas que toda su vida estudió y desarrolló. Eso le costó el destierro en Siberia, de donde Trotsky escapó dos veces. La segunda de ellas, luego del fracaso de la revolución de 1905, en la que fue un destacado dirigente.
Entre medio, ya convertido en un destacado líder y propagador del marxismo, conoció a Lenin, con quien tuvo una relación política de idas y vueltas hasta que se unieron definitivamente para la gran hazaña obrera de la historia mundial: la Revolución de Octubre de 1917.

La clase obrera en el poder

En febrero del ’17, una gran revolución obrera detonada por las consecuencias de hambre y miseria provocada por la I Guerra Mundial, terminó echando al Zar. Pero por falta de dirección revolucionaria, la burguesía liberal se apropió del poder.
Lenin y Trotsky llamaron a los trabajadores a tomar el control del país, echando al nuevo gobierno y dándole el poder del estado a los soviets, organismos que los propios trabajadores organizaban y controlaban a través de asambleas; para terminar con la guerra y el hambre, quitándole a los empresarios el control de la economía. Y así, comenzar a expandir la revolución por todo el mundo, hasta acabar con la explotación y el saqueo que sufre la mayoría de la humanidad.
Logrado el gobierno de los soviets, estalló la guerra civil con los sectores que querían devolver el país al dominio patronal, por lo que Trotsky creó el Ejército Rojo, la organización militar de y para los trabajadores, que derrotó a las tropas de 14 países.
Pero el fracaso de la revolución en Europa y el aislamiento que eso significó para el nuevo estado obrero revolucionario -cabe agregar también la muerte de Lenín- hizo nacer a una casta de administradores que se quedó con el poder y lo usó para conseguir privilegios. Esta camarilla-la burocracia de Stalin- fue matando la democracia de los soviets, cambiándola por manejos dictatoriales; y con el tiempo llegó a pactar con el imperialismo, abandonando la lucha por la revolución mundial, creando una teoría que decía que el socialismo podía construirse en un solo país, haciendo de los Partidos Comunistas traidores a las luchas obreras en todo el planeta.

La pelea contra Stalin y la fundación de la Cuarta Internacional

Trotsky organizó junto a otros revolucionarios, la lucha para defender el carácter obrero, democrático e internacionalista de los soviets de los manejos de esa camarilla. Pero esa lucha fue respondida por Stalin con un terrible genocidio, que acabó con la generación de luchadores que construyeron el estado obrero y ganaron la guerra civil.
Viendo que la degeneración de la burocracia era irreversible, Trotsky se decidió a salvaguardar las enseñanzas de Marx, Engels y Lenin y la experiencia de la revolución rusa en un programa político y una organización revolucionaria a la altura de las necesidades de los trabajadores: el Programa de Transición y la Cuarta Internacional.

Un legado vigente

La saña de Stalin llevó al asesinato de todos los amigos y compañeros de Trotsky, y casi toda su familia; hasta que finalmente, el mismo Trotsky fue asesinado en México. La razón de tal saña era que Trotsky representaba el hilo rojo de continuidad con la gran tradición de octubre, la gran revolución que había dado a los obreros rusos el poder y la decisión democrática de sus destinos. Cortando ese hilo rojo, Stalin pensaba acabar con el peligro de la revolución obrera.
Pero se equivocaron. El Programa de Transición y la construcción de la Cuarta Internacional sobrevivieron a la muerte de Trotsky. Y las masas del Este Europeo derribaron la dictadura de esos burócratas transformados en empresarios acabando con esa pandilla de usurpadores que traicionó a la revolución.
El imperialismo quiso hacer creer que con la caída del estalinismo la lucha por el socialismo estaba terminada. Pero la realidad es la miseria creciente a la que nos somete a todos las trabajadores del mundo.
Hoy, sin esos traidores y sus gran aparato mundial, el sistema capitalista es sacudido por los embates revolucionarios de los explotados y oprimidos de todas partes.
Esto pone a la orden del día la lucha revolucionaria por un mundo socialista, lucha que necesita la dirección revolucionaria de la IV internacional, por la que Trotsky dio su vida; la que desde el PSTU y la LIT queremos construir junto a los trabajadores de todo el mundo.