Otro capítulo se suma al escándalo de lavado de dinero de Caló. Acusado de lavar dinero proveniente de coimas pagadas por prestadoras de servicios de la UOM, el dirigente metalúrgico contraatacó desprestigiando al “arrepentido” Córdoba (quien fuera sorprendido con 800 mil dólares en un Buquebús rumbo a Uruguay) y fue respaldado por dirigentes sindicales kirchneristas. Pero esto va más allá de ser un caso aislado de corrupción sindical, como tampoco lo fue el del dirigente bancario Zanola, preso por estafar a su gremio con medicamentos.
Sindicalistas millonarios representando a obreros cada vez más pobres
Caló se enriqueció en los años en que el salario del obrero metalúrgico iba perdiendo fuerza devorado por la inflación: los años del “modelo” K que precisamente Caló tanto defiende. Con lo cual la defensa de los salarios de los obreros, cada vez más pobres, quedó en manos de un millonario con un nivel de vida e incluso intereses similares a la patronal a la que supuestamente deben enfrentar, contradicción que se complementa dentro del sindicato con el uso de métodos dictatoriales como forma de conducir: anulación de toda democracia interna, paritarias a puertas cerrada y persecuciones y ataques a los activistas más luchadores. Esto se repite en casi todos los gremios, ejemplo de esto es caso del asesino Pedraza, jefe ferroviario preso por la muerte de Mariano Ferreyra.
La dependencia del Estado es la clave
Estos manejos (que hasta han llevado a políticos patronales a pedirles a sus lacayos sindicales un poco de “transparencia”) son característicos de un sindicalismo dependiente del Estado: los diferentes gobiernos le garantizaron a estos dirigentes el dominio absoluto de sus gremios (a través de leyes que les daban la exclusividad de la representación gremial de ramas de la industria, que establecían descuentos sindicales compulsivos a los trabajadores, etc) a cambio de la entrega permanente de nuestros derechos e intereses, la traición en cada paritaria, despidos en masa. Así surgieron los Caló, Moyano, Barrionuevo, Yasky, etc. Personajes que hicieron del control tiránico de los sindicatos un modo de vivir y enriquecerse: la llamada burocracia sindical.
Sin democracia obrera no habrá “transparencia”
Esa es la raíz de la corrupción: el Estado consigue aliados sindicales que le garanticen a las empresas sacar la mayor ganancia posible a los trabajadores ofreciéndoles la protección y ampliación de su dominio y privilegios en los gremios. Y esto seguirá mientras los trabajadores, desde abajo, no recuperemos nuestros sindicatos. Porque solo se acabará la corrupción cuando impongamos en nuestros gremios una total democracia para los trabajadores, para que sean ellos de conjunto los que controlen las organizaciones a través de asambleas resolutivas, haciendo de los sindicatos verdaderas herramientas para la lucha hasta el final por nuestros derechos, para plantarse frente a la patronal.
Y junto a eso, impulsar la construcción de una alternativa política de los trabajadores y el pueblo para enfrentar a los políticos patronales, jefes de los sindicalistas corruptos.