El “retiro espiritual” organizado por Mauricio Macri junto a su gabinete en Chapadmalal terminó en una conferencia plagada de desatinos y un gobierno acorralado por las denuncias contra sus funcionarios debido a las cuentas ocultas en diversos paraísos fiscales, precipitando la caída del subsecretario general de la presidencia.
El encuentro que pretendía mostrar un bloque gobernante unido luego de las internas del último periodo para relanzar el plan de gobierno y recuperar la iniciativa perdida luego de las inmensas movilizaciones de diciembre terminó en medio del fuego cruzado al interior de la alianza Cambiemos.
Así fue como vimos a la UCR y a la Coalición Cívica de Carrió pidiendo públicamente la renuncia del funcionario del PRO. El macrismo no tuvo otra que ceder para evitar una crisis aún mayor, y sólo así pudieron “sellar momentáneamente la paz y sacarse la foto con el presidente.
Macri quedó atrapado en la “Isla de Gilligan”
Valentín Díaz Gilligan tuvo que renunciar a su cargo luego de las revelaciones sobre el ocultamiento de más de un millón de dólares en la Banca Privada de Andorra, un paraíso fiscal (para evadir impuestos) ubicado entre Francia y España. Pese a que el funcionario intentó “defenderse” aduciendo que su compañía Line Action solo actuó como testaferro del empresario uruguayo ligado al mundo futbolístico “Paco” Casal, lo cierto es que un hombre de la presidencia cayó a tan solo 48 horas después de que se lo hubiera respaldado.
Ese fue el costo para salvar al ministro de Finanzas, Luis Caputo, acusado de tener otras cuentas offshores en las islas Caiman (fondo Noctua) y hacer negociados con los bonos de la deuda a 100 años que el mismo ejecutó. El gobierno lo “borró” de las fotos de la comitiva como antes lo había hecho con Triaca obligándolo a vacacionar.
Sin embargo, la crisis se hizo evidente. Ni siquiera el blindaje mediático puede esquivar las críticas a un gobierno que se vendió como el mejor equipo de los últimos 50 años y que no pasa semana sin que aparezca algún funcionario implicado en denuncias por fuga de capitales, evasión de impuestos, o casos de corrupción.
La editorial del ultra oficialista Joaquín Morales Solá en La Nación fue contundente: “…el propio Presidente; el jefe de Gabinete, Marcos Peña, y el secretario general de la Presidencia, Fernando de Andreis, gastaron el fin de semana en una defensa inútil de Díaz Gilligan. Chapadmalal fue el escenario que el macrismo eligió para dar por iniciado el año político, pero en todas las conferencias de prensa que hizo durante ese encuentro debió referirse a Díaz Gilligan, a Andorra y a cuentas offshore. Perdieron el tiempo y, sobre todo, la oportunidad.”
Para colmo, la UCR sumó un nuevo problema. Gil Lavedra, el juez del juicio a las juntas e histórico referente en justicia del radicalismo salió durísimo contra las declaraciones de Macri apoyando al asesino de Chocobar y su doctrina de mano dura y gatillo fácil.
Nada nuevo en el horizonte
Tal cual viene sucediendo, el gobierno dio muestras de que su plan de guerra contra los trabajadores va a profundizarse.
Sin ponerse colorado Macri volvió a declarar que el país está creciendo y la inflación está bajando, justo en el mes en que todo ha aumentado: las tarifas, el combustible, el transporte, las prepagas, los peajes, etc.. y hay conflictos por todos lados debido a los despidos que no paran de multiplicarse.
Otro desatino fue la “explicación” sobre lo sucedido con el ARA San Juan, motivo de burla en todos los medios locales e internacionales: “el mar es inmenso, el submarino es pequeño” fue su brillante reflexión.
Pero ya nada es como antes. Los retiros con impronta empresarial PRO ya no convencen demasiado y las dudas sobre su futuro crece (ver más en la nota siguiente).
Por eso no han faltado quienes apelando al humor popular señalaron que el presidente y su gabinete por sus acciones parecieran haber quedado atrapados en “la isla de Gilligan”, en alusión a aquella famosa serie de los años 60 que mostraba la vida de unos náufragos totalmente desconectados de la realidad.
La serie estuvo 3 años en el aire, no tuvo final y los protagonistas nunca pudieron salir de allí. Será tarea de los trabajadores construir un final distinto: que esta vez puedan irse… en helicóptero.