La ministra de seguridad anunció un acuerdo con la agencia antidrogas norteamericana (la DEA), para la instalación de un grupo de intervención de esa fuerza en la provincia del nordeste, con la excusa de “colaborar y capacitar a las fuerzas locales en la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo”, complementando un destacamento similar estacionado en Salta, y la capacitación de agentes de la Policía Federal por parte del FBI.
De este modo, la maquinaria de inteligencia norteamericana se acerca a su anhelado objetivo de tener presencia permanente en la Triple Frontera, objetivo compartido por el gobierno de Cambiemos, y manifestado por el Secretario de Seguridad Gerardo Milman a la agencia Télam, al celebrar la colaboración entre el gobierno y las fuerzas de seguridad yanqui, y sostener que espera que otras agencias de inteligencia norteamericanas sigan el camino de la DEA de establecerse en el norte de nuestro país (1).
Entregando la soberanía, facilitando la represión
Este es otro episodio más de la entrega de la soberanía nacional por parte de Cambiemos; en especial en el área de defensa y seguridad, donde con la excusa de preparar la cumbre del G-20, se viene permitiendo el transito e incluso la permanencia de contingentes armados de los EE.UU. y otros países, mientras que se desmantelan las áreas de defensa (lo del ARA San Juan es el episodio más trágico de ese desmantelamiento) al tiempo que se adquiere material bélico obsoleto a precios altísimos. Entregando la capacitación de las fuerzas de seguridad y la coordinación de las actividades a una fuerza de seguridad yanqui, esta política de entrega da un salto cualitativo, y el imperialismo norteamericano logra revalidar su poder instalando una presencia permanente en una región en la hasta ahora solo había podido hacerlo esporádicamente.
Pero el caso de la DEA tiene otra particularidad. El gobierno ha venido haciendo gala de una política de “mano dura” contra el narcotráfico, política que durante décadas los sucesivos gobiernos norteamericanos han enarbolado y exigido a sus gobiernos lacayos en Latinoamérica, y que a la fecha ha demostrado ser un rotundo fracaso en cuanto al pretendido objetivo, pero que ha sido útil para reprimir a los movimientos populares -particularmente campesinos- de los países andinos, México y de Centroamérica. No sería de extrañar que la DEA coordine las políticas represivas contra los sectores populares del medio rural paraguayo, brasilero y de las provincias del norte.
¡Fuera la DEA! ¡Fuera yanquis de Argentina y América Latina!
La avanzada de la DEA es una doble amenaza para los trabajadores y el pueblo: por un lado, es un paso más de regreso al status colonial de nuestro país; y por otro, es un aval a la política cada día más represiva del gobierno macrista ¡No debemos permitir que se instale!
Es necesario que todas las organizaciones políticas, sindicales, sociales y de DD.HH. se pronuncien y se movilicen contra la presencia de la DEA en Misiones, y en contra de todas las forma en que el imperialismo domina a nuestro país. Nada bueno puede venir para los trabajadores de la mano de los yanquis, por eso es que no hay salida verdadera sin encarar una Segunda y Definitiva Independencia, como hicieron los San Martín y los Moreno en principios del 1800, con una revolución pero esta vez encabezada por la clase obrera.