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LA INSEGURIDAD, EL JUBILADO Y EL LADRÓN MUERTO

¿Legítima defensa o asesinato? ¿”Mano dura” o “garantismo”? Pura hipocresía y política barata. Los trabajadores necesitamos organizarnos en comités para defender nuestras familias y barrios, mientras combatimos la verdadera raíz del delito: el sistema capitalista y sus instituciones injustas y corruptas.
El 23 de julio en Quilmes, 5 personas ingresan en la casa de un jubilado de 71 años para robarle, lo golpean y amenazan. La víctima se defiende con un arma y los pone en fuga. Uno de ellos, herido, cae a 60 metros de la casa. El jubilado lo persigue, lo patea en el piso, y lo asesina a sangre fría, cuando ya no representaba ninguna amenaza.
Esta situación abrió un debate en toda la sociedad. Toda la derecha política, junto a los responsables del gobierno se posicionan en defensa del jubilado, calificando su accionar de “legítima defensa”. Los medios inician una campaña sobre la “curva del delito”, que junto a la pandemia y la crisis económica serían los tres factores de la catástrofe actual. Un sector de la alianza de gobierno, con criterios “garantistas”, por el contrario acusa de asesinato al jubilado. Ninguno va a la raíz de la cuestión.
Berni, Ministro de Seguridad de la provincia, con el aval del gobernador y la vicepresidenta, utiliza el hecho para continuar con su campaña política, presentándose como “Rambo” y defendiendo la “mano dura”. Y coincide con Patricia Bullrich, representante de la oposición macrista.
Muchos trabajadores, cansados de la inseguridad (que esos mismos políticos son incapaces de resolver) se hacen eco de la política de “mano dura”.

Nuestra posición ante el hecho
Apoyamos el derecho a defenderse y defender a su familia de alguien a quien le entran a la casa en una acción cuyas consecuencias pueden ser fatales. No hay alternativa. Con lo que se tenga a mano.
Pero no defendemos el hecho de que, una vez en fuga, superado el peligro, se persiga, patee y remate en el piso a una persona herida, incapaz de moverse, a sangre fría. Se puede argumentar que se trataba de delincuentes, que eran de la barra brava de Quilmes (todas actividades que repudiamos). Pero si aceptamos esto, aceptamos el fusilamiento a quemarropa de cualquier pibe que intente robar una bicicleta, o que esté en una esquina con actitudes “sospechosas”. Aceptamos la “doctrina Chocobar”. Y no corresponde. Eso es un asesinato.

Ni “mano dura” ni “blanda”
Ambas posiciones son hipócritas, y ya han demostrado que no sirven para frenar el delito. Es un debate tan viejo como la humanidad. Tanto países bajo dictadura con “mano dura” absoluta como países con las mayores garantías para los que delinquen, presentan cifras de delito crecientes.
Defender la “mano dura” de parte del Estado y personajes como Berni o Bullrich, ejercida por esta policía y esta justicia, es un suicidio. Pedir más policía lleva a aceptar la militarización de los barrios, la presencia de agentes armados del capital controlando toda la vida social y cortando las libertades democráticas. Es lo que está ocurriendo. Reunidos Berni y Frederic Ministra de la Nación, pelean entre ellos, pero se ponen de acuerdo en saturar las calles del Gran Buenos Aires de efectivos, que reprimirán en los barrios obreros a nuestros pibes, y controlarán todo lo que pasa, al servicio de defender los barrios residenciales y los countryes. Peor el remedio que la enfermedad.
Los trabajadores no podemos apoyar esta propuesta ni a Berni. La “mano dura” pone en peligro a los pibes de los barrios, a nuestros propios hijos, y jamás va dirigida contra los capos mafiosos, arreglados con la policía, los jueces e intendentes, ni contra los políticos corruptos que venden el país.
Tampoco el “garantismo” ni su pacifismo hipócrita resuelve la cuestión. Ya fue demostrado.
El derecho y la necesidad de defendernos
Estamos a favor de que los trabajadores puedan tener armas en su poder, para defenderse. Es un derecho y una necesidad, y debe legalizarse. Los garantistas y pacifistas dicen que el pueblo no debe tener armas. Eso equivale a aceptar que todos debemos estar indefensos ante la delincuencia –que sí las tiene- y, sobre todo, ante el monopolio legal del armamento por parte de las Fuerzas Armadas y de Seguridad, fuerzas que han demostrado (dictadura, gatillo fácil, represión a las luchas) cuál es el sentido de ese monopolio: defender la propiedad privada de los capitalistas, fusilar a los Santiago Maldonado, Rafael Nahuel, posiblemente Facundo Castro.
Estamos a favor de la organización obrera y popular para la defensa. Ese derecho solo puede ser ejercido en las calles de forma colectiva, por los trabajadores. No podemos aceptar “justicieros” ni “escuadrones de la muerte” pagados por los comerciantes. Solo los trabajadores, de forma colectiva, tenemos la capacidad de definir a quién reprimir y cómo aplicar la “mano dura” que necesitamos: las de la clase obrera. Promovemos que –como ya ocurre en muchos barrios- los propios trabajadores y trabajadoras formen comités para defenderse –y para resolver las diferentes necesidades, como la comida o la lucha por los problemas del barrio-. Esos comités pueden organizar guardias, sin depender de la policía, para vigilar y controlar lo que pasa. Deben tener los recursos para repeler todo acto criminal, expulsar a los delincuentes y violadores, enfrentar la violencia contra las mujeres, derecho a portar armas mientras cumplen su cometido. Esos comités –como también pasa en algunos barrios- pueden identificar y desmantelar “bunkers” de venta de droga, expulsar del barrio a las mafias, y también oponerse a la violencia policial, poniendo freno a sus abusos. Y no tenemos que pedir permiso a nadie para formar estos comités.
Estamos a favor de la “justicia por mano propia”, cuando es ejercida por las madres de los chicos destruídos por el paco, que prenden fuego una casa donde lo venden. O de la violencia contra los criminales que vienen a reclutar pibes para el robo, incluso cuando se trata de criminales de uniforme. Violencia que se debe asentar en la asamblea del barrio, en la democracia directa de los trabajadores. Es decir, en la clase obrera y el pueblo movilizados.
No nos engañamos. Eso no resuelve la inseguridad, ni terminará con el delito. Pero será la única forma de defendernos y defender nuestras familias.

¿Hay una salida definitiva frente a la inseguridad?
El capitalismo está agravando todas las inseguridades. El mundo está en la peor crisis económica en un siglo. Esa situación empuja a la marginalidad a cientos de millones de personas. En ese caldo, cuando a veces no hay forma de conseguir para comer ni trabajo, muchos jóvenes se ven empujados al delito, a la venta de drogas. Eso es aprovechado tanto por los profesionales de crimen y sus organizaciones mafiosas, como por las policías y justicia corrupta (como las de Argentina) para sus negociados.
Es reflejo y resultado de un sistema, el capitalista, que agrava todas las desigualdades, lleva al hambre y desocupación. Que castiga a los ladrones de gallinas, persigue a los luchadores, como Sebastián Romero, como si fueran terroristas, pero a la vez deja en libertad a los políticos como Macri o Menem, jueces y empresarios como Vicentín, responsables de la muerte masiva por hambre, falta de salud y servicios básicos a gran parte de la población mundial. Y que no termina de juzgar a los genocidas de la dictadura. Un sistema de impunidad para los ricos y sus sirvientes, uniformados o no.
La única salida de fondo para la inseguridad, es acabar con ese sistema corrupto, imponiendo otro gobierno, de los trabajadores, y otro sistema, el socialismo, que garantice las necesidades de toda la población, y donde todos tengan trabajo, nadie pueda vivir de “arriba”, ingresos que permitan una vida digna, educación y salud.
Y acabar a la vez con las cárceles capitalistas (llenas de pobres, de negros en EEUU y Brasil, de pueblos originarios en Perú, Bolivia o Ecuador), que son escuelas del crimen.
En un sistema así, los delincuentes por “vocación” serían una ínfima minoría, fácilmente detectables y sacados de circulación por una sociedad que no tendría necesidades insastifechas.
Es la única posibilidad de terminar con el delito o reducirlo a su mínima expresión. Mientras tanto, necesitamos propuestas obreras para enfrentar el delito. Mientras preparamos la revolución que lleve a la clase obrera al poder.

25 de Julio de 2020.-