El 18 de abril de 2013 fueron declaradas “en disponibilidad” 600 empleadas de limpieza del Ministerio de Hacienda griego, que pasaron a cobrar a partir de ahí, el 75% de los 400 o 500 euros de su ya magro sueldo (1). La “disponibilidad” es un mecanismo utilizado por la coalición ND (Nueva Democracia) – Pasok, entonces gobernante, para cumplir en forma más o menos gradual con los despidos masivos de estatales, como parte de la privatización integral de empresas y servicios públicos, que exigía la Troika: BCE (Banco Central Europeo), UE (Unión Europea) y FMI.
En mayo de 2014 las limpiadoras fueron despedidas en forma definitiva. La mayoría de ellas tiene entre 40 y 60 años, cerca de la jubilación. Pero con un desempleo en Grecia del 26%, que en las mujeres trepa al 29,4 % (2), era imposible que consiguieran un trabajo que les permitiera llegar a la edad jubilatoria. Además las limpiadoras fueron echadas a la calle sin indemnización, sin seguro por desempleo, sin asistencia de salud y sin ningún tipo de protección para las numerosas jefas de hogar.
Los servicios de limpieza privatizados resultaron más caros para el estado que los públicos y los empleados, la mayoría mujeres, sufren una explotación brutal: trabajan sin contrato, son obligados a firmar formularios de renuncia en blanco, trabajan 6 horas y cobran por 3. Konstantina Kúneva (actual eurodiputada en el Parlamento Europeo, por Syriza), una trabajadora de origen búlgaro, perdió la vista de un ojo y sufrió daños en las cuerdas vocales al ser rociada en la cara con ácido en 2008 por su labor sindical en este sector.
Como en la limpieza se ocupan los sectores más humildes de la clase trabajadora y son mujeres, el gobierno pensó que serían un blanco fácil. Por el contrario, las limpiadoras, madres, esposas, viudas, divorciadas, se organizaron para desafiar desde el principio los planes del gobierno griego y de la Troika.
Durante meses y meses han protestado frente al Ministerio de Hacienda y en 2014, ante el despido definitivo, instalaron un campamento frente a él. Han apoyado y acompañado la pelea de otros trabajadores despedidos, han participado en las huelgas generales y más de una vez han sido golpeadas sin miramientos por las fuerzas antidisturbios.
Su protesta no es una más. La causa de las limpiadoras, representada por un puño cubierto con un guante de goma rosado, se ha convertido en un símbolo de la lucha por la defensa de los derechos de los trabajadores y el pueblo griegos.
Un país ahogado por la deuda y el FMI
Hasta hace dos décadas tener un empleo público en Grecia era como un seguro de vida, una vida modesta pero estable, un trabajo tranquilo aunque con poco sueldo.
Pero el fin de aquel “estado de bienestar” llegó abruptamente producto de la crisis mundial y los despidos no han cesado en los últimos cinco años.
La tremenda crisis política, social y económica que vive Grecia se agudiza año tras año porque sus gobiernos aplican los ajustes y recortes que pactan con la Troika, comandada por Angela Merkel y la banca internacional. En medio de la crisis económica capitalista mundial, abierta en 2007, la banca y las multinacionales quieren hacer pagar a los trabajadores esa crisis.
Grecia es el eslabón más débil de la cadena imperialista europea junto con España, Portugal e Italia. Desde hace años la Troika ataca con ajuste y más ajuste a los trabajadores y a la juventud griega. Con el argumento de dar “ayuda” los acreedores internacionales han inyectado miles de millones de dólares en Grecia a cambio de durísimos “planes de austeridad”, acordados a través de un Memorándum.
Grecia se convirtió en el mayor experimento de la Troika para convertir a Alemania y a los países centrales europeos en amos de los países imperialistas más débiles y de otros ya convertidos en semi colonias, en un campo de ensayo de la privatización total de los servicios y empresas públicas.
¿Quiénes pagan los ajustes y las privatizaciones?
El país, con 11 millones de habitantes ha perdido, desde 2009, un millón de empleos. En 2011 fueron violentamente despedidos 200.000 empleados estatales y la sangría del estado continúa hasta hoy. Las guarderías públicas se cerraron. También se cerraron o se redujeron drásticamente las plantas de hospitales, jardines de infantes, escuelas, se clausuraron las policías municipales y hasta la rentable televisión pública. Se cerraron un 30% de las empresas, el salario cayó en un 38% y las pensiones (jubilaciones) en un 45%. La deuda externa equivale hoy al 177% del PBI (Producto Bruto Interno) (3).
En el caso de las mujeres retrocedieron bruscamente los modestos avances obtenidos en las últimas décadas, situación aun peor para las mujeres de las numerosas minorías étnicas (turcas, rumanas, armenias, búlgaras, albanesas y macedonias), que sufren mayor discriminación y pobreza. El primer problema es la desocupación, ya que aproximadamente el 70% de los empleos públicos corresponden a mujeres; actualmente un tercio de la población femenina en condiciones de trabajar carece de empleo y en las menores de 25 años la cifra trepa al 54 %.
El cierre de guarderías, de centros de educación infantil y de hospitales transfirió las tareas de cuidado a los hogares, obligando a las mujeres a confinarse en la casa y a perder toda independencia económica o a sobrecargar su doble jornada. El tamaño de los recortes ejecutados equivale más o menos al 18 % del PBI.
Para las mujeres que tienen trabajo, el salario y las condiciones laborales empeoraron mucho. Las mujeres son convocadas a cubrir los “agujeros” que se abrieron en el estado de bienestar, explotadas en empleos de pésima calidad, con sus derechos cercenados. Se multiplicaron los abusos laborales, por ejemplo, los atropellos a los derechos de las trabajadoras embarazadas.
Mientras los índices de violencia aumentan, se redujeron los servicios para combatir la violencia contra las mujeres, se congelaron los fondos para refugios, de modo que muchas víctimas que buscan amparo son rechazadas por falta de espacio.
Hombres y mujeres mayores fueron afectados no solo por la caída de las pensiones sino también por el aumento de edad jubilatoria y la instauración de un impuesto a las pensiones (entre 3 y 9% según el monto) (4).
La crisis llevó al incremento del tráfico de personas y de la prostitución. Muchos niños se enfrentan a situaciones terribles, con padres que los abandonan debido a los crecientes niveles de pobreza y a la degradación social. Los niños pertenecientes a minorías étnicas o migrantes son las principales víctimas de abusos y de la trata con fines comerciales o sexuales (5).
“Si no despedimos a la gente, no nos dan el dinero”
El ex Ministro para la Reforma Administrativa Kyriakos Mitsotakis, al explicar la política de ND/Pasok, desnudaba el carácter del gobierno, sumiso con la Troika y cínicamente cruel con los trabajadores: «Hemos tenido que despedir, a finales de 2014, 15.000 empleados del sector público. Intentamos hacerlo de una manera tan justa y objetiva como nos fue posible «, decía.«También dejamos muy claro desde el principio que el establecimiento de objetivos cuantitativos para los despidos no es la mejor manera de acometer la reforma de la administración pública. Lamentablemente nos encontramos con una realidad muy dura -. Si no despedimos a la gente, no nos dan el dinero» (6).
Pero la clase trabajadora y la juventud han resistido este brutal ajuste. Han protagonizando 35 huelgas generales, huelgas parciales y movilizaciones de todo tipo. Así han obstaculizado los planes de la Troika y de sus gobiernos cómplices.
¿Por qué 35 huelgas generales no pudieron evitar la catástrofe social?
Durante 6 años, desde el comienzo de la crisis capitalista hasta el 27 de noviembre de 2014 hubo 35 huelgas generales convocadas por las dos centrales sindicales de trabajadores públicos y privados enfrentando los llamados “planes de austeridad”, la última huelga con participación de Syriza en la movilización. Pero el heroísmo de las limpiadoras del Ministerio de Hacienda, de miles de trabajadoras de la salud y de los servicios sociales y de docentes, del conjunto de los trabajadores, la juventud y el pueblo griegos, no lograron derrotar los planes de la Troika y de los gobiernos serviles a ella.
Con semejante grado de movilización, ¿no era posible organizar a la clase trabajadora para que asumiera el gobierno? ¿Estaban o no planteadas la nacionalización de la banca y del comercio exterior y otras medidas contra los intereses de los capitalistas imperialistas y griegos, como la expropiación de las grandes industrias y empresas, con control obrero? Esas medidas debían ser parte de un plan obrero de emergencia con el objeto central de garantizar la satisfacción de las necesidades más urgentes de todo el pueblo griego: alimentación, salud, educación, transporte, energía, etc. ¿No era posible, además, apelar a la solidaridad internacional, particularmente de los trabajadores europeos, para terminar con la trampa del euro y el tormento de la deuda externa?
Lamentablemente ésa no fue la política de las direcciones tradicionales. Tanto la GSEE (Confederación Nacional de Trabajadores Griegos), la ADEDY (Unión Nacional de Empleados Públicos), el PAME (el sindicato comunista Fuerza Militante de los Trabajadores), como el poderoso partido comunista griego, el KKE con gran peso en la clase obrera, cumplieron el rol de frenar y desmovilizar y se limitaron a pelear contra la pérdida de conquistas, reduciendo a esta tarea el horizonte final de la lucha. Pero tampoco fue ésa la política de Syriza, la fuerza en ascenso que representaba “lo nuevo” en la escena griega. Por eso los trabajadores y el pueblo que una y otra vez salieron a la huelga y colmaron las calles, se ilusionaron con las elecciones y colocaron sus esperanzas en la posibilidad de un gobierno de Syriza.
¿Syriza desafía a la Troika?
El triunfo de Syriza en las elecciones del 25 de enero expresó el enorme descontento social con el gobierno de coalición ND/Pasok, aplicadores de las políticas de la Troika y reflejó en forma distorsionada la grandiosa resistencia obrera y popular a sus planes.
Pero desde 2012 hasta ahora, Syriza pasó de plantear la necesidad de un gobierno “de izquierda”, a un gobierno “antiausteridad”. Syriza “moderó” su enfrentamiento con la Troika, la cuestión de la deuda y la “austeridad”. Pasó de plantear una “auditoría de la deuda” y “dejar de pagar su parte ilegítima”, a sostener una quita parcial, una reestructuración y finalmente una refinanciación. Es decir, una política de “honrar los compromisos” contraídos y no plantear medidas “unilaterales” frente a los “socios” europeos.
Para obtener mayoría en el Parlamento formó lo que llamó un gobierno de “salvación nacional”, aliándose con ANEL (griegos independientes), el partido de la Iglesia Ortodoxa, los mayores propietarios inmobiliarios del país y exentos de impuestos a los bienes inmobiliarios, así como los mayores terratenientes, un partido nacionalista, de derecha y xenófobo. Además propuso para ser elegido Presidente a Prokopis Pavlopoulus, de ND, uno de los partidos del ajuste.
Apenas asumió el gobierno, Syriza anunció un paquete de 11 medidas de emergencia, entre las que se encontraban el aumento del salario mínimo y la readmisión de los empleados estatales despedidos ilegalmente, entre ellos las limpiadoras de Ministerio de Hacienda.
La estrategia de Syriza, es mantenerse a toda costa en el euro y, a la vez, obtener flexibilidad de las condiciones de pago, es decir, renegociar la deuda, para tener un margen de acción. Pero la Troika solo está dispuesta a cambiarse el nombre – ahora se llama Grupo de Bruselas – en lo demás no quiere conceder nada. Enseguida empezó con los chantajes, aprietes y ultimátum. “Grecia tiene que cumplir sus compromisos”, “Grecia tiene que hacer reformas estructurales”, repiten sus representantes.
Esa dureza está quebrando la estrategia del gobierno de Syriza, pues tiene que elegir entre su compromiso de romper con el Memorándum o seguir pagando la deuda.
El 20 de marzo Tsipras y Varufakis, primer ministro y ministro de economía respectivamente, celebraron un acuerdo con el Eurogrupo que contempla seguir pagando a los acreedores, postergar el aumento del salario mínimo, mantener los procesos de privatizaciones en curso, y lo más importante, se comprometieron a no tomar ninguna “medida unilateral”.
Al elegir la segunda opción hasta las precarias “11 medidas de emergencia” que anunció el gobierno al ganar las elecciones se ponen en riesgo. Mientras tanto, la burguesía griega saca sus euros del país (la fuga de capitales llega al 15% del PIB, 27 mil millones de euros) y el BCE aprieta la tuerca dejando al gobierno sin euros para pagar las pensiones y sueldos (7).
Promesas incumplidas: vuelven las limpiadoras, pero no todas
Las leyes y medidas que ha asumido el Parlamento griego en estos meses borran con el codo las promesas de campaña de Syriza, y no cumplen siquiera las flacas medidas de emergencia anunciadas el primer día de gobierno.
La Ley de Crisis Humanitaria, aprobada el 18 de marzo, incluye pautas para garantizar la provisión de energía a familias sin recursos y la emisión de vales de alimentos para los sectores con más necesidades. Pero mientras el proyecto inicial planeaba destinar 2000 millones de euros a esta iniciativa, hasta ahora solo se han destinado 200 millones. El plan se redujo de 300.000 familias a 150.000.
Además de ésta se aprobaron otras tres leyes; una amplia amnistía fiscal para morosos, mejoras de las condiciones penitenciarias, y la restitución de la televisión pública.
El 5 de mayo se votó la Ley de Reforma Administrativa, que prevé la readmisión de todos los trabajadores del sector público cuyos despidos habían sido declarados inconstitucionales. En concreto, son 3.928 empleados entre los que se encuentran las limpiadoras del Ministerio de Hacienda, profesores de secundaria, guardias escolares, médicos del sistema público de salud y policías municipales. Pero éstos representan solo el 1 % del total de empleos públicos eliminados en los últimos años.
Como ya señalamos el aumento del salario mínimo se ha postergado. Igual sucedió con la ley que prohíbe los desalojos, resistida por la Troika.
En el caso de las privatizaciones, que se prometía revertir, se han suspendido algunas, pero se mantienen otras muy importantes, como la del puerto del Pireo (8).
La organización y la lucha de los trabajadores y el pueblo griegos: única esperanza de cambio
Con enorme y comprensible alegría las limpiadoras recibieron la noticia de su readmisión laboral. Una delegación de ellas fue recibida por Tsipras; al mismo tiempo las limpiadoras levantaron su campamento frente al Ministerio de Hacienda.
Pero, ¿es momento de que la clase trabajadora y la juventud bajen la guardia? ¿Pueden dar un voto de confianza a un gobierno que insiste en obedecer a la exTroika, aunque ésta no le dé tregua y esté colocando al país al borde del colapso económico?
El 12 de mayo se pagaron 770 millones de euros al FMI. Ahora el gobierno de Syriza ha anunciado que no tiene condiciones de pagar una nueva cuota de 303 millones de euros que vence el 5 de junio.
Ese mismo mes Grecia deberá afrontar otros tres vencimientos por 1500 millones de euros. Y en el segundo semestre del año tiene compromisos de 20.000 millones de dólares, entre vencimiento de títulos de deuda y pagos al FMI y al BCE.
El panorama es de agonía completa para un país chantajeado, privado de recibir 7200 millones de euros del fondo europeo de rescate acordado en 2012 y presionado para hacer frente a los acreedores internacionales sin tener recursos para el pago de salarios y pensiones (9).
Desde la LIT decimos que las trabajadoras y los trabajadores no deben confiar más que en sus propias fuerzas, que es necesario organizar una lucha obrera y popular que exija al gobierno que rompa el acuerdo de marzo, que eche a los ministros del ANEL y de ND, que elabore un plan de rescate de los trabajadores y el pueblo para devolver las conquistas arrancadas, que recupere la soberanía nacional, rompiendo con el euro, suspendiendo todos los pagos de la deuda y reestatizando las empresas privatizadas, que nacionalice la banca y expropie las industrias, con control obrero.
Las trabajadoras griegas están llamadas a encabezar esa pelea, codo a codo con sus compañeros varones, para concretar el objetivo por el cual los trabajadores y el pueblo griego se movilizaron todos estos años y llevaron adelante 35 huelgas generales: un verdadero cambio social. Pero eso solo podrá lograrse con un gobierno que se apoye y responda ante la clase obrera, la juventud y el pueblo organizados, que avance con paso firme y organice la solidaridad internacional, un gobierno de los trabajadores.
- infogrecia, 8/05/2014.
- fidh ( Federación Internacional de Derechos Humanos) – Liga Helena de Derechos Humanos, Informe, 18/12/2014.
- Los datos sobre la situación de las mujeres en Grecia fueron extraídos del Informe de EWL ( Lobby Europeo de la Mujer), “El precio de la austeridad”
- Humanium, ONG por los Derechos del Niño, “Niños de Grecia”, 12/08/2013
- BBC, María Margaronis, “Las limpiadoras que desafiaron al poder en Grecia”, 19/01/2015
- Corriente Roja, 9/05/2015
- Datos acerca de leyes y medidas de gobierno extraídos de Josefina Martínez, historiadora, Madrid, “Cien días del gobierno de Syriza”
- Datos de la deuda griega según el Banco J.P. Morgan, La Nación, 20/05/2015