LA LUCHA DE LAS MUJERES: CONCLUSIONES Y DEBATES

Llega diciembre y es casi una obligación sacar conclusiones. Desde estas páginas queremos echar un vistazo al último año y cómo la lucha por los derechos de las mujeres se desarrolló en el mismo. 

Algunas cifras

El pasado 25 de Noviembre, Día Internacional de la Eliminación de las Violencias contra las Mujeres, se presentó un informe anual argentino por parte de La Casa del Encuentro. Las conclusiones y estadísticas son escalofriantes. En el país en que orgullosamente nosotras copamos las calles, y dimos inicio a lo que luego se denominó “ola verde”, la violencia sigue aumentando en todas sus variantes. 

En un año, se cometieron 307 femicidios, de los cuales 7 corresponden a trans/travesticidios. Lo que significa que una mujer es asesinada cada 28 horas sólo por su condición de género. Como consecuencia de semejante horror, 338 niñes quedaron sin madre siendo el 64% de ellos menores de edad. 

Lamentablemente encabezamos el ranking de países con más violencia de género a nivel global. En lo que respecta a la violencia sexual no somos los primeros, pero desde 2018 la tendencia es al alza, lo que implica que, aunque salimos a gritar ¡Ni una Menos! siguen violentándonos cada día más. 

En relación a la violencia laboral, el 81% de las mujeres han sufrido algún tipo de maltrato contra el 58% en varones. 

Según el propio Gobierno Nacional “las mujeres realizan las tres cuartas partes de las tareas domésticas y de cuidados y les dedican, en promedio, 6,5 horas diarias, casi 3 horas más que las que dedican los varones (INDEC, 2022). Esta desigualdad se incrementa entre madres y padres, en lo que se denomina ‘penalización por maternidad’: por fuera del nivel educativo y la experiencia laboral, las madres perciben, por hora, un salario 33,7% menor que los padres.”

Además de la brecha salarial, las mujeres son mayoría en las tasas de desocupación, lo mismo que el subempleo y el trabajo informal. Lo que significa que la violencia económica que implica la inflación galopante y el aumento de los niveles de pobreza, son brutales contra nosotras. Para sumar a este terrible escenario, solo 4 de cada 10 mujeres en edad jubilatoria tiene 20 años de aporte, lo que obstaculiza a la mayoría para obtener el beneficio jubilatorio y 7 de cada 10 cobran la miserable jubilación mínima. 

¿Un gobierno “feminista”?

Al momento de asumir el gobierno, Alberto Fernández se atrevió a decir que será una gestión feminista, se incorporaron muchas mujeres a su gabinete y la vice presidenta Cristina, es la referente de los movimientos feministas mayoritarios como por ejemplo el colectivo Ni una menos

Si vemos las cifras descritas arriba, se entiende muy claramente que este no es un Gobierno que haya mejorado sustancialmente nuestras vidas. Por el contrario, la violencia sigue aumentando. Los nombramientos ministeriales, las indicaciones protocolares e incluso los avances importantes a nivel legislativo, caen en saco roto si no se coloca un presupuesto acorde para implementar y no se combaten las razones estructurales que dan lugar a la violencia machista. 

El Gobierno que denuncia como una persecución machista el juicio a la Vicepresidenta por haber robado dinero del pueblo argentino, es el mismo que mantiene presas políticas a las compañeras mapuches que luchan contra el saqueo de sus tierras por parte de los magnates internacionales. ¡Son unos caraduras!

Nosotres somos protagonistas

Las movilizaciones que comenzaron en 2015 y que se fueron incrementando de manera ininterrumpida en Argentina son emocionantes. Las mujeres, disidencias y muchísimos varones salimos a las calles, exigimos ¡Basta de femicidios!, hicimos paros, metimos debates públicos sobre la educación sexual, sobre la identidad de género y sacudimos al país debatiendo el derecho al aborto legal. 

Esa fuerza, acompañada de movilizaciones a nivel mundial por los mismos temas, empujó a los gobiernos a darnos concesiones como el matrimonio igualitario, el cupo laboral trans o el tan reclamado derecho al aborto legal.  Fue la lucha en la calle, el hartazgo convertido en gritos y acciones lo que consiguió esto por más limitado que sea. 

Nada tiene que ver con el cuento que quiere relatar la inmensa mayoría del movimiento feminista. No fueron las diputadas y el lobby parlamentario el que consiguió el aborto, fueron las pibas en las escuelas, en los laburos y en las calles inundando todo de verde. Es más, si la dirección de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto no hubiera convertido esa lucha en un paseo carnavalesco, si hubiéramos obligado a las centrales sindicales a hacer una huelga general. Si hubiéramos aplicado acciones de lucha contundentes en lugar de ver las sesiones por pantallas gigantes, entonces, los y las legisladoras burguesas se hubieran cuidado mucho de negociar con la derecha y las iglesias las cláusulas de objeción de conciencia que limitan el acceso a la Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE). 

Peor aún, es que las feministas le lavaron la cara al Gobierno de los Fernández, incorporándose al mismo y llevando al movimiento de mujeres y a la población en general a políticas de observación y confianza en la “democracia” en lugar de la continua lucha por los derechos femeninos. 

Pero el crimen más brutal contra la heroica lucha, es que ahora mismo refuerzan el relato de que es este Gobierno, el que por sí solo consiguió esas enormes conquistas. 

El ejemplo más claro es el pasado Encuentro Plurinacional de mujeres y disidencias que tuvo el absoluto patrocinio del Gobierno Nacional y el Gobierno de San Luis (ver AS 9) y que, desde las organizaciones dirigentes del mismo, lo convirtieron en una plataforma electoral de Cristina y de defensa de los gobiernos “progresistas” del mundo. 

La lucha y la clase obrera: el único camino

Así como debatimos cuando inundábamos las calles, queremos debatir con la marea baja. Para nosotres, la lucha contra la violencia machista, contra los crímenes de odio y por la liberación de las opresiones no es una bandera sólo de quienes sufren esos flagelos. 

Mientras la economía y la política del país esté al servicio de los ricos y poderosos, no habrá espacio para obtener nuestros derechos de manera plena. Si se paga la Deuda, se subsidia a las petroleras y mineras, se aplican los planes de ajuste del FMI, no habrá dinero para combatir la violencia. No habrá planificación de políticas públicas, si la política principal es la expoliación y saqueo de nuestros recursos.

Por más que hagan discursos inclusivos, impulsar el aumento de la explotación de los trabajadores con la inflación y las reformas laborares, oprime y revienta a las mujeres que hacen el 50% de la clase obrera. 

El planteo de que la lucha es sólo de mujeres, es funcional a que la clase obrera y los sectores populares no nos organicemos. Ahí están las más radicales feministas, sosteniendo candidatos/as y gobiernos de hombres o mujeres enemigos/as de la clase trabajadora y votando políticas de ajuste contra nosotras como el presupuesto 2023. 

Queremos cuestionarlo todo, poner las cosas de cabeza y hacer una Revolución Socialista para que gobiernen quienes nunca gobernaron: les explotades y oprimides. Es duro, pero tenemos que ir y debatir con nuestros compañeros varones, que la lucha por nuestros derechos es su lucha también. Que juntos debemos enfrentar al Gobierno, su política y sus lacayos de las burocracias sindicales para conquistar una mejor vida. 

Nada está suelto ni aislado, las batallas no son por separado y deben ser de manera común. En Irán, por ejemplo, para poder tener libertad sobre su propio cabello las mujeres detonaron una lucha revolucionaria junto a todo el pueblo, con ellas a la cabeza contra la dictadura de los Ayatollás. Debieron cuestionarlo todo, salir a las calles, hasta perder la vida para poder decidir cómo llevar el hiyab. Y no es en vano, la movilización de 3 meses hizo retroceder a la dictadura y quitaron la Policía de la Moral. No fueron los videos de cortes de pelo de famosas ricas, sino la lucha revolucionaria lo que consiguió ese triunfo enorme pero aún limitado. Ahora que empezaron ¡deben ir por todo!

Enfrentemos el machismo, la lgbtifobia y el racismo que hay entre les trabajadores y en nuestras organizaciones para conseguir una lucha común. Movilicemos y cuestionemos todo con la clase obrera unida y a la cabeza para obtener y sostener en el tiempo lo ya conquistado e ir por más. Construyamos juntos la alternativa de poder, hagamos la tan necesaria Revolución Socialista que nos coloque en el camino de empezar a construir “un mundo donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres.”