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LA LUCHA DE LOS TRABAJADORES DE LA ENERGÍA

Llevamos años de pérdida salarial en relación a la inflación, que llevaron el salario de los trabajadores de la energía eléctrica -que históricamente tuvimos ingresos relativamente altos- al nivel más bajo. En Edenor, la base salarial no supera los 150.000 pesos, en tanto que Edesur llega a 20.000 pesos más. Una miseria para obreros considerados esenciales, y con alto riesgo en nuestras tareas.

Esta situación se da pese a que el gremio aceptó y promovió hace años también que la BAE (un premio anual) se divida por mes constituyendo un falso incremento del ingreso. Gran parte de los luzyfuercistas somos pobres. 

Esto se agrava porque Edenor y Edesur vienen perjudicando las condiciones laborales -con la complicidad del sindicato-. Cuadrillas incompletas con tareas sobrecargadas, obligados a hacer horas extras. O la toma de tareas por contratistas en peores condiciones de trabajo, salario y seguridad, llegando al punto de tener cuadrillas paradas. 

Se acerca el verano y con eso los cortes, producto de la desinversión de las empresas que cada día ganan más pero invierten menos. Más horas extras obligatorias. Somos los obreros los que logramos que la situación de la población no sea aún peor.

El gobierno permite todo esto, sin obligarlos a invertir ni controlar las condiciones laborales. Ni hablemos de volver a nacionalizar la energía, que Menem privatizó. Todos los gobiernos dejaron que un servicio esencial se transforme en un negocio, con perjuicio para la población.

La bronca explotó

 

Algunos cientos de trabajadores, sobre todo de Edenor, nos citamos en octubre frente al sindicato Capital.

Desde diferentes zonas del norte y oeste del conurbano, organizados por nuestra cuenta, alquilando colectivos en algunos casos, llegamos hasta la sede sindical con un petitorio reclamando condiciones de trabajo y un aumento del 100%.

La burocracia sindical, no acostumbrada a los cuestionamientos, se vio sorprendida y actuó agrediendo. Convocó a los delegados -que lamentablemente se prestaron al juego- a “defender el sindicato”, y se negaron a recibir el petitorio porque “no sigue los caminos estatutarios”.

Varias horas de tensión, mostraron la fuerza de la base, dispuesta a mostrar su bronca.

Una burla

 

Quedó convocada por las redes una nueva movida para el 4 de noviembre. La dirección del gremio anunció un nuevo acuerdo salarial, mientras hacía campaña a través de los delegados de que la movilización anterior había sido impulsada por una “interna”, por dirigentes opuestos a la conducción de la seccional Capital.

¡Mentira! El motor de la manifestación fue la bronca, la impotencia, la necesidad de los obreros nuestras familias. Fue una acción que salió desde abajo, desde cada lugar de trabajo, convenciendo a cada compañero y compañera.

El acuerdo anunciado cayó como una burla. Por más dibujo, no puede ocultar que solo representa un 2% más del anterior para el mes actual, poca diferencia a futuro y una nueva pérdida salarial.

Más en la segunda marcha

 

Los grupos que nos interconectan fueron creciendo, agrupando a cientos y cientos de compañeros. Allí es clara la manera en que los diferentes sectores van sacando conclusiones. Los límites de los mecanismos paritarios, las maniobras, la necesidad de que la voluntad de las bases se manifieste y respete. No faltaron en los grupos los “topos”, enviados por la burocracia, para desmoralizar, confundir y provocar.

No les valió de nada. La nueva movilización fue aún mayor: más de 500 nos dimos cita el 4 de noviembre. La maniobra en este caso fue dar asueto a los empleados del sindicato. Nos encontramos con las rejas cerradas. Un sindicato así, cerrado para los trabajadores, ¿para qué nos sirve?

Delegaciones y colectivos de muchas zonas, muchos bombos y batucadas. Mayoría absoluta de Edenor, pero las primeras delegaciones de Edesur que se empezaron a sumar. Un activismo muy firme, con una nota destacada de algunas decenas de compañeras. Fueron las que más cantaron, a la cabeza de la pelea, pegando afiches frente al edificio sindical. Se nota que son las compañeras, varias de ellas sostén de su hogar, las que más viven y sufren los padecimientos de nuestras familias.

Nos volvimos fortalecidos, pero también preocupados. ¿Cómo seguir? ¿Qué hacemos para que nos escuchen? ¿Cómo hacemos para que todo no termine en una frustración? Ese debate continuó. Todos, preocupados para que las cosas no se diluyan y la movida crezca. Es una necesidad. Así vamos preparando la nueva medida del 2 de diciembre.

Un nuevo ataque

 

Ante esto, la reacción de los jerarcas sindicales empeora las cosas. Han comenzado a citar selectivamente a varios compañeros a la Comisión de Moral del sindicato para amedrentar. Tenemos que enfrentar entre todos esta situación. Los citados tienen que tener el apoyo de todos, comenzando por sus compañeros directos. No podemos permitir ninguna medida contra los compañeros: ¡Nos tocan a uno, y nos tocan a todos!

Algunas reflexiones

 

Hemos llegado hasta acá. Fue un paso gigante. Porque demostró que las nuevas generaciones -cientos de compañeros llegados a las empresas desde las tercerizadas, sin el control directo de los viejos dirigentes sindicales, sin ataduras ni compromisos con nadie-, no estamos dispuestos a dejarnos manosear. Vamos a luchar por nuestros derechos. Somos concientes de nuestra fuerza, la capacidad de “bajar la palanca”.

Lo hecho ha sido mucho. Pero insuficiente. Es necesario que esto tenga una organización, un plan decidido por todos. Para eso, es preciso que las bases no solo nos movamos, sino que tomemos todas las decisiones.

Si queremos imponer un aumento salarial que supere a la inflación, la vuelta de la BAE a ser un premio y no parte de un salario miserable, y el respeto a los trabajadores, junto a mejores condiciones laborales, y la efectivización en las empresas de todos los compañeros tercerizados, no podemos seguir atados al sindicato y sus métodos y estatutos, que sirven más para paralizarnos y favorecer a las patronales que para la lucha por nuestros derechos.

Ya está claro que la conducción no se va a poner del lado nuestro. Tenemos que obligarlos, no podemos esperar que se decidan. 

Las asambleas por sector donde “nos informan”, pero no tenemos posibilidad de resolver nada, no nos sirven. 

Tenemos que transformar esto que hemos logrado en una nueva forma de organización. Hay iniciativas para que la próxima marcha movilice a un lugar más visible (algunos hablan de Plaza de Mayo). Eso puede ser bueno y útil, pero tampoco alcanza.

Necesitamos convertir la próxima movilización en una gran asamblea autoconvocada de todos los presentes, que vote un plan de lucha y movilización, nombre una coordinación con representantes de todas las zonas, nombre comisiones y grupos que visiten los sectores que no están participando masivamente -especialmente Edesur-, para convencerlos, sumarlos a la lucha.

 

Esos representantes deben ser responsables ante sus sectores, que los revocarán si no cumplen bien su papel. Y deben reunirse semanalmente para organizar los próximos pasos (resueltos en la asamblea), ir viendo los resultados de las visitas a los lugares que aún se movilizan poco, etc.

Esto no significa desconocer al gremio. Si los delegados hacen asamblea donde se vote y se comprometen a defender esas resoluciones, bienvenido. ¡Asambleas con mandato de las bases para que los delegados las lleven al sindicato!

Si el gremio, en lugar de cerrar sus puertas, convoca a una asamblea general de todos los trabajadores, en una cancha de fútbol, donde podamos expresar nuestras necesidades y resolver cómo lograrlas, por supuesto que tenemos que estar ahí. 

Pero no podemos someternos a un sindicato de puertas cerradas, ajeno a las bases. 

Los trabajadores tienen que tener su propio programa para la energía

 

La cuestión energética es clave en el mundo actual. Más en las condiciones de guerra, que han provocado un colapso en Europa. Se discute en todo el planeta la matriz de los próximos 100 años.

En nuestro país, tanto el petróleo, como el gas y la energía eléctrica son recursos en expansión. Pero eso no se traduce en beneficios para el conjunto de la población, ni para los propios trabajadores de las distintas energías. Todo está al servicio de las grandes empresas y los exportadores.

Los obreros de la energía tenemos que debatir no solo nuestras condiciones de trabajo, sino también un plan nacional de energía. Un tema fundamental es la necesidad de que el Estado argentino recupere la totalidad de la producción, transporte, comercialización y exportación de los diferentes sectores, comenzando por reestatizar toda la industria eléctrica, petrolera y gasífera del país.