El próximo 26 de junio se cumplirán 13 años de uno de los hechos mas representativos de la historia reciente de nuestro país, el brutal asesinato de Maximiliano Kosteki y Darío Santillán mostró una vez mas hasta donde están dispuestos a llegar los gobiernos para frenar un proceso revolucionario abierto. Los responsables políticos aun continúan impunes
Con los niveles de pobreza mas altos de las últimas décadas y la desocupación como moneda corriente se llegó al estallido del 2001, y en este proceso revolucionario donde los trabajadores argentinos dijimos “¡Basta!” los movimientos piqueteros tuvieron un rol muy importante. Es así que “Piquetes cacerolas, la lucha es una sola” fue uno de los grandes hits del argentinazo. Una vez echado el gobierno de De la Rúa, y luego del paso fugaz de otros tres por la presidencia, asume el gobierno Duhalde, mientras las luchas continúan y se profundizan.
Los cortes en el puente Pueyrredón, una de las arterias principales para entrar a la Capital Federal, eran una de las medidas de fuerza más frecuentes de los movimientos piqueteros de la zona sur. Pero ya en junio el gobierno de Duhalde quería demostrar que podía “normalizar” el país y por lo tanto reprimir a los “insurrectos”.
Aquel 26 varias organizaciones habían convocado a la movilización con el pedido de aumento general de salarios, duplicación del pago del “Plan Trabajar” (de 150 a 300$), alimentos para los comedores escolares y apoyo a los trabajadores Zanón que estaban por ser desalojados luego de tomar la planta. Ante el intento de las columnas de subir al puente la policía comenzó a reprimir violentamente y a dispersar a los manifestantes.
Allí estaban Maxi y Darío, de 21 y 25 años respectivamente, ambos agrupados en la Coordinadora de Trabajadores Desocupados Aníbal Verón, ambos jóvenes, militantes, luchadores. A las pocas horas pudimos ver por las fotos y la filmación, cómo Darío había sido cobardemente asesinado en las inmediaciones de la Estación de Avellaneda.
Sin embargo, y aun con el dolor de esas muertes, al gobierno de Duhalde le salió mal la jugada, pues lejos de aplacar la lucha mediante el miedo, la terrible indignación hizo que aun los sectores que se habían apaciguado, como las asambleas populares, salieran a repudiar el crimen masivamente en una movilización convocada para el 27, y se volvió a escuchar el hit de piquetes y cacerolas. Así, Duhalde tuvo que adelantar las elecciones presidenciales previstas y el presidente que lo sucedió, Kirchner, tomó nota de estos hechos y supo que para desviar el proceso abierto en el 2001 no eran palos lo que tenía que dar, sino concesiones.
Como con tantas otras cosas, el kirchnerismo utilizó la figura de Maxi y Darío para mostrarse como gobierno de los derechos humanos, pero no fueron más que promesas que nunca se cumplieron. El propio Kirchner prometió impulsar la investigación por las responsabilidades políticas, lo cual nunca hizo, sino por el contrario fue garante de la impunidad. Lo que el gobierno encubre es que varios de sus funcionarios más importantes formaban parte del gobierno de Duhalde, como por ejemplo Aníbal Fernández. Lamentablemente, aun así un sector de los movimientos piqueteros, como el MTD, fueron cooptados por el gobierno y actualmente defienden “el modelo”
Los años de lucha han logrado imponer una condena al ex comisario bonaerense y ex jefe del Comando Patrullas de Avellaneda, Alfredo Fanchiotti, y el ex cabo Alejandro Acosta que fueron condenados a prisión perpetua, por el Tribunal Oral 7 de Lomas de Zamora, como responsables del doble asesinato y ocho tentativas de homicidio, el 26 de junio de 2002 en la zona del Puente Pueyrredón. Y en septiembre del año pasado lograron que se desarchive la causa por las responsabilidades políticas e intelectuales que había sido archivada en 2010 y podría incriminar a personajes de la política tales como Eduardo Duhalde, Felipe Solá, Juan José Álvarez, Alfredo Atanasoff y Jorge Matzkin.
A trece años de la masacre la lucha por el “Juicio y castigo a los responsables políticos e intelectuales” continúa vigente y el conjunto de los trabajadores y las organizaciones debemos poner nuestro empeño en lograrlo y gritar fuerte “¡Maxi y Darío presentes! ¡Ahora y siempre!”