El jueves pasado Alejandro Finocchiaro, heredero de Bullrich al frente del Ministerio de Educación, y Danya Tavela, secretaria de políticas universitarias, anunciaron la inclusión de las carreras de ingeniería de distintas universidades nacionales y privadas en el Sistema de Reconocimiento Académico, que implica una serie de becas y créditos direccionados acorde a las conveniencias del gobierno. En ese marco, el ministro anunció que solo se abrirán carreras que estén “dentro de la lógica de lo que el Estado necesita financiar” y marcó la cancha para los próximos años.
La sombra de Bolonia
El “¿Qué es eso de universidades por todos lados?” de Macri en campaña puede que sea una de las pocas promesas que vaya a cumplir, y en ese sentido habló Finnochiaro sobre la “dilapidación de recursos” y las “áreas de vacancia” sobre las cuales el gobierno quiere invertir.[i] Hace tiempo que escuchamos esto de la productividad y la competitividad en la universidad. Se habla de la necesidad de “insertase en el mundo”, de “adaptarse a los tiempos que corren”. Se dice que las carreras son muy largas, que no sirven al mercado y que no dan los profesionales que “se buscan”, etc. A eso se refería Jim Yong Kim el viernes anterior, en la primera visita de un presidente del Banco Mundial al MinCyT, cuando hablaba de “la preparación de los más jóvenes para trabajos que aún no existen y la generación de empleos”. En el mismo sentido distintas ONGs internacionales y medios amigos del PRO bombardean sobre como la universidad “no innova” y “no forma emprendedores”.[ii]
Cada día se agita más en nuestro país el fantasma del Plan Bolonia, que pone al mercado como regulador de nuestros planes de estudio, del financiamiento de nuestras facultades, de la aplicación o no de sistemas de becas y hasta del salario de nuestros docentes. Detrás de este tipo de anuncios se esconde un verdadero proceso de privatización. No el tipo de privatización clásica, el de una universidad es operada como una empresa, por un empresario que pone guita y espera sacarle rédito como si fuese un restaurante, sino que es uno más preciso. La privatización en nuestro siglo viene por ahí, por desfinanciar desde el Estado las carreras “inútiles” (Sean estas las Artes Combinadas, la Filosofía o la Biología Marina) e imponer “salidas” laborales al servicio de las multinacionales.
El trabajo por delante
Para lograr eso necesitan “terminar con las trabas burocráticas” y barrer con la autonomía universitaria que, por ejemplo, hasta ahora viene salvando relativamente a la UBA de la LES menemista. También necesitan de federaciones estudiantiles y docentes que no movilicen a sus bases, y que no se articulen para luchar. Necesitan destruir los organismos de desarrollo y producción científica en nuestro país, como el INTI y el Conicet. Necesitan hombres del FMI y el BM en los ministerios de educación y de ciencia, y necesitan las acreditaciones de la LES (Gracias Cristina…), entre otras cosas.
Pero lo que más necesitan es que este modelo económico siga en pie. Que pase la Reforma Laboral y se sigan reventando los convenios de trabajo con el modelo Vaca Muerta, que en parte justifica este repentino “interés” del gobierno de Macri por la Ingeniería. Necesitan pibes que solo puedan salir de la miseria trabajando para las multinacionales con títulos basura, y necesitan pagar religiosamente la deuda externa a costa de desfinanciar la educación en todos sus niveles. Por eso la única forma de defender la universidad pública es organizarse codo a codo con los trabajadores, que son los únicos que pueden golpear donde duele y paralizar los pozos, las líneas de producción, los caminos, las obras y todo eso a lo que nos llaman Bolonia (y Macri) a desarrollar por dos pesos en nombre de “los tiempos que corren”.
[i] ¿Qué es eso de carreras por todos lados? Página 12, 25/8
[ii] De la mano del Banco Mundial. Página 12, 25/8