Hace unos días se cumplió el primer mes de cuarentena obligatoria en todo el país. Ya se contabilizan más de 56 mil detenidos por las fuerzas de seguridad. Esto en el marco de una violencia que va en ascenso y que quedó plasmada en cientos de videos denunciando el accionar de policías, gendarmes, prefectos, en los barrios.
En el mes que llevamos de aislamiento ya se contabilizan más de 20 femicidios, 56 denuncias de niñas violadas por sus familiares. Empresarios día a día siguen despidiendo pese a que hay un decreto que lo prohíbe, u obligan a sus empleados a trabajar, pese a no ser servicios esenciales. Sin embargo, las fuerzas de seguridad parecen estar más ocupadas en vigilar lo que escribimos en las redes, realizar allanamientos, perseguir a los que viven en barrios populares cuando salen a comprar, a trabajar o están en sus veredas, porque no el estado de sus casas es ultraprecario y el encierro se vuelve insostenible.
Luciano González, trabajador de comercio de Bahía Blanca, fue detenido y brutalmente golpeado por policías cuando paseaba a su perro. Kevin Guerra, de Balcarce, esta procesado y pueden darle hasta 6 años de prisión por publicar en el que con ironía mencionaba los saqueos, al no saber si podrá cobrar el bono de 10 mil pesos. Vecinos de Monte que denunciaron la realización de picadas por la noche con la complicidad de la policía, fueron amenazados por agentes armados. Dos reclusos fueron asesinados por guardias durante protestas en cárceles de Florencio Varela y Corrientes, debido a las condiciones de hacinamiento al que están expuestos y que representan un grave peligro de contagio.
Mientras tanto el Gobierno no solamente se llama al silencio, sino que felicita a los agentes de seguridad por su labor durante la cuarentena. Labor de disciplinar a los más pobres, mientras las verdaderas lacras siguen haciendo de las suyas.
Los trabajadores, los pobres, los que somos despedidos, nos recortan los salarios o nos obligan a trabajar expuestos, no necesitamos a estos perros guardianes de los intereses de los más ricos. Podemos cuidar nuestros barrios nosotros mismos. Como ya se está haciendo en muchos lugares, realizando ollas populares, controlando que nadie pase hambre y se pueda realizar la cuarentena en condiciones mínimamente dignas. Y por supuesto, defendiéndonos de la represión.
Y al Gobierno hay que exigirle que deje de perseguir a los más pobres. Que deje de mirar para otro lado y persiga los empresarios que no cumplen la ley, a los violadores, a los femicidas, a quienes especulan con los precios.
23 de Abril de 2020.-