por Víctor Quiroga
Cada día queda más claro que mientras siga Macri en el gobierno los trabajadores no tenemos chance de vivir dignamente. El acuerdo con el FMI profundizará la miseria. Los que opinan que Macri no va más, crece día a día.
“Hay que organizar un gran frente opositor para que Macri no vuelva y desgastar al gobierno”. Dicen los dirigentes kirchneristas y dirigentes sindicales. Yasky de la CTA, Palazzo, bancario de la Corriente Federal de la CGT y también Moyano, hablan de la desgracia del acuerdo con el FMI, del ajuste y la inflación. Pero se oponen a luchar para que Macri se vaya. Según ellos hay que “prepararse para el 19; pero mantener la gobernabilidad y preservar las instituciones”. “ellos ganaron las elecciones”.
¿Qué fue la “Resistencia peronista”?
Los dirigentes kirchneristas se llenan la boca hablando de la Resistencia peronista” y copan las redes sociales con el pomposo “resistiendo con aguante”. Pero ocultan que la verdadera resistencia, tanto la del 55 al 59 como ahora, la llevaron adelante los obreros (y no solo peronistas) contra la voluntad ( al igual que hoy) de sus principales dirigentes políticos y sindicales.
El propio Perón en el exilio planteó a los pocos días del golpe “El ejército podrá hacerse cargo de la situación, del orden, del gobierno para buscar la pacificación de los argentinos antes que sea demasiado tarde…”(Los sindicatos y el poder en el periodo peronista. –Polémica nº80, pag. 270)
Mientras la dirigencia de la CGT declaraba “la necesidad de mantener la más absoluta calma y continuar con sus tareas”(Ejercito y sindicatos- Los 60 días de Leonardi)
El golpe pro-yanqui contra el gobierno de Perón, en septiembre de 1955, apoyado y promovido por la Iglesia católica, la embajada norteamericana y los grupos oligárquicos se ensañó con odio a la clase obrera. Unos meses antes, en junio, como anunciando lo que iba a pasar, la Marina bombardeó la plaza de Mayo, asesinando a 364 personas y dejando un tendal de heridos.
Del 55 al 59 surgieron miles de dirigentes obreros y activistas que se fueron formando en las luchas callejeras, en las huelgas, en el enfrentamiento a la represión. Hubo huelgas heroicas, como la metalúrgica de 1956, entre noviembre y diciembre que duró 40 días.
La política de la burocracia peronista
Las negociaciones y acuerdos con la dictadura por parte de la CGT , le dieron aire al gobierno para intervenir sindicatos, perseguir activistas .Las cárceles se llenaron de obreros.
La dictadura impulsaba la división del movimiento obrero dándole aire a los sectores “antiperonistas” que conformaban los sindicatos “libres”.
Un sector del activismo comenzó a organizar agrupaciones “anti libres” conformado una Intersindical. Esta llegó a reunirse semanalmente con delegados y “barra”. Palabra Obrera, dirigida por Nahuel Moreno tuvo una destacada intervención a lo largo de la resistencia y decía que: “eran verdaderos parlamentos obreros”, (citado por E.González en El trotskismo obrero e internacionalista en la Argentina) ya que discutían de todo. En julio de 1957 convocaron a un paro nacional que en la industria fue masivo.
Recién después que la resistencia se había generalizado y por fuera del control de los dirigentes tradicionales, Perón planteó una política de “desgaste” de la dictadura, “pero sin ir al enfrentamiento directo”. Intentaba así chantajear a los militares y la burguesía para negociar y no perder el control del movimiento que era cada vez más combativo.
Perón no quiso enfrentar el golpe gorila en el 55. Luego alentó un discurso “revolucionario” diciendo que el peronismo “retomaría el poder por la vía insurreccional” Aunque su delegado personal, J. W.Cocke, aseguró que “no había condiciones para ello”.
Después Perón desarrolló una política conciliadora y negociaciones secretas para acordar una “salida electoral” con Arturo Frondizi, que llevo el movimiento a un retroceso y abandonó sus ideas “insurreccionales”.
Si las condiciones para esa insurrección existieron o no, es discutible pero las luchas obreras (los paros del 17 de octubre del 55, el ascenso obrero de 1957,los paros generales) mostraron su voluntad de lucha que la dirigencia peronista no quiso aprovechar para derrotar a la dictadura.
La inexperiencia de los nuevos dirigentes, la falta de un programa y las presiones de la dirigencia peronista conciliadora, ayudaron a consolidarse no a una nueva dirección clasista, si no una nueva burocracia sindical, como el metalúrgico Timoteo Vandor.
La “resistencia de ayer y el “aguante” de hoy
Hoy los trabajadores están resistiendo como lo hicieron contra la dictadura gorila y el “demócrata” Frondizi. Los dirigentes kirchneristas, lejos de imitar a los heroicos obreros de la resistencia del 55 al 59, no quieren enfrentar a fondo al gobierno pro imperialista de Macri. Los Palazzo, Moyano o Yasky y los dirigentes del kirchnerismo nos quieren convencer que no se puede.
Todos estos dirigentes son un palo en la rueda para derrotar a el plan de Macri y el FMI. Hay que hacer lo que hicieron los luchadores de entonces: pasarles por encima a quienes quieren conciliar y no quieren luchar. Pero esta vez, en vez de confiar en dirigentes que se llenan la boca de antiimperialismo y lucha pero no hacen nada, tenemos que organizarnos en las fábricas, escuelas y universidades para ir construyendo una nueva dirección y un programa para que la crisis que provocaron los empresarios y sus gobiernos la paguen ellos y no el pueblo trabajador.