La Revolución Permanente y la Segunda Independencia

Se acerca el bicentenario de la Declaración de la Independencia. Al aproximarse estas fechas surgen varias polémicas, en especial entre las organizaciones que se reivindican trotskistas. La primera tiene que ver con si verdaderamente hubo alguna independencia o simplemente fue un cambio de amo, como por ejemplo sostiene el Partido Obrero. Pero las más importantes son las referidas a la actualidad ¿Es necesario luchar por una Segunda Independencia o no? ¿Se puede llegar a esa independencia bajo la dirección de partidos y gobiernos capitalistas, como los encabezados por Evo Morales, Chávez, los Kirchner? ¿Qué puntos en común y qué diferencias, tiene la lucha por la Segunda Independencia con las revoluciones que llevaron a la primera?

Una gran revolución continental y un triunfo que duró poco.

La gesta revolucionaria se desarrolló entre 1808 y 1824-26 (1). Tuvo dirección política, al principio ejercida por jóvenes intelectuales revolucionarios pertenecientes a La Logia Lautaro, como Moreno, Castelli, Monteagudo y a partir de 1814, cuando pasa a primer plano la guerra de independencia, ese papel lo jugaron los ejércitos revolucionarios de San Martín y Bolívar.
Fue un proceso lleno de contradicciones, a veces con enfrentamientos internos abiertos como en el caso de Chile, o mas ocultos en el Río de la Plata, entre la pequeña burguesía revolucionaria y la burguesía del interior por un lado, y la burguesía de Buenos Aires por el otro. Con regiones que eran parte de la misma lucha pero que no se integraron a la campaña latinoamericana, como el caso de Paraguay, a partir del intento de reproducir la política de opresión de la metrópoli, por parte del ejército libertador. Pero de conjunto fue un proceso altamente progresivo y se obtuvieron grandes conquistas. Surgieron países independientes, se abolió la esclavitud, la masiva participación de jóvenes y mujeres revolucionó las costumbres, surgió el ideal de la unidad latinoamericana para enfrentar a las grandes potencias europeas que intentarían recuperar lo perdido.
Ese ideal latinoamericanista tenía una concreción en el llamado a la construcción de la Federación de Estados Hispano-americanos (América del Sur y Centroamérica). Pero se impuso la reaccionaria burguesía de Buenos Aires, esa Federación se frustró, y rápidamente se comenzó a perder lo conquistado. Una expresión brutal de esto fue la genocida guerra de Argentina, Uruguay y Brasil contra Paraguay que se da entre 1865-1870, al servicio del interés de Inglaterra de acabar con el modelo autónomo de desarrollo que podría ser un “mal ejemplo”, para el resto de Latinoamérica.
La dependencia de nuestro país, con Inglaterra comienza en 1827 con los empréstimos de Rivadavia. En la década de 1930 pasamos a ser una semicolonia del imperialismo británico. Esta pérdida de la soberanía se mantiene y profundiza, aunque después de la II Guerra cambiamos de amo (2).
En los ’80 el imperialismo yanqui lanza su ofensiva recolonizadota, con eje en la deuda externa. Y en los ’90, las privatizaciones menemistas y el saqueo de nuestros recursos naturales profundizan la entrega. Esto se agudiza con la crisis económica mundial y es muy poco lo que falta para volver a ser una colonia. Por eso, está la necesidad de encarar la lucha por la segunda independencia del país y del subcontinente, ya que, al igual que la primera, sólo se podrá imponer a nivel internacional.

Sólo la clase obrera puede encabezar esta batalla

Esta batalla implica la lucha por el no pago de la deuda, la renacionalización de todas las privatizadas para ponerlas bajo control obrero, la renacionalización del petróleo y de todos nuestros recursos naturales. Pero, a diferencia de la Primera Independencia, no será encabezada por ningún sector burgués. Por el contrario, la lucha por la Segunda Independencia se dará también en contra de todas las burguesías nacionales que son socias de algún imperialismo. Están muy equivocados los que creen que Evo, Maduro, Correa, o Cristina, (desde el gobierno o la oposición) pueden encabezar esta lucha.
No nos podemos imaginar a San Martín visitando y llevando regalos al rey de España, como hicieron Chávez y Evo, ni apoyando los planes bélicos de la Santa Alianza como hizo Cristina al apoyar el plan nuclear de Obama y participar de la ocupación de Haití.
Los únicos que no tienen compromisos con el imperialismo son los trabajadores. Por eso no se podrá lograr la independencia nacional si no triunfa la revolución socialista que imponga el poder obrero y desarrolle la revolución internacional.
Pero tenemos diferencias, no sólo con los que confiaron y confían en el chavismo, como el MST y los castrochavistas. También las tenemos con organizaciones como el PO o el PTS que no dan importancia a la lucha por la independencia nacional. Ellos secundarizaron la unidad de acción que se dio contra el ALCA o las que se deben dar por la nacionalización de los hidrocarburos o por el no pago de la deuda. Opinan que esas tareas distraen a la clase obrera de su lucha central: la de la revolución socialista. No ven que la revolución socialista en todos los países latinoamericanos tiene un punto central en la lucha antiimperialista. Y es la teoría de la revolución permanente, elaborada por León Trotsky, la que responde correctamente a estas cuestiones.

¿Qué dice la Teoría de la Revolución Permanente?

Analizando las revoluciones europeas de 1848 y la rusa de 1905, Trotsky llega a la conclusión que, por temor al proletariado, la burguesía ya no está en condiciones de encabezar la lucha por sus propias reivindicaciones (3). Que es la clase obrera la única que podrá resolver las tareas democráticas, a partir de que tome el poder político. Y que a partir de esa toma del poder, el proletariado no se detendrá en las tareas democráticas, sino que comenzará a instrumentar las anticapitalistas, convirtiendo a la revolución en socialista.

La Teoría de la Revolución Permanente en los países oprimidos por el imperialismo.

Trotsky aclara que: “con respecto a los países de desarrollo burgués retrasado, y en particular, de los semicoloniales y coloniales, la teoría de la revolución permanente significa que la resolución íntegra y efectiva de sus fines democráticos y de su emancipación nacional tan sólo puede concebirse por medio de la dictadura del proletariado, empuñando éste el poder como caudillo de la nación oprimida “ (4).
Y afirma: “De todos modos me parece claro que las tareas internas de estos países no se pueden resolver sin una lucha revolucionaria simultánea contra el imperialismo (…) En todos los países latinoamericanos los problemas de la revolución agraria están indisolublemente ligados a la lucha antiimperialista. (…)” (5).
Evidentemente, estas posiciones no tienen nada que ver con la de los trotskistas, que ignoran o minimizan la lucha por la independencia nacional y el carácter antiimperialista de la revolución socialista en los países latinoamericanos.
Trotsky también se refiere a las burguesías nacionales. “La naciente burguesía nacional de muchos países latinoamericanos, buscando una parte mayor del botín e incluso tratando de conseguir un grado mayor de independencia trata de utilizar para sus fines las rivalidades y conflictos de los imperialistas extranjeros. Pero(…) no puede lanzar una lucha seria contra la dominación imperialista y por una genuina liberación nacional por temor a desatar un movimiento masivo de los trabajadores del país que podría, a su vez, amenazar su propia existencia social” (6). Y así responde a los trotskistas, que siembran expectativas en gobiernos burgueses como los de Maduro, Correa o Evo.
Coincidimos con Trotsky y también con Nahuel Moreno cuando afirma: “Todo esto no quiere decir que la burguesía nacional no tenga profundos roces con el imperialismo en determinados momentos. Pero sí quiere decir que esos roces nunca son tan serios como para llevarla a romper todos sus lazos con él o a dirigir una lucha victoriosa contra él” (7).
En conclusión, sólo la clase obrera, podrá ser el caudillo de esta nueva revolución, que al igual que la primera, deberá ser continental Desde el PSTU te invitamos a ser parte de esa lucha y a construir la dirección revolucionaria, imprescindible para triunfar.

 

(1) En lo que después fue nuestro país, tuvo dos hitos: 25 de mayo de mayo de 1810 y 9 de julio de 1816.
(2) Salvo el breve período de 1945-1952, en el cual Inglaterra estaba saliendo y aún no había sido sustituida por EE.UU, el imperialismo que sale fortalecido de la II Guerra Mundial.

(3) 1) la unidad nacional, 2) quitar la tierra a la nobleza para convertirlas en una mercancía e 3) instaurar una república democrático-burguesa para acabar con el régimen feudal.
(4) León Trotsky, La revolución permanente.
(5) Entrevista con Mateo Fossa, Escritos Latinoamericanos, Ediciones CEIP León Trotsky
(6) Tesis sobre el rol mundial del imperialismo norteamericano, aprobadas por el Congreso Fundacional de la IV Internacional, 1938
(7) Nahuel Moreno, El Partido y la revolución