LA TENDENCIA DEL PO Y LA RAÍZ DEL ELECTORALISMO

Hace poco tiempo se produjo la ruptura (o expulsión, de acuerdo a la versión de quién) del Partido Obrero de un grupo importante de su militancia encabezada por Jorge Altamira y Marcelo Ramal. Desde ese momento, se presentan como Tendencia del Partido Obrero (TPO), es decir, como una fracción pública de la misma organización.

Surgió así algo nuevo en el universo de partidos que se reclaman del trotskismo. En su explicación de la escisión, aparece una despiadada crítica al electoralismo, al parlamentarismo y a la adaptación al régimen político capitalista del Partido Obrero oficial, así como del conjunto del FITU (Frente de Izquierda de los Trabajadores – Unidad). 

Nosotros compartimos -desde hace muchos años- esa visión y esa crítica, que involucraba incluso a quienes hoy son parte de la TPO. Por su parte, en algunas luchas, como la pelea para ubicar la vacunación masiva como condición para la educación presencial, estamos peleando codo a codo con militantes de la TPO contra la posición claudicante del conjunto del FITU, que acepta la presencialidad en las actuales condiciones de escasa vacunación. 

Sin embargo, sus concepciones teóricas y políticas son una continuidad con la adaptación al régimen democrático burgués -es decir, una desviación “electoralista”- del PO. No hay ruptura.

Una orientación globalmente equivocada

La TPO publicó un material titulado “Nuestras tareas en un año que se presenta extraordinario”, escrito por el propio Altamira. 

En él, se extiende en la descripción de la crisis sanitaria y económica que azota a nuestro país, y señala la necesidad de agitar la huelga general y un “congreso de bases”. Consignas formuladas de modo bastante propagandístico y abstracto, al no señalar a quiénes les están proponiendo y exigiendo la huelga general o con quiénes construir el “congreso de bases”. 

Y manifiesta, dirigiéndose a su antiguo partido y al FITU: “De lo que se trata es de militar con un programa de transición, y no con uno de recetas parlamentarias”. Proposición con la que, obviamente, estamos totalmente de acuerdo.

Sin embargo, cuando va al terreno concreto, surge la verdadera orientación de la TPO para el “año extraordinario”: “la importancia ES-TRA-TÉGICA de la lucha por la legalidad. Estratégica” (sic). Es decir, de la legalidad de la TPO. Aquí todo se da vuelta. La tarea de lograr la legalidad de un partido que se dice revolucionario para intervenir en las elecciones es muy importante, como una táctica política específica, en el marco de la estrategia revolucionaria, es decir, extraparlamentaria. Pero nunca una estrategia, ni la tarea central marcada para su partido para todo el año, en particular en las actuales condiciones. Esto es la negación de la naturaleza de un partido revolucionario.

¿Es un error aislado, o una norma? En el artículo surge de un concepto equivocado. Nos dice: “Es un error reducir los episodios electorales a la condición de ‘desvíos’, que probarían la capacidad del régimen político para contener la acción extra parlamentaria del pueblo”. Bajo el argumento de que ese concepto serviría a quienes se adaptan al régimen para justificar su adaptación, en verdad expresa un concepto contrario al marxismo.

Es cierto que las elecciones no son solo eso. Pero son eso también, y en primer lugar. Negar que los capitalistas, sus partidos y regímenes utilizan las elecciones para desviar los procesos de lucha de masas hacia el pantano electoral para esterilizarlos, es negar el objetivo número uno de las elecciones burguesas en relación a la lucha de clases. Negado eso, solo quedan como una “oportunidad” para los partidos que se dicen revolucionarios, sin ver los peligros que encierra. Y lo que es peor, niega la necesidad de utilizar las elecciones y el Parlamento para descubrir ante la clase obrera el carácter antiobrero y contrarrevolucionario de esas instituciones. Por eso, jamás el PO ni ahora la Tendencia, hacen una descarnada crítica a las instituciones de la “democracia”.

Ese embellecimiento de los procesos electorales es contrario al programa socialista revolucionario, y es una de las razones fundamentales de las desviaciones del altamirismo en ese terreno, hoy heredado por sus antiguos alumnos del PO oficial, y continuado, lamentablemente, por la TPO.

Es una concepción errónea hasta la médula, que atraviesa la práctica política de su corriente desde hace décadas, al igual que la del resto de los miembros del FITU.

La base teórico-programática de esa concepción está en las elaboraciones internacionales de Altamira. En especial en las “Tesis Programáticas para la IV° Internacional”. Las “Tesis” ponen en el centro de la actividad de los partidos que se dicen trotskistas la orientación parlamentaria. Define, por ejemplo: “Sin un trabajo revolucionario en el parlamento burgués es imposible hacer un trabajo realmente de masas”. Bajo esta definición se comprende que la tarea central que viene desarrollando el PO y sus socios del FITU desde hace años sea una desviación creciente hacia el electoralismo. La actual TPO, que dijo nacer en combate contra esta desviación, está teóricamente incapacitada para cambiar ese curso. Al menos, hasta que revise y corrija esas erróneas concepciones de Altamira.