El otoño de 2016 marca el inicio de un espinoso año político en Europa. La crisis de los refugiados toma proporciones dantescas, el Brexit genera una incertidumbre creciente, las negociaciones del TTIP (Tratado Transatlántico de Comercio e Inversiones, acuerdo comercial entre la UE y EEUU) se estancan y la conflictividad social es alta en países como Grecia y Francia (que han vivido varias huelgas y movilizaciones generales, pero también en Polonia, donde la impresionante movilización contra la prohibición total del aborto llevó a centenares de miles de mujeres (todas vestidas de negro) a las calles de Varsovia y otras ciudades). La economía, por otro lado, no arranca y sigue el escenario de estancamiento, pese a los innumerables programas de liquidez del Banco Central Europeo (BCE), inyectando euros en el mercado y comprando deudas públicas a los países.
Tsipras sigue las órdenes de la UE y aplica un ataque sin precedentes al pueblo griego
Hace poco más de un año, en julio de 2015, la mayoría (62%) de los participantes en el referéndum convocado por el gobierno Tsipras sobre el tercer memorándum con la Unión Europea se pronunció en contra de firmarlo y rechazó las políticas de austeridad. Algunas semanas después, Tsipras firmaba el memorándum y se comprometía a implementar el plan de privatizaciones y de reformas “estructurales” exigidas por la Troika (Comisión Europea, BCE y FMI). Fue una gran traición al pueblo que le había votado justamente para combatir las políticas de austeridad y la UE.
Desde entonces, el gobierno Tsipras viene cumpliendo a rajatabla con las políticas neoliberales, atacando salvajemente las condiciones de vida y vendiendo el país, convertido de hecho en una colonia alemana. Lo ha hecho enfrentándose a una fuerte resistencia en las calles. Los trabajadores han protagonizado ya 4 huelgas generales y innumerables protestas y manifestaciones, muchas de las cuales han sufrido una fuerte represión policial. La última protesta importante tuvo lugar hace pocas semanas en Atenas cuando los pensionistas salieron a la calle contra la reforma de las pensiones.
El rechazo popular al gobierno de Syriza, el partido que se había erigido en los últimos años como la principal referencia “anti-austeridad” en Europa, no para de crecer. Las últimas encuestas electorales muestran una diferencia de más de 11% entre Nueva Democracia, el viejo partido de las tradicionales oligarquías griegas, y Syriza, en segundo lugar. El punto de inflexión del auge de Syriza a su decadencia fue la traición pos referéndum.
El Parlamento griego ha privatizado en diciembre 14 aeropuertos regionales, comprados por la empresa alemana Fraport por 1.200 millones de euros. La empresa china Cosco, que ya se había hecho con una de las terminales del puerto del Pireo en 2009, ha llegado a un acuerdo de compra del resto del complejo portuario por 370 millones de euros. La idea es convertir Grecia en el punto de entrada a Europa de los productos chinos.
La empresa de trenes griega (Trainoise), posiblemente vendida a la empresa pública de trenes de Italia, así como las empresas de agua, el metro de Atenas y parte del sistema eléctrico están dentro del plan de privatizaciones del gobierno. Lo que están haciendo en Grecia es un verdadero pillaje del país, mediante la entrega de la mayor parte de su patrimonio público al capital internacional.
La crisis económica es devastadora. La deuda pública es de 180% del PBI, la tasa de paro es del 23% y la economía se reducirá un 0,5% este año. Desde 2009, la economía se encuentra en un proceso de caída en picada, con excepción de 2014, cuando creció menos de 1%. Para aumentar la gravedad de la situación, el gobierno aprobó asimismo una durísima reforma de pensiones (citada anteriormente), bajó el salario mínimo, ha atacado la negociación colectiva y ha subido los impuestos a las familias que tienen los ingresos más bajos.
La Ley El Khomri acaba con derechos históricos de los trabajadores franceses
Francia es una de las economías más importantes del mundo, la segunda en la zona euro y también en la UE, habiendo adelantado recientemente al Reino Unido a causa de los primeros efectos del Brexit en la economía inglesa. El gran capital francés ha estado beneficiándose enormemente del mercado común europeo, aunque en una posición claramente subalterna en relación a Alemania.
En 2015 hemos visto enfrentamientos muy duros de los trabajadores franceses con el gobierno de Hollande y la patronal. La lucha contra una reforma del código laboral francés muy retrógrada, que ataca derechos históricos de la clase trabajadora francesa, conquistados tras décadas y décadas de luchas y huelgas generales, ha hecho titulares en la prensa internacional. Fotos y videos de las marchas obreras en distintos puntos del país han atraído la atención de activistas en todo el mundo. La Francia de la Resistencia contra el nazismo y del Mayo del 68 volvió a existir en la memoria colectiva de miles de personas.
La ley El Khomri, basada en la reforma laboral española, implica la primacía del acuerdo de empresa sobre la ley y el fin de los convenios por ramas, la posibilidad de despidos improcedentes, una mayor facilidad para imponer despidos y el fin de los contratos fijos. Es la destrucción de uno de los pilares del Estado del bienestar francés.
Los trabajadores franceses han protagonizado, desde el inicio del año, 9 jornadas de huelga, en las que ha participado una buena parte de los asalariados del país, con los petroleros, ferroviarios y transportistas a la cabeza. El método de lucha fueron los piquetes, el bloqueo de vías y estaciones, así como la interrupción de la producción y las grandes manifestaciones de masas.
El papel de la burocracia de la CGT, que ha perdido más de cien mil afiliados en los últimos años, al no unificar el movimiento, no organizar la huelga general y no llevar la lucha hasta las últimas consecuencias, ha provocado el desgaste y el cansancio de los sectores en vanguardia, lo que ha sido fundamental para permitir la aprobación de la reforma. Hollande hizo uso de uno de los mecanismos más antidemocráticos de la Constitución francesa, un artículo que posibilita aprobar una ley sin necesidad de tramitarla ni ponerla a votación en la Asamblea Nacional.
La represión del gobierno fue algo sin precedentes en los últimos 70 años de historia del país, en la opinión de los compañeros del sindicato Solidaires, organización que participa activamente en esta lucha. También intervinieron otros elementos, como la no entrada del movimiento estudiantil y de los profesores en el conflicto.
La lucha no ha terminado todavía, pero difícilmente se revertirá formalmente la ley por ahora. La lucha ahora se traslada a cada centro de trabajo, a medida que se vayan concretando los cambios en la legislación laboral empresa a empresa, día a día.
Francia y Grecia: la UE impone políticas de ataques a los derechos sociales
Francia y Grecia son países muy distintos, pero tienen algo en común: el papel central de la UE en los ataques a los derechos de la clase trabajadora. En Grecia gobierna el principal representante de la “nueva izquierda” “neoreformista”, que hasta poco tiempo despertaba enormes ilusiones en la vanguardia de todo el continente y ahora es el agente neocolonial de la UE y, más en particular, de Alemania. En Francia, está al frente del ejecutivo el Partido Socialista Francés, un partido que hace ya mucho perdió su carácter obrero y ni siquiera defiende un programa reformista, sino que directamente representa los intereses del gran capital francés, en combinación directa con la UE.
La UE es una máquina de guerra del capital financiero contra la clase trabajadora y los pueblos de Europa. Los ataques son brutales y se dan a escala continental, la resistencia debe darse en la misma moneda. La solidaridad entre los y las trabajadoras de todo el continente debe aumentar en la misma proporción que los ataques. Debemos retomar la movilización. Es el único camino.