Con una inflación que ya liquidó todo aumento salarial por paritarias, y los nuevos tarifazos que el Gobierno de Fernández-Massa (Unión por la Patria – UP) anuncia a pedido del FMI, sus «buenas noticias» no calman nuestra situación. Lejos estamos de la canasta familiar ($385.000 según la Junta Interna de ATE INDEC). Jubilados/as que cobran la mínima llegarán a $124.000 con el bono, pero el aguinaldo será sobre el básico de $87.000. Otro tanto sucede con los $30.000 de este mes y el próximo para privados y estatales nacionales que, en realidad, son «vales» a descontar de los acuerdos paritarios. Salarios miserables que engrosan las ganancias empresarias.
Ahora redobla la apuesta con sus anuncios sobre el Impuesto a las Ganancias, subiendo el piso de este gravamen y enviando un proyecto al Congreso para eliminar la cuarta categoría. Esto eximiría totalmente del impuesto a todos los asalariados en relación de dependencia. Sin embargo, esta medida beneficia solamente a una pequeña parte de los trabajadores, frente a los millones cuyos ingresos no superan la línea de pobreza.
La Reforma Laboral que se viene
Mientras tanto, las patronales avanzan con todo. No les alcanza con las cláusulas flexibilizadoras de los Convenios Colectivos de Trabajo, como el del petróleo en Vaca Muerta o el de Toyota. Ni los contratos masivos a plazo fijo para tareas habituales. O la exención de aportes y el subsidio a los salarios por uno (o dos años, si son jóvenes) para nuevo personal.
Van por la revancha para impulsar Reformas Previsional y Laboral «integrales», con jubilación privada y con Fondo de Cese Laboral -como en la construcción- en lugar de indemnizaciones por despidos.
Reformas que no prosperaron debido a las jornadas de diciembre del 2017. Tal como lo admitió Macri, ese enfrentamiento callejero que protagonizamos miles de trabajadores/as fue el principio del fin de su Gobierno.
Para evitar que eso se repita, han cambiado el discurso. Dicen que «no se puede ir contra un derecho adquirido». Y entonces se proponen registrar a millones de «informales» pero sin los derechos de la Ley de Contrato de Trabajo. Como de hecho ya sucede, por ejemplo, con la «economía popular» que pregonan Grabois (UP) y la Iglesia.
«Hay que mirar adelante para los nuevos trabajadores y hay mucho campo para hacerlo porque las tasas de empleo formal en Argentina son bajas», alienta Daniel Funes de Rioja, presidente de la Unión Industrial Argentina (UIA) y de la Coordinadora de las Industrias de
Productos Alimenticios (COPAL). Intentan más fragmentación de la clase trabajadora, para así debilitarnos y aumentar nuestra superexplotación.
Para ponerse en línea con esto, el Gobierno, a través del peronista Massa y la Ministra de Trabajo Kelly Olmos, han anunciado que presentarán una ley para regularizar a los trabajadores de las aplicaciones como PedidosYa ¿Cómo? Justamente permitiéndole a las empresas optar por reconocerlos como trabajadores en relación de dependencia, con todos los derechos laborales correspondientes, o… ¡Seguir considerándolos como autónomos! De esta manera les dan vía libre para seguir precarizando a cientos de miles de trabajadores que no gozan de derechos como obra social, vacaciones pagas, etc.
Organizarnos por trabajo digno
Los trabajadores no podemos aceptar migajas. La única forma de ganarle a la inflación es salir a luchar. Nuestros salarios deben cubrir la canasta familiar, independientemente de la rama, categoría, antigüedad, etc. Esto es totalmente innegociable, necesitamos terminar con las divisiones que nos impone la patronal con las paritarias y luchar con un pliego común que unifique a ocupados y desocupados.
Por supuesto que esto implica también pelear por puestos de trabajo y mejores condiciones. Hay que ponerle freno a la Reforma Laboral que están
imponiendo. Hay que forzar el pase a planta inmediato de todos los contratados, monotributistas y demás trampas que utilizan las empresas para disfrazar relaciones laborales.
Además tenemos que repartir las horas de trabajo, sin reducir salarios. De esta manera se puede combatir la desocupación, y reducir los accidentes y las enfermedades laborales. Así terminaría con las interminables jornadas de trabajo y las horas extras, a la vez que los salarios cubrirían las necesidades de las familias trabajadoras. El pueblo trabajador necesita dirigentes que estén a la altura de estas necesidades, no como los de la CGT que aplauden las medidas de Massa mientras seguimos perdiendo salario frente a la inflación. Desde abajo tenemos que empezar a organizarnos en asambleas, comités, movilizarnos, organizar piquetes, para superar a esas direcciones y construir nuevas y nuevos dirigentes al calor de las luchas que necesitamos dar.