Semana a semana la situación de América Latina no deja de agudizarse. A las movilizaciones en Haití y Chile, y la resistencia al golpe en Bolivia, ahora se suma Colombia, que hace 30 años no tenía un paro nacional de contundencia. “Aquí se respira lucha” como dice la canción, y nuestro país no es, ni puede ser una isla frente a esto.
Así como hace más de un mes Chile, Colombia despertó: “dos millones de personas salieron a las calles a protestar contra las reformas laboral, pensional y tributaria del Gobierno de Duque –auspiciadas por la OCDE y el FMI– y contra el asesinato de luchadores sociales”. Es fácil observar cómo los problemas por los que en cada país de Nuestra América se sale a pelear son muy similares. Y la respuesta del gobierno no distó de lo que hicieron los otros que se enfrentaron a masivas movilizaciones: represión brutal e intento de dialogo con las direcciones políticas y sindicales para frenar la movilización.
Bolivia: resistencia y traición
La situación en Bolivia aún no se ha estabilizado, sin embargo, el gobierno golpista de Añez continúa avanzando y no sin ayuda. Por primera vez en diez años el gobierno de Bolivia vuelve a tener relaciones diplomáticas con el de Estados Unidos. La resistencia heroica del pueblo boliviano es emocionante, da cuenta de la historia profundamente combativa de ese pueblo, de los siglos de opresión sobre sus espaldas y de la convicción de no querer dar ni un paso atrás.
Las masas bolivianas salieron a enfrentar el golpe con su cuerpo, pero Evo Morales y el MAS, apoyados por todos los “políticos progresistas” del continente, hicieron todo lo contrario. Evo renunció y se fue, para que “no se derrame sangre”, pero los muertos en manos de la represión golpista ya son más de 35. Y aun mas, los propios congresistas del MAS acordaron en la Asamblea Legislativa la convocatoria a elecciones junto al gobierno de Añez ¡reconociéndolo, así como tal! Con la excusa de “pacificar” el país, Evo y el MAS allanan el camino para que el gobierno transitorio se consolide.
Primeras líneas y generación sin miedo
Además de las reivindicaciones, otro elemento común de los distintos procesos es el surgimiento de primeras líneas, que se paran frente a la represión. En su mayoría jóvenes, aparece una generación combatiente frente a una sociedad capitalista que solo ofrece miseria, precarización e incertidumbre.
En estas primeras líneas también están las mujeres, que hace años vienen creciendo en las luchas contra la opresión y que ahora también se ponen al frente de la pelea común. No es casual el ensañamiento de la represión con estas jóvenes mediante la violencia sexual.
¿Por qué no se gana?
La lucha de los pueblos es heroica, la disposición aun a dar la vida por ella de sectores muy amplios, es impresionante. Pero ¿Por qué con eso no alcanza? ¿Por qué aún ninguno de los gobiernos que se enfrentaron con semejantes movilizaciones cayó? En esta edición de Avanzada Socialista dedicamos la página sobre la Revolución Chilena a este interrogante (ver página 8).
Sin embargo, es un interrogante común de todos los procesos y también lo es la respuesta: por el rol de las direcciones sindicales y políticas mayoritarias que frenan las peleas intentando canalizar la bronca a través de los mecanismos de esta democracia al servicio de los ricos. Así frenó la dirección campesina de la CONAIE el proceso en Ecuador, así el MAS acuerda con los golpistas el llamado a elecciones en Bolivia luego de un golpe, y se intenta desviar a la revolución chilena por la vía del acuerdo para una Asamblea Constituyente pero llamada con las reglas de los poderosos de siempre.
¿Y por casa?
La situación de nuestro país no está exenta de la del resto del continente con todas sus complejidades. La “transición ordenada” en la que estamos implica la continuidad del ajuste ahora teñido de la “esperanza” de que todo puede cambiar el 10 de diciembre. El haber dejado cumplir su mandato a Macri significó un aumento de 13 % de inflación desde las PASO hasta hoy, significó miles de despidos, significó más hambre y miseria para millones de trabajadores y trabajadoras.
Sectores amplios del kirchnerismo, dirigentes sindicales y sociales, se enorgullecen de que en Argentina la bronca se canalizó por las urnas. Esa bronca que en aquellas jornadas del 18 de diciembre del 2017 se mostró con fuerza en la calle contra la Reforma Previsional, jornada por la que hasta hoy son perseguidos luchadores como Sebastián Romero, Daniel Ruiz y César Arakaki, Bronca que en vez de ser desarrollada por las direcciones sindicales para tirar abajo el plan de Macri y el FMI, fue frenada y desviada a la idea de votar bien en el 2019. La fuerza de la marea verde por el aborto legal, que conmovió al país, fue desviada hacia el mismo lugar.
Dos años más de ajuste, miseria y muertes por abortos clandestinos sobre nuestras espaldas para mantener la “gobernabilidad”. Y hoy el gobierno de Alberto, aun sin asumir, ya habla de la herencia recibida y lo difícil que va a ser cambiar las cosas. Hasta sobre cuestiones que declaró solucionar de inmediato como la legalización del aborto, empezó a pedir tiempo.
Pero los trabajadores no tenemos más tiempo, ya esperamos demasiado. Los chicos y viejos con hambre no pueden seguir esperando, las mujeres trabajadoras y pobres tampoco. Los vientos que vienen del otro lado de la Cordillera eso nos están indicando.
Un enemigo común
Los problemas de casi todos los países de América Latina son similares, porque enfrentamos los mismos enemigos. La crisis económica mundial se agudiza y por ello más quieren descargarla sobre las espaldas de los trabajadores y trabajadoras de todo el mundo, y particularmente en los países que se llaman tercer mundo o semi coloniales. Los planes del FMI y el conjunto del imperialismo son simples: exprimirnos más, más y más nuestras fuerzas de trabajo, nuestros recursos naturales y todo lo que pueda aumentar sus ganancias.
Y, lamentablemente, ningún gobierno de los que han pasado en las últimas décadas en todo el continente, por más discursos antimperialistas que muchos de ellos hayan hecho, ha realizado cambios profundos frente a esta situación, al contrario: cada vez estamos más cerca de ser una colonia, como lo fuimos de España antes de la Revolución de la Independencia.
Una lucha común
Los trabajadores y trabajadoras de Chile, Haití, Colombia y Bolivia hoy nos muestran el camino a seguir. Apoyarlos y sumarnos a esa pelea es la tarea que hoy tenemos en toda América.
Los dirigentes políticos y sociales de todo el continente que dicen defender los derechos de los trabajadores y trabajadoras, si realmente quieren evitar una situación peor para nuestra clase, tienen que tomar medidas concretas y contundentes, que afecten realmente los intereses de los empresarios y gobiernos serviles ¿Por qué no hacer una jornada continental de Paro General para derrotar el golpe en Bolivia, por Fuera Piñera, Moise y Duque? ¿Por qué no exigir la inmediata ruptura de relaciones en cada uno de los países con los gobiernos que reprimen y matan? ¿Por qué no hacer una gran campaña por el juicio y castigo a todos los responsables de las represiones que van matando decenas de trabajadores y trabajadoras?
No podemos quedarnos sentados mientras los pueblos luchan a nuestro alrededor. El 10 de diciembre ya no hay más excusas, si Alberto será un gobierno “nacional y popular” no puede amparar los crímenes de lesa humanidad de Piñera, la represión en Colombia y Haití, ni convalidar los asesinato del gobierno usurpador de Añez en Bolivia. Tampoco nos puede decir que debemos seguir esperando para poder comer carne, que nuestros hijos tomen leche, para dejar de morir por abortos clandestinos, ni para que se deje de perseguir y reprimir a los luchadores. Y si el 10 de diciembre no se toman medidas inmediatas al respecto tenemos que salir a la calle a exigírselo, no importa a quien hayamos votado.
Hoy está a la vista que la lucha es mundial, por eso los trabajadores y trabajadoras tenemos que organizarnos internacionalmente también para poder ganar. Desde el PSTU, junto a partidos hermanos en 24 países del mundo, entre los que se encuentran el MIT de Chile y el PST de Colombia, construimos la Liga Internacional de los Trabajadores, al servicio de que los trabajadores y trabajadoras desarrollando nuestra propia herramienta revolucionaria, que se proponga hacer la Revolución Obrera y Socialista en todo el mundo, para que la ganancia de unos pocos deje de condenar al hambre y al sufrimiento a cientos de millones. Es una tarea larga y difícil, pero necesaria si no queremos que las futuras generaciones terminen en la barbarie. Te invitamos ser parte de este proyecto.