LEALTAD CON EL FMI Y LAS PATRONALES

Todo sube. Los casos de coronavirus y la cantidad de fallecidos suben (ver páginas 4 y 5). El dólar sube. Los precios suben. Las tarifas que aun no subieron, anuncian que van a subir. Sube la pobreza, la indigencia y la falta de viviendas; suben el desempleo y la precarización. Suben los alquileres y la gente que no puede pagarlos.  Lo que NO sube es el salario real de los trabajadores y trabajadoras, los puestos de trabajo y las obras públicas.

En este panorama se reunió el 14 de octubre el Consejo del Salario para discutir el aumento del Salario Mínimo, Vital y Móvil (hasta entonces en 16.875$). Las centrales sindicales, CGT y ambas CTAs, planteaban previo a la reunión que iban a exigir que dicho salario alcanzara la Canasta Básica que ronda los 46 mil pesos.   

Finalmente, sindicalistas, empresarios y Gobierno, acordaron un aumento del 28% en 3 cuotas, por lo que el SMVM aumentaría ahora a 18 900$ y llegaría a 21. 600$ recién en marzo del año que viene. ¿Qué tiene de vital este salario que está por debajo de lo que se necesita para no se indigente (19.430$)? El propio Yasky, Secretario General de la CTA de los Trabajadores, declaró que un 50% de los trabajadores del sector privado gana un salario menor a la Canasta Básica, y aun así votó a favor de este acuerdo de hambre y miseria contra los trabajadores y trabajadoras.

Lealtad y amor. ¿De quién y para quién?

Días después de este vergonzoso acuerdo vino el festejo del Dia de la Lealtad Peronista, con el que el Gobierno intentaba retomar el escenario como fuerza política, en contraposición con el banderazo opositor del 12 de octubre.

Si la foto que se quería era la de la unidad peronista, no fue la que consiguieron. Un acto virtual por allí (fracasado por ciber ataques), una caravana por allá y ausencias notorias, como la de Cristina. Sin embargo, un sector importante de la población expresó su adhesión al Gobierno.

Mucho se habló de lealtad ¿Lealtad ante quien han demostrado los funcionarios y dirigentes sindicales ahí reunidos? Lealtad ante los empresarios y el FMI, porque en lo que respecta al pueblo trabajador, estamos cada vez peor: expuestos al virus y la miseria por la política que vienen implementando.

También mucho se habló de amor, contra el odio y el rencor. Una nueva versión de el “poner la otra mejilla”.  De eso solo pueden hablar los que tienen la panza llena y las necesidades básicas satisfechas. El pueblo trabajador tiene mucho odio por el hambre de nuestros hijos, por las enfermedades evitables, porque nuestros abuelos terminan su vida indignamente, porque la violencia machista mata niñas y mujeres y nadie hace nada, odio a los ricos que viven lujosamente a costa de nuestra miseria, que amasan sus fortunas a costa de nuestra explotación. Ese odio es justo y se tiene que transformar en lucha.

Este 17 de octubre no tuvo nada que ver con el de 1945, que aun con las limitaciones de su dirección fue una enorme gesta obrera. Fue un 17 de octubre al servicio de la vieja receta peronista de Pacto Social, que es ajuste maquillado.

Acuerdo Económico y Social

Tal es así que, luego de los festejos y las palabras de amor se reunió el Acuerdo Económico y Social en el que Gobierno, empresarios y dirigentes sindicales (otra vez) acordaron 10 puntos para la reactivación productiva en Argentina, todas generalidades en función de las empresas, que omiten que la pandemia aun no pasó.

El próximo paso son las mesas sectoriales, en la que se sentarán los representantes sindicales y empresarios de cada rama de la industria a acordar como mejorar la productividad ¿Qué significa esto? Aumentar la flexibilización laboral y los salarios a la baja. Avanzar en la Reforma Laboral que, si bien impedimos con la heroica movilización del 18 de diciembre de 2017 (por la que aún se encuentra preso nuestro compañero Sebastián Romero y enjuiciado nuestro compañero Daniel Ruiz, junto Cesar Arakaki del Partido Obrero), vienen aplicando en los hechos, con el aval del Gobierno y los dirigentes sindicales.

Solo confiar en nuestra lucha y organización

Nada bueno podemos esperar de los que hablan de lealtad al pueblo y se arrodillan ante el FMI y los empresarios, ni de la oposición que hace banderazos por más beneficios para las patronales.

Aunque aún bastante por debajo del nivel de los ataques, la respuesta obrera empieza a brotar, pero de forma aislada y sectorizada. Los dirigentes sindicales traidores ponen todo su empeño en apaciguar esas peleas con acuerdos salariales a la baja (como todos los que se firmaron hasta ahora) y manteniendo aisladas las peleas que surgen.

 De igual manera los dirigentes de movimientos sociales, que ante una pelea testigo como la de Guernica (ver página 7), no hacen más que alguna declaración, mientras el Gobierno “nacional y popular” desaloja a base de represión otras tomas menos conocidas.  El FMI ya declaró que no se debe hacer obra pública para no aumentar el déficit, es decir todas las promesas de Kicillof son, una vez más, engaños para terminar con las tomas.

Ellos ponen su empeño en sostener el Pacto Social, nosotros tenemos que poner el nuestro en romper ese pacto y los acuerdos vergonzosos. Para eso es necesario organizarnos en nuestros lugares de trabajo, en los barrios o lugares de estudio para obligar a los dirigentes traidores a romper sus acuerdos o pasarlos por encima.

Un ejemplo de esto lo dieron los trabajadores textiles de Rio Grande (Tierra del Fuego), cansados de sus condiciones deplorables de trabajo y de la complicidad del Sindicato con las patronales: impulsados por algunos delegados se autoconvocaron y movilizaron a las puertas del Sindicato para exigir que se vayan todos.

No podemos aceptar la lógica que nos imponen.  Mientras nos hacen trabajar a casi todos, exponiéndonos a contagiarnos del virus, usan la excusa de la pandemia para impedir la organización de los trabajadores y la movilización. El sindicalismo que se pretende combativo, dirigido por las corrientes de izquierda que integran el FITU, tiene que dejar de hacer acciones testimoniales y con “cupo” de manifestantes, para ponerse al servicio de verdad de impulsar la solidaridad y coordinación de todas las luchas.

De esta crisis los trabajadores y trabajadores no salimos ni con “salvadores”, ni respetando las reglas que nos imponen desde arriba. Siempre que los de abajo conseguimos algo fue tomando el problema en nuestras propias manos, accionando en consecuencia y defendiéndonos con fuerza y con lo que encontramos a nuestro paso. El camino lo muestra la Revolución Chilena que a un año de su inicio no hay pandemia, ni elección que la haya cerrado (ver página 12)

 Como trabajadores y trabajadoras, nuestra única lealtad tiene que ser con las necesidades del pueblo trabajador, como fue la de los revolucionarios rusos hace “103 Octubres” (ver página 10). Solo con ese rumbo revolucionario y socialista podremos combatir la catástrofe que nos acecha.