La lucha de los obreros gráficos de AGR-Clarín ha sido, y es, una muestra heroica de resistencia al ajuste del Gobierno y las patronales. Desde su inicio se planteó como una lucha dificilísima contra los 380 despidos por parte de Clarín, la “corpo” mediática aliada del gobierno de Macri. Luego de más de 80 dias y el desalojo de la planta, es preciso sacar algunas lecciones de esta lucha.
Los obreros llevaron a la práctica la política acertada de “ocupar toda fábrica que despida”, lo que permitió el desarrollo del conflicto. Los trabajadores resistieron con fortaleza un intento de desalojo de gendarmería, que usando balas de goma y gases intentó sacarlos de la planta. Se organizaron en la ocupación y surgió la Comisión de Mujeres de AGR, apodadas “las leonas” dando muestra en primera línea de la importancia de las mujeres en una lucha obrera. Aunque en un principio sufrió la soledad de ser una de las pocas luchas en ese momento, AGR se puso de pie como un ejemplo contra el ajuste del Gobierno. Por eso y por la importancia de presentarle batalla al plan ajustador de Macri es que desde el primer día dijimos: si ganan ellos, ganamos todos.
Hoy, el desalojo de la planta es un gran retroceso en la lucha, un duro golpe a todos los trabajadores que enfrentamos el ajuste del Gobierno y a quienes acompañamos la lucha desde el primer día. Este es un hecho que no se puede minimizar.
Un rumbo equivocado
Hemos venido desarrollando una serie de debates y discusiones con el Partido Obrero quien tiene la responsabilidad de ser la conducción política del conflicto desde su inicio. Lejos de proponer acciones aisladas y sólo para los medios, desde el PSTU insistimos desde el principio en la necesidad de unir la lucha de AGR con las demás luchas en curso, las dirija quien las dirija. Eso implicaba dejar de lado las mezquindades y convocar a todos los sectores que se pronunciaban contra el Gobierno a coordinar acciones de lucha comunes, la Corriente Federal de la CGT, los Bancarios, Aceiteros, las CTA, etc. Numerosas veces planteamos la necesidad de exigir a la CGT y CTA medidas concretas y a pesar de la negativa de sus dirigentes, continuar la exigencia, junto a los demás conflictos en curso. Planteamos que era necesario tener una política persistente de reclamo de solidaridad a todo el arco político opositor. Por otro lado manifestamos la necesidad de que el conflicto se extendiera al resto de las plantas del grupo Clarín, empezando por la planta Zepita, donde en varias oportunidades recaudamos aportes al fondo de lucha de AGR. En el mismo sentido propusimos una gira a Comodoro Rivadavia para empalmar la lucha de AGR con la resistencia de los petroleros que masivamente impulsaban medidas contra despidos. Luego de ir con los obreros de General Motors a solidarizarse a la planta de Pompeya, insistimos en la necesidad de unir ambas luchas, pero a esos planteos la respuesta fue la negativa. El mayor ejemplo se dió en un día histórico para la clase trabajadora.
El 7 de Marzo había un lugar preciso donde debía estar la lucha de AGR-Clarín. Donde se podría haber fortalecido pegando un salto, ganando alcance nacional y una ubicación inigualable ante el resto de los trabajadores del país. Ese lugar era en el acto de la CGT. No porque había que confiar en sus dirigentes traidores, sino, porque había que confiar en su base obrera. Compuesta de peronistas, kirchneristas, trabajadores de izquierda o independientes, desbordó a su conducción al grito de “PARO GENERAL!” y “PONELE FECHA AL PARO!” y corrió a los dirigentes traidores a botellazos. Esa era una oportunidad inigualable para que AGR junto a otros sindicatos combativos encabezara esa rebelión, copara el palco y se postulara como alternativa de dirección para luchar. Pero la política del PO llevó a los trabajadores de AGR lejos de allí, a varias cuadras del lugar, para cantarse a si mismos la necesidad del paro. El PO prefirió un acto propio y de espaldas a un acto obrero multitudinario que era desbordado por la bronca.
El operativo de desalojo y el abandono de la planta
No hay duda de que las imágenes de los obreros abandonando la planta de AGR en medio de abrazos y llantos contenidos son un reflejo del duro golpe que sufrió la lucha. Sobre este punto existe un debate en curso entre el PTS, el Partido Obrero y otros. No tenemos elementos para definir si había posibilidades de hacer algo distinto ante el operativo de desalojo, luego de 80 días de desgaste y con pocos trabajadores dentro. No compartimos con el PTS el planteo de que “mas cortes” hubieran cambiado la situación, conflictos como Lear o Gestamp han demostrado que las acciones de una pequeña vanguardia desprendida de la base y sin política para el conjunto llevan a derrotas. Lo que sí nos parece es que no se puede justificar la no resistencia en que la policía tenía armas. Toda ocupación tiene que prepararse para un eventual desalojo. Es una lección que nos ha dejado la historia de los trabajadores en nuestro país y el mundo. Sin ir mas lejos, la ejemplar resistencia encarada por los obreros de Emfer-Tatsa en 2014, con medidas de autodefensa, plantando una grúa contra los hidrantes, fabricando escudos y armándose con todo tipo de herramientas fue lo que permitió evitar el desalojo por parte de la policía (armada con escopetas, hidrantes y gases) y llegar a una negociación que permitió conservar los puestos de trabajo. Otro ejemplo fue la resistencia en la textil Brukman, Zanón y hasta los Dragones (petroleros). Es decir, las patronales y gobiernos han usado armas de todo tipo para atacar a los trabajadores, la diferencia siempre ha residido en la preparación para resistir y la solidaridad y el apoyo popular. En el caso de AGR algo es cierto, el Gobierno ha logrado evitar el costo político de tener que reprimir obreros que exigían conservar sus puestos de trabajo. Macri logró su objetivo sin pagar la cuenta.
Todo el apoyo a los trabajadores
Aún con el durísimo golpe recibido la tarea es rodear de solidaridad a los trabajadores que aún resisten y luchar juntos por su reinstalación. Para eso, es preciso sacar lecciones de lo que fue el conflicto hasta hoy. El caso de Brukman demostró que incluso luego de un retroceso como el desalojo, con una feroz resistencia en aquella ocasión, se pudo seguir y hasta volver a ocupar la planta. No podemos descartar el desenlace, pero dependerá en última instancia de como la lucha de AGR recobra fuerza entre los propios despedidos y logra una verdadera unidad con todos los sectores que hoy luchan contra el Gobierno.