El pasado 25 de enero se cumplieron 30 años de la muerte del fundador de la corriente de la cual nació el PSTU, y figura ineludible para casi toda la izquierda argentina, dividida entre seguidores y detractores de su pensamiento. Para quienes lo consideramos nuestro maestro, esta fecha no es solo un homenaje a su figura, sino una demostración de la actualidad de sus ideas: la lucha incansable por construir, desde la clase obrera, un partido internacional de la revolución socialista; que guíe a las masas trabajadoras a la victoria mundial sobre el imperialismo y sus agentes para construir el socialismo.
¿Quién fue Nahuel Moreno?
Nahuel Moreno nació como Hugo Miguel Bressano Capacete un 24 de abril de 1924 en América, Partido de Rivadavia (Provincia de Buenos Aires) y tuvo una activa participación en el movimiento trotskista internacional y en la izquierda argentina, fundando distintas organizaciones y partidos de izquierda en su país: Grupo Obrero Marxista (GOM), Partido Obrero Revolucionario (POR), Movimiento de Agrupaciones Obreras (MAO), Palabra Obrera, Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT, y luego PRT-La Verdad), Partido Socialista de los Trabajadores (PST), Movimiento al Socialismo (MAS).También fue parte de la fundación de diferentes partidos en otros países de Sudamérica
A nivel internacional mantuvo relaciones con diferentes dirigentes y partidos trotskistas de todo el mundo, y participó siempre en las luchas políticas entre las distintas fracciones del trotskismo, desde el Segundo Congreso de la IV Internacional, en 1948, hasta su ruptura con esta en 1979, luego en la formación de la Cuarta Internacional – Comité internacional (CI-CI) y finalmente con la fundación de la Liga Internacional de los Trabajadores – Cuarta Internacional (LIT-CI) en 1982, con el objetivo permanente de regenerar y reconstruir la IV internacional fundada por León Trotsky.
El trotskismo tiene que estar con la clase obrera
El trotskismo argentino de principios de los ‘40 se hallaba al margen de la realidad, concentrado en charlas de café. Decidido a romper con esa situación, Moreno llevó a su grupo -unos cuantos jóvenes activistas acercados con ayuda de un obrero boliviano a ligarse a las luchas obreras; concentrando su acción política en la Avellaneda industrial de aquellos años, en donde se instaló.
Allí fue construyendo su organización, participando de las luchas cotidianas de los trabajadores y llevándoles las propuestas del programa de la revolución socialista. De esa manera surgió uno de los puntos cardinales del pensamiento de Nahuel Moreno: la necesidad de estar junto a la clase obrera, de construirse en este medio.
De ese modo, Moreno y sus seguidores estuvieron siempre junto al movimiento obrero, en sus victorias y derrotas; sin dejarse impresionar por las “modas políticas” de turno, como la guerrilla, que fascinó a miles de luchadores luego del triunfo de la revolución cubana para terminar llevándolos a la derrota y la muerte. Pero sin ceder tampoco a la ideología política de las masas obreras (como el peronismo), sino que por el contrario siempre se hizo el mayor esfuerzo por divulgar entre ellas el programa de la revolución socialista.
El trotskismo y su programa no tienen razón de ser fuera de la clase obrera. Nuestro objetivo es que sean los trabajadores los que le saquen el poder a la patronal, imponiendo sus organizaciones democráticas, para construir el socialismo en todo el mundo; para lo cual es necesario que tengan una dirección política surgida desde sus propias filas, constituida por sus mejores luchadores.
Lo que Moreno entendió, es que además este camino no admite “atajos”: para que los trabajadores hagan la revolución, necesitan una dirección salida de sus filas; es decir, un partido revolucionario formado por obreros, forjado en las luchas de todos los días.
Los intentos por reemplazar la acción política de los trabajadores y el pueblo, ya sea con grupos armados o figuras electorales, terminaron en la derrota, o en la adaptación al capitalismo. El camino que seguimos, el que nos marcó Moreno, es el único que puede llevar a los trabajadores al poder, por largo y difícil que sea.
La internacional
Siendo la corriente más revolucionaria de todo el espectro político a nivel mundial, el trotskismo fue duramente perseguido tanto por las dictaduras nazi-fascistas de los años ’30 como por la mafia estalinista que usurpó el poder en la Unión Soviética; quedando casi extinto al terminar la Segunda Guerra Mundial.
En ese contexto, un puñado de jóvenes dirigentes se dio a la tarea de reconstruir el trotskismo y la IV Internacional; de mantener viva la teoría, la práctica y la tradición revolucionaria de Marx, Lenin y Trotsky. A ellos se les sumó Nahuel Moreno desde el ya fundado GOM, tras asistir en 1948 al II Congreso de la IV Internacional.
Conectarse con el resto del trotskismo le permitió tener una mejor visión de la realidad mundial, de la que se desprenden las realidades nacionales. Pero, sobre todo, le permitió ver que, además de solidarizarse y conectarse con las luchas en otros países, ser internacionalista es unir los esfuerzos militantes de diferentes países para construir una dirección internacional que oriente y construya partidos revolucionarios en cada país, tal era el objetivo de Trotsky al fundar la IV internacional.
Adoptando esta visión del internacionalismo como un pilar de su pensamiento, Moreno ayudó a la edificación de partidos en Perú, Brasil, Colombia, España, Portugal; participó y coordinó agrupamientos internacionales al interior de la IV, para combatir las políticas erróneas de la dirección; e incluso impulsó una brigada de combatientes internacionales para luchar junto a las masas en la revolución nicaragüense: la Brigada Simón Bolivar. Después del triunfo los brigadistas fueron recibidos como héroes en Managua. Pero, después impulsar la creación de gran cantidd de sindicatos, la Brigada fue expulsada de Nicaragua por el sandinismo.
La dirección del SU se negó a denunciar la expulsión y la tortura de los brigadistas por el gobierno de Panamá. Eso, sumado a la prohibición de construir partidos trotskistas en Nicaragua y Cuba, motivó la salida de la corriente de Moreno del Secretariado Unificado – IV internacional que lo llevó, tras un intento fallido de agrupamiento internacional, a fundar la LIT-CI; con el objetivo de reconstruir la IV internacional.
En la actualidad, quienes formamos parte de LIT-CI seguimos tras ese objetivo, el de reconstruir la IV internacional, la dirección política que los trabajadores del mundo necesitan para acabar con el capitalismo imperialista e imponer el socialismo.
Un defensor de la teoría marxista
El otro pilar fundamental del pensamiento de Nahuel Moreno era la teoría marxista: el método de análisis científico de la realidad forjado por Marx y Engels, y enriquecido por Lenin, Trotsky y otros revolucionarios.
Él enseñó que para hacer política revolucionaria había que actuar como un médico serio, que sólo indica un tratamiento después de realizar los análisis necesarios y dar un cuidadoso diagnóstico. Por eso siempre fue crítico con los dirigentes que elaboraban teorías en base a intuiciones y golpes de vista que invariablemente se adaptaban a las presiones, a las modas políticas de turno.
Quienes formamos la LIT-CI, hemos seguido siempre este consejo de Moreno. Y aunque no ha sido fácil, la lucha cotidiana de las masas nos permite resistir al aluvión de charlatanes, ya que sus propuestas no están a la altura de la necesidad suprema de los explotados y oprimidos de todo el mundo: el acabar con el imperialismo y construir un mundo socialista.