Considerado por la historia oficial como el máximo héroe nacional, homenajeado por todos los gobiernos, estudiado como parte de su educación básica por generaciones y generaciones; los sectores de poder de nuestro país han hecho un culto al jefe militar de la revolución que ellos mismos traicionaron; una revolución inconclusa que aún hoy nos deja tareas y enseñanzas a los trabajadores
La lucha de San Martín enseñó la necesidad de una organización con un programa político claro y a la altura de las circunstancias. En su caso, esas organizaciones fueron las diferentes sociedades secretas que nucleaban a los patriotas más decididos en Europa y las colonias; y ese programa era la destrucción del sistema colonial americano, y su reemplazo por la unión de naciones libres.
Con esa idea pasó de oficial del ejército español a general revolucionario -demostrando que, ante la lucha decidida de las masas, las fuerzas armadas pueden dividirse; emergiendo un sector que se niegue a ser asesino de su propio pueblo-, organizando las unidades militares que garantizaron la victoria definitiva sobre la dominación española en el continente, empezando por barrer del gobierno patrio a los sectores conciliadores, para imponer un gobierno que impulsara la lucha por la liberación.
Y en Cuyo, demostró en los hechos que para lograr la Independencia había que avasallar o directamente tomar las propiedades y negocios de los sectores acomodados: los fuertes impuestos a hacendados y comerciantes, y las expropiaciones a españoles sospechosos así lo demostraron
Traicionado por las clases dominantes
Tras liberar Chile y Perú, San Martín se vió asfixiado por la traición y el abandono de los mandatarios de Buenos Aires, demostrando el nulo interés de las clases dominantes en la libertad de sus países. Por eso, entregó el mando de tropas a Bolívar y se exilió en Europa, alejándose de las prácticas de la recién surgida clase dominante.
San Martín buscaba liberar el continente para crear fuertes naciones capitalistas, unidas frente a las potencias extranjeras. Pero la clase social que debía cumplir esa tarea -los empresarios y terratenientes- era incapaz de llevarla a cabo, y una vez ésta conquistó el poder, volvió a entregar el país al sometimiento de las potencias extranjeras; sumando a su explotación sobre los pueblos, el saqueo imperialista.
Hoy, que los trabajadores y el pueblo luchamos contra ese doble yugo, tenemos que tomar el camino trazado por San Martín y los demás libertadores, pero con un contenido diferente: ahora toca liberar tanto a nuestros países como a nuestra clase, construyendo una América Latina libre, unida, obrera y socialista.
San Martín en el siglo XXI
Para eso, como durante la Primera Independencia, es necesario forjar en las luchas obreras y populares, el equivalente a San Martín y sus logias patriotas: el partido socialista y revolucionario que agrupe a los mejores luchadores. El PSTU y la LIT están al servicio de la construcción de ese partido, e invitamos a sumarse a quienes quieran luchar por la Segunda Independencia.