LIBRES DE DERECHOS, ESCLAVOS DEL MERCADO

En las últimas semanas tomó relevancia la figura de Javier Milei. Un economista de la “escuela austríaca”, seguidor de los liberales Ludwig von Mises y Friedrich Hayek. A grandes rasgos plantea un Estado mínimo, la eliminación del Banco Central, la desregulación de toda la economía y la eliminación de las paritarias para los trabajadores. Según Milei, todas estas propuestas se basan en el ideal de libertad.

¿Pero de qué libertad estamos hablando?
Lo que quiere decir es que los empresarios deben tener la libertad de explotarnos sin restricciones. Los salarios se deben negociar directamente con la empresa, los sindicatos deben ser ilegalizados y la empresa debe echar y tomar gente cuando quiera. La desprotección de los trabajadores para Milei tiene que ser política de Estado.
En los últimos días este “gran crítico” de la casta política y de la corrupción admitió que no descartaría una fórmula presidencial en 2023 con Patricia Bullrich, ministra de De la Rúa, kirchnerista y ministra de Seguridad durante el gobierno de Macri. Bullrich se encargó desde su ministerio de impulsar una política de persecución a luchadores que se manifestaban, de encubrir el asesinato de Santiago Maldonado por Gendarmería en 2017, de felicitar a los policías que mataban chicos por la espalda en los barrios y de perseguir a nuestro compañero Sebastián Romero, por defenderse con un fuego artificial de los ataques de la policía, entre un largo prontuario.
Parece que para Milei la libertad no es un derecho de los pibes humillados en los barrios o de los trabajadores/as y jubilados/as que ven consumirse sus salarios y haberes con la inflación. Para Milei la libertad consiste en la miseria y la pobreza para los trabajadores, mientras que las empresas se llevan todas las garantías para despedir o rebajar sueldos según su consideración. Por eso no es de extrañarnos que retome en su discurso la “necesidad” de una Reforma Laboral.

¿Es la libertad que necesita la juventud trabajadora?

Si bien su personaje, su apariencia de rockstar y su discurso desinhibido con frases “anti política” pueden llamarnos la atención, no debemos confundirnos en cuanto a sus intereses. Su programa va en contra de nuestras necesidades y de nuestros derechos.
La realidad de la juventud actual es terrible. Trabajos súper precarizados y un alto porcentaje de desocupados/as. Dentro de los/as ocupados/as un gran número corresponde a trabajos informales con salarios que apenas llegan al salario Mínimo Vital y Móvil ($29.000). Peor si nos adentramos en la situación la juventud más oprimida como las jóvenes mujeres y el colectivo LGBTI+. Para esta problemática Milei lo que propone es que el Gobierno mire para otro lado. Lejos de regularlo o exigir mejores garantías, propone darle más derechos a las empresas para que profundice aún más la desigualdad.
Además, la reducción del gasto público significa que se deje de destinar presupuesto para la educación, salud y obra pública, ya que en su propuesta estas sólo estarían en manos del sector privado.
No podemos permitir que nos quiten los pocos derechos que hemos logrado ganar a través de las luchas y las movilizaciones, como el derecho a la salud estatal gratuita o al aborto, que debe ser garantizado por el Estado en los hospitales públicos para todo cuerpo gestante que lo quiera realizar. Para todo ello se necesita del gasto público, algo que el discurso reaccionario de Milei no aprueba.

El circo antisistema de Milei es el sueño de los dueños del sistema.

Lejos de ser un salmón e ir contra la corriente, es un pescado de los poderosos con un discurso que pareciera estar escrita por los CEO’s de las multinacionales. Por otra parte, lo que Milei presenta como ideas “nuevas”, son ideas tan viejas como el sistema capitalista en sus inicios, hace quinientos años, de máxima crueldad para hombres mujeres, jóvenes y niñes, cuando las jornadas eran de 20 horas, en condiciones altamente insalubres y de hacinamiento, sin descanso semanal, vacaciones, derecho a faltar por enfermedad, cuando las madres obreras eran obligadas a parir y amamantar al lado de la máquina.
Necesitamos ser críticos y no confundirnos cuando escuchamos la palabra libertad. Lejos de darnos más, sólo quiere librarnos de nuestros derechos y atarnos a mas sometimiento y dependencia a EE.UU y las potencias hegemónicas.
Nosotros necesitamos de otra libertad, una que le ponga fin a la opresión y explotación con que este sistema repugnante nos ataca.
No hay salvadores, ni salvación individual, en el sistema capitalista imperialista que arrasa con todo en su afán de lucro. Necesitamos organizarnos para pelear como parte de la clase trabajadora, uniendo nuestra fuerza y audacia a la experiencia de quienes vienen luchando hace años.
Nuestra historia y la tradición de la clase obrera muestran el lugar de avanzada que les jóvenes estamos llamados a ocupar. Así fue en las guerras de la Primera Independencia Latinoamericana o en la de Malvinas. Nos toca ahora ir por una Segunda y Definitiva Independencia, con la clase obrera en el puesto de mando y sus jóvenes al frente, porque para cambiar nuestras vidas la única salvación y salida verdaderamente antisistema es una revolución obrera y socialista.