Las elecciones juegan un rol importante en nuestra sociedad: determinan qué fórmula nos va a gobernar durante cuatro años. Pero no sólo es eso. Lo más importante es que justifican por qué esas determinadas personas nos mandan. Y junto con ello cómo lo van a hacer. Piénselo: ¿Por qué hay tarifazo? Porque son las medidas adoptadas por el gobierno de Macri. ¿Y por qué puede adoptar estas medidas? Porque tiene la “legitimidad” de haber sido elegido.
Pero cuántas veces uno se ha preguntado: ¿para qué ir a votar? Si todo va a seguir igual. Total siempre ganan los mismos. Es más, Macri fue elegido, pero sabemos que no gobierna para nosotros, sino para los empresarios. ¿Al final para qué sirven las elecciones? Muchos de nosotros nos preguntamos eso.
Por eso, los grandes partidos tradicionales ya no logran arrasar electoralmente como antes. Muchos se encuentran fragmentados en distintas opciones bailando por un voto. ¿Cuántas variantes de peronismo y radicalismo hay?
Por todo esto, el sistema electoral argentino está en crisis. Cada vez son más los que descreen en él o se dan cuenta que es una farsa. Pasan los gobiernos y todos tratan de arreglar este desprestigio creciente. Saben que parte de su poder depende de ello. Todo esto es lo que nosotros llamamos “recomponer el régimen”.
La conjura de los necios
La reforma electoral que el macrismo viene impulsando en las últimas semanas es parte de esto. Busca reparar el sistema electoral dándole más fuerza a los partidos más grandes, en detrimento de los más chicos.
En primer lugar, prohíbe el corte de boleta en las PASO. Esto significa que ya no se podrían elegir distintas listas para distintos cargos como se podía hasta ahora. En los hechos, esto es restrictivo para los partidos chicos, ya que no podrían acceder al voto democrático y al corte de boleta. Como las PASO siguen teniendo un piso proscriptivo del 1,5% de los votos, se sumará una dificultad más para seguir en campaña. Esto permite que en una segunda vuelta, al haber menos partidos, se concentren los votos en una sola opción.
En segundo lugar, se elimina la lista sábana, en la cual uno vota la lista de un partido para un cargo en su conjunto (incluyendo cualquier impresentable que esté incluido). Pero la cambia por algo peor. En la boleta sólo figurarán los primeros tres candidatos, pero no el resto. Con lo cual perfectamente los partidos patronales ocultarán a los innombrables que siempre suman, para evitar que les quiten votos.
En tercer lugar, en las PASO uno ya no votaría una fórmula presidencial, sino al candidato a presidente solo. Esto favorece arreglos por atrás entre los distintos candidatos patronales. El que perdió podría cerrar con el ganador como vicepresidente para las elecciones generales. En última instancia, el poder elegir sería una simple y burda farsa.
En cuarto lugar, se implantaría nacionalmente el voto electrónico. Este sistema ya demostró en las elecciones de CABA las dificultades que tiene para el conteo de votos, ignorando algunos y sumando mal otros. En numerosos países se lo abandonó por los problemas que trae: la facilidad de hacer fraude y la capacidad de adulterar votos. Esto se debe a que resulta poco transparente al conjunto de la población.
En último lugar, la reforma plantea el aumento del cupo femenino al 50% de los candidatos. Esto, en primera instancia, puede parecer un avance. Pero con ello nos quieren hacer creer que esa es la forma en la que las mujeres podremos conseguir nuestros derechos. Sin embargo, la cuestion no es si los diputados son mujeres o varones, sino para los intereses de quién gobierna. Así, las mujeres de los partidos patronales gobiernan para esos intereses, contrarios a los de las trabajadoras.
Conclusiones: en el camino
Como se puede ver la reforma electoral que se está planteando busca reforzar un sistema político que está en crisis, tratando de fortalecer a los partidos patronales. Uno de los argumentos que usan constantemente es que ganaron la elección y, por tanto, pueden aplicar el ajuste. Si no, ¿cómo justifican ellos que lo pueden implementar?
Aunque parezca lo contrario el sistema electoral es una farsa para gobiernen unos pocos que siempre son los mismos en favor de los empresarios. Mientras los trabajadores y el pueblo pobre pagamos los platos rotos. Por eso, no hay elección ni reforma electoral que vaya a salvarnos. La mejora de las condiciones de vida será obra de nuestra lucha o no será.