Desde hace años, los trabajadores del Teatro Colón han venido denunciando el vaciamiento, destrucción y las propias condiciones laborales en las que se ven inmersos por parte del gobierno Nacional y de la ciudad. Los días 16,17, 20, 21 y 22 de diciembre el Ballet Estable del Teatro Colón presentó Giselle (versión del ballet romántico de Maximiliano Guerra) en el Anfiteatro Eva Perón del Parque Centenario. Los bailarines coronaron su saludo final con grandes carteles que decían BASTA.
El intento de privatización del arte y la cultura no comenzó en 2016. Lamentablemente la política de ajuste y recorte presupuestario lleva más tiempo, de hecho, muchos de los trabajadores “estables” del teatro, están precarizados. Tal como denuncian los bailarines, sus funciones (que ya eran escasas) son canceladas con poca antelación sin otra explicación que “un error de programación” (palabras de Lopérfido en una entrevista para Clarín), y en vez de eso, le dan lugar a recitales, festivales y demás eventos que son parte de los negociados del gobierno de Macri. Además, al ser eventos no preparados para tener lugar en el teatro afectan su acústica, destruyendo lentamente este gran patrimonio.
Esto se suma a las cada vez peores condiciones de trabajo de los bailarines, quienes sufren adelanto de vacaciones, falta de equipo médico especializado y demás situaciones que los llevaron a organizarse y denunciar tales hechos públicamente a través de su página de Facebook. No es casualidad que encontremos, también en las redes sociales, la campaña que está organizando el mundo de la danza y el teatro independiente en búsqueda de un nuevo espacio para Café Müller, legendaria sala y semillero de artistas que tuvo que cerrar sus puertas hace unas pocas semanas gracias a los violentos tarifazos y a la escasez de público.
Los bajos salarios, la inflación, el aumento en los servicios y transporte, y los constantes ataques a la educación pública y en especial la artística (la reforma de la NESC, haciendo recortes brutales en los planes de la escuela secundaria, devaluando títulos, y el 0% de aumento de presupuesto a la Universidad Nacional de Arte) propician las condiciones para que sea cada vez más difícil el acceso del pueblo y la clase trabajadora al arte y a la cultura. Cada vez menos personas pueden disfrutar y enriquecerse en un espectáculo, cada vez menos jóvenes pueden iniciar una carrera artística de calidad.
La negación sistemática de la danza por parte de los distintos gobiernos forma parte de este plan de ajuste, que privatiza y destruye los espacios públicos y le da la espalda a la investigación y producción local. Por ejemplo, El IX Festival Buenos Aires Danza Contemporánea, de vital importancia para la comunidad, que tuvo lugar del viernes 2 al domingo 11 de diciembre de este año, se realizó a último momento gracias a la presión y organización de la comunidad de la danza; que cuando vio que se acercaba fin de año y no se abría la convocatoria realizó denuncias públicas y solicitó en varias oportunidades reuniones con el área de cultura de la Nación. Asimismo, desde el 2014 no se abre la discusión para obtener una Ley Nacional de Danza, permitiendo la extrema precarización de quienes no trabajan en el ámbito estatal, dejándolos sin obra social, ART, aportes, y posibilidad de sindicalizarse.
Bailarines, coreógrafos, docentes e investigadores debemos organizarnos como trabajadores de la cultura y luchar contra el plan de Macri junto con el resto de la clase trabajadora. Tenemos que exigir más presupuesto para educación, basta de recortes, vaciamiento de nuestras carreras y devaluación de títulos. No a la utilización de los espacios públicos para los negociados de Macri y sus amigos; más funciones del Ballet Estable dentro del Teatro Colón con entrada libre y gratuita. Por condiciones de trabajo dignas para todos los trabajadores de la cultura, basta de precarización. Por más espacios públicos donde desenvolvernos como artistas, y ayuda económica a los espacios independientes que propician el desarrollo de la enseñanza y producción propia.