El 24 de febrero una movilización llamada por ATE congrego a los estatales y docentes de la provincia de Buenos Aires a una movilización de decenas de miles de trabajadores que se pusieron de pie frente a la ofensiva de la dupla Macri-Vidal que descarga la crisis con despidos, aumentando la cantidad de compañeros que pagan ganancias y recortando los salarios a un techo del 25 %.
La fuerza de la movilización logró que a regañadientes, después de varias vueltas, el SUTEBA Celeste de Baradel se sumara a la movilización, que ya había incorporado a los SUTEBAs opositores. Allí se demostró que con la movilización masiva no hay Protocolo que valga.
Después de esta participación, que ponía en peligro unas paritarias tranquilas y con las manos libres para los dirigentes, vino la entrega. Antes que cante el gallo, la CTERA cerró las negociaciones con un mentiroso 25% en tres cuotas y le regalo a Macri el presente de garantizar un inicio de clases tranquilo. El SUTEBA K, el que inflama sus discursos con la resistencia, en consonancia con sus compinches de la CTERA, juntos cerraron las negociaciones, pretendiendo disciplinar a los docentes de todo el país, cumpliendo con su verdadero destino, hincarse de rodillas al dios de la ganancia capitalista y entrar, junto con las CGT (que a cambio recibieron 26.000 millones para las obras sociales), y el Frente para la Victoria en el acuerdo de garantizarle a Macri la gobernabilidad.
Después de abrazarse Yasky y Baradel festejando este acuerdo como un triunfo, disfrazando los números y soltándole las manos a 7 provincias que siguen luchando, se llama en Buenos Aires a una consulta fraudulenta y sin fiscalización que consuma la traición.
Como siempre ellos la justifican, porque la culpa la tienen las bases porque votaron a Macri, entonces se merecen este destino.
Mienten, el ajuste tiene resistencia. Los estatales luchan, pero aislados por municipio, por repartición y oficina resistiendo los despidos, que a pesar de dejarlos solos los sindicatos tal es su bronca y su lucha que lograron la revisión de algunos despidos. Los docentes vuelven a clase para ver que en el verano no se puso un clavo en las escuelas destruidas. Que los comedores siguen a 6$ por alumno y que los planes de enseñanza siguen transformando a la escuela pública y estatal en escuelas vacías de conocimientos. Que las nuevas palabras son valores, habilidades y destrezas y el saber científico, quede en las escuelas de los ricos, quieren que enseñemos a los pobres a ser pobres.
Por eso en las escuelas rápidamente suena el chamuyo del Gobierno y sus nuevos amigos de todos los sindicatos docentes y la bronca se generaliza y la única traba para luchar es la dirección. Por eso no puede haber asamblea, reunión de delegados y reunión de base que no empiece por exigir a todos los sindicatos, en especial al Frente Gremial, que rompan con el Gobierno y sus vergonzantes pactos y se pongan al servicio de lo que decidan las bases. Que rompan el aislamiento de las provincias que están luchando y se llame a un paro solidario para parar la represión como la agresión a activistas y persecución en Santiago del Estero.
Por eso necesitamos una nueva dirección que rompa el corralito de los sindicatos que dividen lo que está unido en las escuelas y se decida en asambleas, por lugar de trabajo y distrito y que se elijan delegados, que se termine en un gran congreso que dirija el conflicto. Que allí se nombre a los paritarios, que no se muevan sin permiso de sus mandatos. Y que se hermanen con el resto de los estatales, pues tenemos un mismo patrón.
Basta de burócratas que nos dividen, nos culpan de sus traiciones y en nuestro nombre ponen por delante de nuestras necesidades los acuerdos políticos con el Gobierno para garantizar la gobernabilidad, es decir la ganancia capitalista.
Necesitamos una nueva dirección, y ésta para ganar sólo puede salir de ser ejecutor de las decisiones y voluntad de las bases.