Al 10 años de las grandes movilizaciones que marcaron el fin del gobierno de Dilma Rouseff, reproducimos un extracto del artículo publicado en “Opinión Socialista”, del PSTU Brasil.
Por Eduardo Almeida
“Junio 2013” expresó un Brasil diferente a todo lo que habíamos visto antes (…).
Las grandes luchas sindicales de los años 80 hirieron fuertemente a la dictadura, enfrentaron a los sectores patronales y, en ocasiones, también a la Nueva República. Trajeron a los trabajadores y trabajadoras al primer plano (…), estuvieron en el origen del surgimiento de la CUT y el PT.
(…) “Junio 2013” tuvo a las masas populares como protagonistas (…). Esto tiene que ver con las profundas consecuencias sociales de décadas de planes neoliberales, aplicados por los gobiernos del PSDB y del PT, que cambiaron al proletariado brasileño. (…)
Espontaneidad
Quien salió a la calle ya no era el proletariado, como clase social organizada, de los años 80. Era una masa popular precaria, con el proletariado disuelto en ella.
La espontaneidad de 2013 demostró que toda la superestructura sindical y política estaba completamente fuera de sintonía con la realidad. Las movilizaciones estuvieron marcadas por colectivos, formados desde las propias calles. Los sindicatos, en general, estuvieron en la retaguardia del proceso. Los grandes partidos políticos, tanto los burgueses como el PT y el PSOL, estaban a la defensiva (…)
El rechazo a los partidos políticos también conmocionó a los militantes de izquierda. Nuestras banderas rojas, las del PSTU, fueron confundidas con las del PT y también repudiadas.
Nos enfrentamos a sectores de ultraderecha en las calles. Pero quienes generalizan el peso de este sector están completamente equivocados. Eran grupos minoritarios, que intentaron apropiarse de las movilizaciones.
La represión comenzó a infiltrarse en los “black blocks”, para hacer provocaciones al final de las marchas y abrir espacios para represión.
Lamentablemente no se organizó un sector de vanguardia en defensa de las marchas, contra la policía y la ultraderecha. Nuestros intentos en esta dirección chocaron con los grupos anarquistas y los “black blocks”.
Como terminó Junio 2013: Los límites de la movilización espontánea
Las grandes acciones del movimiento de masas, incluso las más grandes y con mayor potencial transformador, no tienen ningún resultado predefinido, de antemano (…).
En todo proceso revolucionario, la combinación de factores objetivos y subjetivos es decisiva. Los trabajadores son impulsados a la acción por su situación de vida concreta (…). Esto, la mayoría de las veces, es muy positivo y, en un principio, escapa a los frenos del liderazgo político burocrático.
Pero, en el resultado de los procesos, el peso de las direcciones es determinante (…).
El agotamiento de las movilizaciones y el desvío a la vía electoral
Junio de 2013 no logró cambiar el país para mejor. No acabó con los planes neoliberales y no superó la democracia burguesa a través de un proceso revolucionario. No es culpa de las masas y su energía en ese momento (…).
(…) El conjunto de direcciones sindicales y políticas, burguesas y reformistas, apostaron por un desenlace electoral, por la disputa “Dilma x Aécio”. “Junio 2013” no fue derrotado por la represión. Fue vaciado y canalizado a las elecciones de 2014. (…)
Falta de dirección: Las principales limitaciones de 2013
El PT tuvo responsabilidad directa por los problemas y limitaciones de “Junio de 2013”. En primer lugar, por los planes neoliberales que rebajaron el nivel de vida, precarizaron y desorganizaron al proletariado. Segundo, porque está directamente en el gobierno federal y en algunos estados y municipios. En tercer lugar, por su canalización electoral.
El PSOL desapareció de escena en junio de 2013. No jugó un papel importante, sin acción en el movimiento.
Las vanguardias surgidas de aquellas luchas tenían un gran peso anarquista y un fuerte rechazo a lo “viejo”. Pero esto trajo una gran inconsistencia estratégica, negando la organización necesaria para el avance de las masas (…). Los grupos anarquistas crecieron y desaparecieron rápidamente, demostrando su inutilidad en estos procesos.
En mi opinión, incluso el PSTU, presente y activo en las manifestaciones, fue incapaz de responder a las necesidades de ese momento. Buscábamos vincular a esa juventud de la calle con el proletariado en las fábricas, desarrollar los procesos embrionarios de autoorganización y organizar la autodefensa de las manifestaciones. Sin embargo, no pudimos estar a la altura del desafío de 2013. Ese es un tema para discutir.
En esencia, no se logró generar, en las principales movilizaciones del país en décadas, una dirección alternativa a las tradicionales (…). El proletariado, sujeto social necesario de una revolución socialista, no estaba presente como clase. No hubo una dirección revolucionaria con el peso de las masas, ya construida antes, ni fue posible avanzar en esa dirección al calor de ese proceso. Estas fueron las principales limitaciones de las Jornadas de junio de 2013.