Como venimos informando en nuestro periódico, todo comenzó cuando el plenario de delegados de petroleros privados rechazó el acuerdo sobre los 1800 despidos (a cambio de un pago de 20 mil pesos por seis meses) firmado y defendido por Loma Ávila, el principal dirigente del sindicato. El plenario de delegados no sólo rechazó el acuerdo, sino que impuso un plan de lucha, que comenzaría con 48 horas de paro (además de la adhesión al paro general del 6 de abril) si es que se mantenían esos despidos disfrazados de suspensiones. Los dirigentes tuvieron que informar a las operadoras petroleras que rechazaban el acuerdo que anteriormente habían firmado. Por su parte, el ministro Aranguren levantó la reunión que estaba programada para el 30 de marzo entre las operadoras, el Gobierno Nacional y Comodoro Rivadavia.
Pero el 29 de marzo comenzó la lluvia, iniciando el temporal que dejó en suspenso el plan de lucha contra los despidos y el ajuste. Desde ese día no hay actividad en los yacimientos. Se intentó mantener una guardia, pero los trabajadores debían atender la situación de sus familias.
Así comenzó una terrible situación para la sufrida población de este centro petrolero. EL 80 % ha sufrido las consecuencias del temporal. Hay 3 mil evacuados.
Como siempre pasa en situaciones parecidas, ahí se evidenció la desidia y avaricia capitalista que durante 100 años sólo se ha enriquecido con los recursos naturales y el sudor de los trabajadores y no ha garantizado lo mínimo y elemental para enfrentar este tipo de fenómenos naturales. De la misma manera se hizo evidente la inoperancia de las actuales autoridades (municipal, provincial y nacional) que no responden con medidas adecuadas al sufrimiento de la problación. La otra cara es la actitud de los trabajadores y el pueblo más pobre, que han dado muchas muestras de una tremenda solidaridad.
Desde el PSTU no diferenciamos esta catástrofe de la otra, la que provocan los despidos. Las dos son producto de la misma avaricia de las multinacionales, permitida por el gobierno de Macri y todos los gobiernos anteriores.
Las operadoras petroleras no tienen ningún problema en despedir a miles de trabajadores, hundiendo a sus familias en la miseria, para no perder ni un milímetro de sus ganancias. De la misma manera, saquean nuestros recursos, se llevan todo y no dejan ningún tipo de obras. Y hoy ponen bajo llave sus maquinarias, que podrían ser usadas para mejorar la situación de la gente que tiene sus casas bajo el agua. Pero la avaricia no se ve sólo en las multinacionales petroleras. Mientras que los pequeños comercios de los barrios más afectados, hacían todo tipo de esfuerzos para mantener abiertas sus puertas, el Supermercado La Anónima (que pertenece a la familia de Marcos Peña, el jefe de gabinete) cerró y cuando reabrió, remarcando todos los productos, aumentando los precios.
El PSTU mantiene abierto su local para recibir y distribuir la ayuda solidaria, compañeros nuestros están en camiones atmosféricos ayudando a sacar el agua de las viviendas y estamos llamando a poner las máquinas de las petroleras al servicio de la población. Y centralmente, estamos llamando a la acción directa y a la autoorganización, al tiempo que presentamos un programa de emergencia para enfrentar la crisis.