En general, los medios masivos de comunicación, nuestra familia o amigos, nuestros compañeros de trabajo; como desde los hospitales y las escuelas; y a través de las distintas religiones se nos dice que el aborto está mal: que es matar una vida, que es un pecado.
Pero la realidad es que, a pesar de lo que se diga, de lo que transmita la Iglesia, o de que sea ilegal, millones de mujeres interrumpen embarazos no deseados. En el mundo se realizan aproximadamente 22 millones de abortos inseguros por año. Estos causan la muerte de 47 mil mujeres y la discapacidad en 5 millones.
En la Argentina, 460 mil mujeres por año también interrumpen su embarazo. Y lo que sucede es que en los países en que es legal y gratuito las mujeres pueden acceder a tratamientos médicos seguros y no se pone en su riesgo su vida. Pero en los países donde es ilegal el aborto, como en el nuestro, las mujeres pobres, que no pueden acceder a clínicas clandestinas donde pueden llegar a cobrar hasta $10 mil, mueren por recurrir a formas desesperadas de interrumpir un embarazo. En los hechos es la principal causa de muerte materna en nuestro país.
Las mujeres tenemos que poder decidir sobre nuestro cuerpo, si queremos tener un embarazo o no. A veces, más allá de toda la información y los métodos anticonceptivos que existen, lo que sucede es que no existe ninguno que sea 100% efectivo. En ocasiones las mujeres sufrimos violaciones y otras situaciones de violencia en las cuales no podemos usar ningún método anticonceptivo. En todas estas circunstancias, donde las mujeres quedamos embarazadas sin quererlo, tendríamos que poder acceder a aborto en un hospital público para evitar que sigamos muriendo por causas evitables.
La ilegalidad del aborto no reduce la cantidad sino que aumenta la cantidad de mujeres que mueren. Es completamente antidemocrático que las ideas de la Iglesia y de algunos sectores sociales de que está mal el aborto se impongan sobre toda la sociedad e impidan que el Estado sancione una legislación como la Ley del Aborto Legal, Seguro y Gratuito para evitar que las mujeres sigan muriendo.
Lo que conquistamos con la lucha
Con la lucha histórica de las mujeres, de los trabajadores, de las organizaciones sociales, de los partidos de izquierda, de sindicatos, de centros de estudiantes, se han ido conquistando muchos derechos.
Entre ellos en 2012 se logró que la Corte Suprema de Justicia reglamentara el artículo 86 inciso 2 del Código Penal, para los casos en que la mujer es víctima de una violación o corre riesgo su salud -entendiendo la salud de forma amplia no solo física sino teniendo en cuenta lo emocional y lo económico- tal que en esos casos la mujer tiene derecho a acceder a un aborto en un hospital público.
A pesar de este avance, para que se cumpliera este derecho hubo que seguir luchando. Y con la pelea se logró que en los hospitales públicos las mujeres comenzaran a acceder lentamente a interrupciones legales del embarazo. Se logró también que en los centro de salud de Capital Federal, del Conurbano Bonaerense, de Chubut y de otras provincias, se abrieran consejerías de salud sexual donde se informaba a las mujeres sobre cómo abortar de manera segura y en los casos previstos en el Código Penal se entregaba la medicación para realizar la interrupción.
El ajuste de Macri
En sintonía con sus ataques a todos los trabajadores, Macri también atacó esos derechos que tanto nos había costado conquistar. En Morón, uno de los municipios que tenía más consejerías en sus centros de salud y que entregaba medicación para los abortos a las mujeres, el nuevo intendente macrista, Ramiro Tagliaferro, echó a muchas trabajadoras de la salud que se desempeñaban en las consejerías y eliminó la entrega de medicación para abortar en los centros de salud.
Pero en el caso donde aún gobierna el kichnerismo, como sucede en Moreno, que tiene como intendente a un integrante de La Cámpora, Walter Festa, también se está persiguiendo a las trabajadoras de la salud que realizan consejerías y se impide que realicen su trabajo libremente. Esto limita el acceso de las mujeres a las interrupciones legales del embarazo.
Este ajuste y persecución, no sólo apunta a reducir el presupuesto destinado a la salud pública y así darle millones de pesos a los fondos buitre, sino también a oprimir más a las mujeres. Porque las mujeres que son forzadas a continuar embarazos que no desean, que no pueden decidir cuándo y cuántos hijos tener, que no acceden a trabajos con guarderías o jardines maternales, son mujeres que se ven atadas a las tareas del hogar, que no pueden salir de sus casas o condenadas a depender del asistencialismo y del clientelismo político.
Y esto hace que las mujeres no tengamos tiempo para pensar en cómo organizarnos para pelear por nuestros derechos, que no tengamos tiempo para participar de ningún espacio ni en organizaciones barriales ni en los sindicatos o partidos políticos. Lo que beneficia directamente al Gobierno y a las empresas, que prefieren mujeres atadas a las tareas del hogar, que mujeres dispuestas a organizarse para luchar por sus derechos.
Por todo esto, para que no mueran más mujeres por abortos clandestinos, para que no avance el ajuste de Macri, para que las mujeres empecemos a liberarnos de la opresión, debemos organizarnos en nuestros barrios, lugares de trabajo, estudio, para dar esta pelea junto a nuestros compañeros y exigirle a las centrales sindicales como las CGTs y las CTAs que tomen esta pelea en sus manos.