La indignación que generó la desaparición de Santiago Maldonado se sintió en todo el país y hasta en el resto del mundo. Poco lugar quedó donde no se hablaba del caso. La escuela pública no fue la excepción, y cuando en los cursos los docentes comenzaron a colocar el tema, el Gobierno y su ejército virtual de “trolls” salieron al ataque acusando a los maestros de “adoctrinar” a los pibes.
Pero parece que el discursito del adoctrinamiento valía solamente para un lado. La careta se cayó la última semana cuando circularon por las redes imágenes de un manual de 6to grado de la editorial Aique en donde el mandato del presidente Macri figura en los contenidos y no precisamente de manera neutral. Que “aumentó las inversiones” y que “redujo la inflación” son dos de los logros que se le adjudican al actual gobierno. Cualquier laburante que tiene un pie en la realidad sabe que esto es una farsa.
Claro que esta no es la primera vez que se ve algo así. Ya desde tiempos de Perón y Evita, varios gobernantes, tanto de la Argentina como de otros países, usaron los contenidos escolares para endulzar sus imágenes. Y esto se acrecienta a medida que crece la inversión privada en la educación, la injerencia de las empresas en los planes de estudio, en la formación de los docentes y sobre todo en el financiamiento de la educación pública. Esto es, claro, para dictar los contenidos al servicio de sus ganancias y de contener cualquier pequeño gesto de rebeldía.
La lucha empieza por rechazar este intento del Gobierno de mentirle a nuestros hijos, pero no queda ahí. Pelear por una educación pública libre de toda injerencia privada, y al servicio de los trabajadores y el pueblo es una tarea que tienen que llevar adelante todos los trabajadores. Una educación que forme ciudadanos pensantes y capaces de crítica, que forme profesionales al servicio de las necesidades del pueblo, cómo ser médicos que investiguen la cura contra las enfermedades que afectan a los más pobres, y no que investiguen como hacer para que los empresarios lucren más.