El 2 de abril fue el aniversario de la recuperación de las Islas Malvinas, ocupadas por Gran Bretaña desde 1833. Fue una recuperación corta: luego de la derrota argentina en la Guerra de Malvinas, Gran Bretaña volvió a ocuparlas hasta hoy. ¿Qué semejanzas tiene esta situación con la que vive el pueblo palestino frente a Israel?
Tanto las Malvinas (Falkland para los británicos) como Israel son enclaves: un territorio que fue robado a un pueblo o país por una potencia imperialista, expulsó a su habitantes e instaló allí una población “trasplantada” que usurpa ese territorio al servicio de la potencia que creó el enclave y se beneficia con ese robo.
Las Malvinas formaban parte de las posesiones de la monarquía española en América del Sur (el Virreinato del Río de la Plata). Al crearse una nación independiente (las Provincias Unidas y la Confederación Argentina), pasaron a ser posesiones del nuevo país.
Argentina (a través de la provincia de Buenos Aires) designó un comandante militar y un gobernador, Luis Vernet, que comenzó a impulsar un plan de aprovechamiento económico de la pesca y de cría de ganado ovino. Para ello, organizó el traslado de numerosos gauchos bonaerenses que conformaron la primera población permanente argentina en las islas (llamada Puerto Soledad). El más famoso de ellos era el Gaucho Rivero.
En 1833, Gran Bretaña invadió las islas con un operativo naval, expulsó a los pobladores argentinos y las declaró posesión británica (el gobierno de EE.UU. apoyó esta usurpación británica). Las familias y algunos soldados argentinos resistieron la invasión.
En ese momento, el gobierno argentino expresó: “El 3 de enero de 1833, las Islas Malvinas fueron ilegalmente ocupadas por fuerzas británicas que desalojaron a las autoridades argentinas allí establecidas legítimamente”. Desde entonces, nuestro país siempre ha reivindicado su soberanía sobre las Malvinas y su derecho a recuperarlas. Es un sentimiento profundamente arraigado en los trabajadores y el pueblo argentino.
A partir de allí, Gran Bretaña comenzó a trasladar pobladores británicos a Malvinas (a los que llama kelpers o falklanders). También construyó la ciudad que llamó Port Stanley, como parte de un fuerte sostén financiero para mantener esa población usurpadora.
La Guerra de Malvinas
La situación permaneció “congelada” hasta el 2 de abril de 1982: el régimen militar argentino encabezado por el general Leopoldo Galtieri realizó el operativo militar que desalojó la base militar británica y retomó el control de las Malvinas, con un gran apoyo popular a esta acción. En varios artículos, hemos analizado por qué una sangrienta dictadura totalmente servil al imperialismo realizó esta acción antiimperialista que desató la Guerra de Malvinas.
Esta gran contradicción puso a prueba a la izquierda argentina y mundial sobre qué posición adoptar en esta guerra: apoyar a Argentina, a Gran Bretaña o ser “neutral”. Estamos orgullosos que el PST-Partido Socialista de los Trabajadores (desde la más dura clandestinidad a que lo sometía la Dictadura) y la recién fundada Liga Internacional de los Trabajadores – Cuarta Internacional (LIT-CI) se ubicaron sin dudar en el “campo argentino” (como la inmensa mayoría de los trabajadores argentinos) y pusieron todos sus esfuerzos por su triunfo y por la derrota del imperialismo británico[1].
Como reconoció el propio comandante británico, Argentina pudo haber ganado la guerra. Una pésima conducción político-militar, la división de los mandos militares y de la burguesía argentina (una parte quería perder la guerra lo más rápido posible) llevaron a la derrota[2].
El sentimiento antiimperialista que expresa la aspiración de recuperar las Malvinas ha permanecido profundamente arraigado. Al mismo tiempo, los militares quedaron muy desprestigiados porque, salvo algunas excepciones, jugaron un papel lamentable y cobarde en la guerra. Una consigna popular en los ’80 decía: “Los pibes combatieron, los jefes los vendieron”.
Desde entonces, los diferentes Gobiernos intentaron “desmalvinizar” la conciencia de los trabajadores (algunos como los de Menem o Macri de una forma más directa), pero no lo han conseguido. El gobierno de Milei-Villaroel aborda el tema de un modo distinto: realizó un acto con militares el 2 de abril pero con el objetivo de reivindicar la Dictadura y que el pueblo se “reconcilie” con las FFAA[3].
Palestina y la Nakba
Palestina es habitada, desde hace varios siglos, por el pueblo palestino, dentro del mundo árabe. En ese territorio vivían sectores de otros orígenes (como un pequeño número de judíos) que coexistían pacíficamente. El territorio estuvo bajo dominio del Imperio Turco hasta 1918. Luego pasó a estar bajo control británico. En ese momento, la aspiración era constituir allí su propio país palestino independiente como estaba sucediendo con otros pueblos árabes.
En esos momentos, ya operaba el proyecto de la organización sionista internacional que, falsificando la historia, reivindicaba el derecho de construir en ese mismo territorio un Estado judío al que deberían ir los judíos dispersos por el mundo, especialmente los europeos que eran perseguidos. Para ello, debían expulsar al pueblo palestino y apropiarse de sus tierras, que pasarían a ser propiedad de los inmigrantes judíos[4].
El proyecto recibió el apoyo del imperialismo británico y, luego, del nuevo “dueño del mundo”: el imperialismo estadounidense. En 1947, la Asamblea General de la ONU, con el apoyo de EE.UU. y de Gran Bretaña y Francia (y la complicidad de la ex URSS gobernada por la burocracia estalinista) votó la creación del Estado de Israel a partir de 1948. Aunque los pobladores judíos eran una minoría, le otorgó a Israel 52% del territorio. Las potencias imperialistas miraron complacientes cómo las bandas armadas sionistas expulsaban a los palestinos de sus tierras y casas, con métodos sangrientos.
Los palestinos llaman a esto la nakba (catástrofe)[5]. Un proceso de agresión que nunca terminó, ya que Israel luego se apropió de modo directo de 72% del territorio y mantiene bajo ocupación o agresión militar permanente el restante (la Franja de Gaza y Cisjordania). Ahora lleva adelante una nueva fase: la ocupación militar de la Franja de Gaza para expulsar a su población[6].
Al igual que Malvinas, Israel también es un enclave imperialista. Es una especie de “gran base armada” del imperialismo en el corazón del mundo árabe y sus grandes riquezas petroleras. De la misma forma que el imperialismo británico mantiene una importante base militar en Malvinas.
Defendemos el derecho de nuestro país a recuperar las Malvinas en el marco de una lucha global contra el imperialismo que nos sojuzga y nos saquea. Una lucha que imprescindiblemente debe extenderse a escala de toda Latinoamérica y unirse en una sola con la de los pueblos de otros países.
En el caso de Palestina, apoyamos incondicionalmente la lucha del pueblo palestino por recuperar su territorio y destruir el enclave imperialista que es Israel. Una lucha que, para triunfar, también debe extenderse a todo el mundo árabe[7]. Peleamos contra el mismo enemigo: Milei y Netanyahu se reunieron para apoyarse mutuamente[8]. Por eso, las columnas del PSTU en sus manifestaciones llevan siempre banderas de apoyo al pueblo palestino.
[1] Ver https://litci.org/es/a-cuarenta-anos-de-la-guerra-de-malvinas/ y https://litci.org/es/los-revolucionarios-ante-la-guerra-de-malvinas/
[2] Ver referencia anterior
[3] https://pstu.com.ar/milei-y-villarruel-ensucian-la-causa-de-malvinas/?fbclid=IwAR2MtGY0DK-5V4EZF-IRTUMHNIJqgNp-yDgESuQKkphFRHmDoSasQDrXM1Y_aem_AZQo1nNS7mC9uPsYJ9OFiUghdrTrw_uByPe2Wme89oeQuau90bBH0pGt8KbLfBUCujb795yYl9jcm0M7ZkJuIPE9
[4] sionismo no es judaísmo – Liga Internacional de los Trabajadores (litci.org)
[5] https://litci.org/es/nakba-los-jovenes-no-olvidaron/
[6] Palestina resiste en medio de la nueva fase de la Nakba – Liga Internacional de los Trabajadores (litci.org)
[7] La “cuestión palestina”: punto central de la revolución árabe – Liga Internacional de los Trabajadores (litci.org)
[8] milei y netanyahu – Liga Internacional de los Trabajadores (litci.org)