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Marchar contra el FMI, Trump y todos los piratas

Macri prepara su “fiesta” en el palacio, donde recibirá a los mayores enemigos de nuestro país. El pueblo argentino, asolado por la desocupación, la miseria y los tarifazos, mira con odio. Por eso, el gobierno se ve obligado a intentar atemorizarnos con una campaña completamente antidemocrática para desalentar las movilizaciones. Debemos responder con más bronca, repudio y movilización, defendiendo nuestro derecho a manifestarnos.
Cuando se postuló para recibir el G20 en Argentina, Macri imaginaba que para fin de 2018 lo peor de la crisis ya habría pasado, que las inversiones extranjeras florecerían, las reformas laboral, previsional y tributaria ya estarían sancionadas.
Entonces, la Cumbre del G20 sería un gran acontecimiento. Las multinacionales, el conjunto de los empresarios y la mayoría de la clase media estarían contentos. Y los Trump y cía. serían recibidos con alegría por los argentinos.
Otro escenario
Las cosas no salieron así. La lucha obrera y popular, superando el freno de las direcciones sindicales vendidas, le impidió hasta hoy concretar esas reformas.
La brutal crisis financiera, con una de las fugas de capitales más grande de la historia, llevó a una crisis política donde todos los sectores patronales están peleados por su pedazo de la torta. Y la población sufre y padece los manotazos de ahogado de Macri y sus ministros. La recesión industrial llegó al 11,5%, la mayor desde la crisis del 2002. Y continuará por varios meses.
Dujovne reconoció hace días que cualquier otro gobierno que hubiera hecho lo que ellos hicieron, habría caído. Es cierto. Si no cayó es por la colaboración decidida de toda la oposición política, la burocracia sindical y la burocracia piquetera, que bajo la batuta del Papa, trabajaron de bomberos. Con la bandera de la “democracia”, llamando a tener paciencia hasta el 2019, nos condenaron al hambre y la desocupación, permitieron la entrega y el crecimiento brutal del endeudamiento con el FMI.
Debió haber caído, porque los trabajadores así lo querían, porque gran parte de los que los votaron se arrepienten, y porque hoy no representa a la mayoría de la población. El peronismo que le votó las leyes, Cristina y su llamado a la paz, el Papa y el Triunvirato lo salvaron.

La campaña de amenazas

No pueden convencer a nadie que de la Cumbre saldrá algo bueno para Argentina. Y menos asociada con el odiado FMI. El rechazo de la mayoría es un hecho. No es fácil engañar a todo un pueblo. Frente a este escenario, corrían el riesgo de que el G.20 se diera en medio de un incendio.

Otra vez, lograron la traición de la CGT, que dejó sin efecto el paro anunciado a cambio de un miserable bono que pocos cobrarán.
Necesitaron también la ayuda de Cristina, que inventó una “Contracumbre” trucha varios días antes (ver páginas centrales), para conformar a sus seguidores, para que no se sumen a la movilización de repudio.
Sin embargo, no alcanza. Por eso, encarcelaron hace dos meses a Daniel Ruiz, preso del G.20 y de Trump, luego de la reunión que realizó un Llamamiento internacional a repudiar el G.20. Fue un antecedente, como denunciaron en conferencia de prensa esta semana los organismos de DDHH agrupados en el Encuentro Memoria, Verdad Justicia.
Ahora la Ministra Bullrich invitó a los porteños a alejarse de su ciudad, militarizan las calles con 30.000 agentes de las fuerzas armadas y de seguridad bajo el mando de miles de agentes de los servicios norteamericanos, israelíes y chinos, y amenazan con incidentes. Pintan un virtual Estado de Sitio, suspenden trenes y subtes para esos días, para desalentar la participación en las movilizaciones. Publicitan las armas y vehículos recién llegadas de Israel, de China, como máquinas de muerte que podrían ser estrenadas estos días.
Como frutilla del postre, para enrarecer el clima, los misteriosos atentados. Y la cacería a militantes anarquistas sin ninguna razón y la falsa acusación de pertenencia al Hezbollah de dos miembros de la comunidad árabe (cacería y acusación que repudiamos).
Es todo un montaje, para impedir que el mundo vea las dos argentinas. La de los sirvientes de los amos del mundo, los que aceptan la colonización del siglo lXXI, de un lado. Y del otro, la de los trabajadores y el pueblo que rechazan ese camino.
Intentan fortalecerse, ahora, con la ayuda internacional. Lo que dijo Dujovne no es un riesgo del pasado. Las cosas aún pueden complicarse mucho para el gobierno, las multinacionales y la oposición política y sindical que lo ayuda.

¡Sin Miedo!

Esta campaña es la actitud cobarde de un gobierno sin apoyo, temeroso de su propio pueblo. No lo lograrán. Las luchas seguirán y crecerán. Y este mismo fin de noviembre, estaremos miles y miles en las calles de Buenos Aires y todo el país, demostrando que no hay miedo. Que vamos a luchar con alma y vida, hasta derrotarlos.