“Casta política” la palabra favorita de Milei a la hora de dar sus discursos. En cada uno de ellos hace referencia a una casta que llama a derrotar, pero ¿qué significa esto?
¿Qué es una casta?
Un sistema de castas es una estructura en la cual la estratificación de la sociedad se da desde el nacimiento y es heredada. Las diferencias entre castas son características como el color de piel, la religión, el lugar de nacimiento, el rol social. Para mantener la “pureza” de las castas suele aplicarse la regla de la endogamia, es decir, el matrimonio es entre el mismo grupo social. Un ejemplo de esto es el sistema de castas de la India, aún presente en esa sociedad, que atraviesa toda la vida política y económica de sus individuos. Determina desde sus posibles oficios, sus matrimonios y hasta su alimentación, perpetuando de forma explícita las relaciones de poder.
¿Cuál es la “casta” de Milei?
“Soy un outsider, me meto solo porque quiero terminar con esta casta política que nos empobrece”. Milei dice ir en contra del orden establecido. De los mismos políticos de siempre, que buscan fortalecer sus privilegios. Pero: ¿es consecuente esa frase hecha de su discurso con su pensamiento global y sus acciones? ¿De qué “casta” habla?
Meses atrás usaba este término para referirse a los políticos que integran las listas de Juntos por el Cambio, del Frente de Todos y hasta de los partidos que integran el Frente de Izquierda-Unidad. Sin embargo, parece que todo se modificó en el correr de los últimos días, pasando de llamar a la Larreta “comunista” a sacarse fotos con Bullrich y a justificarlo públicamente porque el ex presidente Mauricio Macri no sería, en su opinión, parte de esta “casta”.
La serpiente muerde su propia cola.
Parece ser, entonces, que su posición no es ir contra el orden ni los privilegiados de siempre. Nos deja ver que existe cierto sector que está “bien” y otro que no. La división entre lo que está adentro y afuera de su caracterización no sólo es difusa e inentendible, sino que además es laxa y movible de acuerdo a los intereses del momento y a los acuerdos políticos que pueda ir generando en pos de las próximas elecciones.
No es de extrañar que este personaje se encuentre inserto en el sistema del que, al parecer, quiere diferenciarse. La “casta” de Milei no es más que producto de las disputas entre sectores que representan los mismos intereses. Los intereses de los de siempre, los que hace siglos están en el poder: los patrones. Revindica al Gobierno de Menem que nos hundió en la pobreza, reproduce verbalmente palabras de odio que recuerdan al último genocidio militar, es misógino y, por si fuera poco, va por todos nuestros derechos. Nos quiere sumisos e indefensos, quiere desintegrar nuestras organizaciones obreras para que los acuerdos de los trabajadores dependan únicamente de la “voluntad” del dueño.
Abajo los políticos patronales: representan a nuestros explotadores.
Esta posición, esta política, no va en contra sino que, todo lo contrario, fortalece aún más el régimen capitalista imperante. El objetivo de los de arriba es sacar más ganancias a costa de nuestras vidas, sumergiéndonos en la explotación y la miseria. Un escenario cada vez más frecuente en el que nuestras victorias parciales son a través de la lucha y la organización.
No nos conformemos con simples palabras, lejos de traernos algo “nuevo” no es más que otro títere de las multinacionales para imponer en el país más ajustes y reformas. El mismo Milei menciona públicamente su adoración por Bolsonaro y Trump, emblemas de lo más corrupto del capitalismo y nada novedoso.
Es cierto que necesitamos ir en contra del sistema establecido. Necesitamos romper de manera urgente con las relaciones de poder existentes, pero la única forma de poder realizarlo es organizándonos entre la clase de los de abajo. La clase de los que nada tenemos que perder, la clase trabajadora. Sólo así lograremos imponer, a través de una revolución socialista, un sistema superior que acabe con las desigualdades. Igual que en las recientes y cercanas peleas de los pueblos de Chile, Perú, Paraguay y Colombia, las y los jóvenes tendremos seguramente un lugar destacado al frente de esa imprescindible y urgente tarea.