El intento de utilizar el 2 de abril para reivindicar la Dictadura es un ultraje a la memoria de los caídos y de todo el pueblo argentino y latinoamericano.
La vicepresidenta Victoria Villarruel impulsa un desfile militar para el 2 de abril, a 42 años de la Guerra de Malvinas1. A la vez, designó a Nicolás Kasanzew2 como titular de la Dirección Gesta de Malvinas.
Es parte de la doble política del Gobierno de abandonar el reclamo por las islas, como parte de su ubicación geoestratégica en el eje EEUU-Gran Bretaña-Israel por un lado, y por otro, negar el genocidio y reivindicar a la Dictadura Militar.
La heroica gesta de Malvinas
En el ocaso de la Dictadura, la Junta Militar invadió las Islas Malvinas con el objetivo de recuperar popularidad. Erróneamente creyeron que Estados Unidos apoyaría, o como mínimo se mantendría neutral. Es que habían servido fielmente a su amo con el genocidio (que exportaron a otros países, como parte del Plan Cóndor) y con su política económica.
Pero los EE.UU. se pusieron inmediatamente del lado de su socio histórico: no podían permitir un desafío al orden mundial imperialista. Inglaterra lanzó la recuperación, y la guerra escaló.
El pueblo argentino se movilizó masivamente para apoyar la recuperación (no a Galtieri, como se vió luego).
Se abrió así una movilización revolucionaria antimperialista que, en los hechos, iba contra la misma Dictadura. Cuando la Junta Militar advirtió su error y quiso volver atrás ya era tarde.
En medio del conflicto, se abrió una “grieta” en nuestro país.
La Dictadura “tiraba para atrás”, buscando condiciones para la rendición. Los partidos patronales rechazaban la guerra y reclamaban la “paz” a toda costa. El Papa católico Juan Pablo II visitó nuestro país para convencer al pueblo de que tenía que resignarse.
Del otro lado, la clase trabajadora y el pueblo pusieron lo que podían para el triunfo. Junto a un sector minoritario de las Fuerzas Armadas (esencialmente oficialidad baja, pilotos, semioficiales y el conjunto de los soldados movilizados que, sin preparación alguna, dieron su vida en la lucha) hicieron lo que estuvo a su alcance.
Se pudo ganar. Desde otros países de América Latina hubo ofertas de apoyo (incluso militar) que la Junta rechazó. Galtieri y los demás comandantes (y todos los genocidas cobardes) traicionaron al país. Tampoco tocaron ninguna de las empresas inglesas en el país.
No lo decimos solo nosotros, que en ese momento éramos parte del Partido Socialista de los Trabajadores, que ofreció militantes como voluntarios y se jugó al triunfo con una política independiente y de enfrentamiento a la Dictadura, como única forma de ganar.
El propio Informe Rattenbach3 es categórico en este sentido.
La causa Malvinas es un sentimiento popular, y el reclamo de la devolución por el medio que sea, es un derecho de Argentina. Malvinas y el repudio al genocidio son un patrimonio de la memoria y la conciencia.
Desmalvinizar
Todos los gobiernos posteriores a la Dictadura Militar pusieron el acento en el carácter aventurero del intento y la falta de preparación de los efectivos, con el objetivo de demostrar que jamás se debe enfrentar a los poderosos.
Como buenos gobierno patronales, buscaron de uno u otro modo, la “reconciliación” con las Fuerzas Armadas. Alfonsín, a través de las leyes de impunidad. Menem, con el indulto. Kirchner, intentando convencernos que las actuales Fuerzas Armadas nada tienen que ver con las de la Dictadura, por el hecho de haber descolgado un cuadro de Videla. No lo han logrado.
Malvinas y las luchas contra la opresión
No son cosas del pasado. Los países centrales intentan salir de la crisis mundial oprimiendo cada vez más a los países dependientes.
La invasión del imperialismo ruso en Ucrania o los crímenes de Israel actualmente en Gaza son muestras bien actuales.
Nos sentimos hermanos de la resistencia ucraniana y la heroica lucha palestina contra la opresión. Hoy ellos representan la avanzada de la pelea contra la opresión de las potencias, como sufrimos nosotros con Malvinas.
Los objetivos del gobierno
Milei y Villarruel intentan en esto, como en todo, avanzar mucho más. Son agentes tan rastreros de EE.UU. como los milicos. Vienen a completar las transformaciones económicas que los centros del poder financiero exigen. Y saben que no podrán hacerlo con una clase obrera decidida a resistir, como lo están mostrando las luchas en curso. Necesitan derrotarla. Fuerzas Armadas desprestigiadas, desmoralizadas, no les sirven para eso. Este desfile del 2 de abril busca revertirlo.
Enfrentarlos con rabia
Desde organizaciones de excombatientes ya se alzaron voces de repudio4. Es necesario multiplicarlas. Pero no solo eso. Es clave que desde todas las organizaciones obreras y populares se alce el rechazo y, de ser posible, acciones este 2 de abril que reivindiquen su verdadero contenido.