Si sólo miramos el 2018 ¡vaya que luchamos las mujeres!, no podemos decir que nos quedamos quietas, ni tampoco que lo hemos hecho solas, muchos jóvenes y hombres nos acompañaron y gritaron a nuestro lado en las calles argentinas y del mundo. Pero la sensación de muchas es que no alcanzamos a ganar, el balance necesario que nos imponen todos los diciembres tiene que servir para sacar las mejores conclusiones de una lucha que recién comienza.
Huelgas, marchas y vigilias
Era febrero y ya no alcanzaba el tiempo de las asambleas de mujeres para que intervengamos todas, la preparación del 8M se sentía potente y el sabor que nos habían dejado las jornadas de diciembre de 2017 nos decía que la lucha era claramente contra Macri, su reforma laboral y todo su plan de ajuste.
Huelga de mujeres en todo el mundo se gritaba, Huelga General decíamos nosotras, las trabajadoras en lucha debían encabezar la movilización de decenas de miles. Para desviar ese ascenso, esa lucha obrera que se llenaba de mujeres trabajadoras Macri colocó la votación del aborto legal en el Congreso, y nosotros salimos con más fuerza a las calles. Todo empezó a teñirse de verde, las más jóvenes nos enseñaron cómo se deben hacer las cosas y peleando contra todo se pusieron al frente, tomaron escuelas y universidades, llenaron los barrios y laburos de pañuelos verdes.
Millones en las calles hicimos vigilia hasta el día siguiente en el Congreso el 13 de Junio y el 8 de Agosto. De a cientos hicimos colas para “renunciar” a la Iglesia Católica al grito de: ¡¡Iglesia, Estado, asunto separado!! Seguimos peleando contra quienes quieren sacarnos derechos en el nombre de la “vida” mientras se atan un pañuelo celeste al cuello e impiden que hasta la limitada ley de educación sexual integral se aplique. Movilizamos en todo el país contra los femicidios, travesticidios y transfemicidios, porque lejos de ser realidad el ¡Ni una menos!, cada vez son más y el presupuesto para el 2019 sólo prevé $11.-/año por mujer para combatir la violencia machista. Estallamos de bronca cuando absolvieron a los femicidas de Lucía y salimos nuevamente a las calles exigiendo justicia y denunciando el carácter patronal y machista de la misma.
Hipocresía y ataques del Gobierno
La voluntad de lucha y el cuerpo se puso en la calle, pero es importante ver por qué no pudimos ir más allá.
Macri quiere, a pedido del FMI, aplicar una reforma laboral que se llevará la vida de las trabajadoras, que hundirá más en la miseria a las familias. “El feminista menos pensado” como lo llamaron algunos medios, nos reprime y persigue a las que luchamos, como a Milagro Sala o Moira Millán. Nos recorta en educación, salud, servicios sociales y subsidios, nos empuja al hambre y aunque la primera dama se saque fotos con las mujeres poderosas que vinieron al G20, nada hacen por nosotras o nuestras familias, todo lo contrario.
Quienes salimos a luchar por los derechos de las mujeres debemos enfrentarnos a los jueces y el sistema judicial corrupto, patronal y misógino, que por ejemplo mantiene procesada a Higui pero protege a Rodrigo Eguillor por ser hijo del poder. Al parlamento que aunque algunos miembros posan de progresistas, rechaza la legalización del aborto, vota el presupuesto y la reforma previsional. A la Iglesia Católica y las iglesias que quieren mantener nuestra sumisión y seguir cobrando subsidios siderales. A la maldita policía y a las redes de trata que se llevan nuestras pibas. Al FMI y a todos los gobiernos que sólo protegen la ganancia empresarial a costa de nuestras vidas.
Sigamos en la lucha y vayamos más allá
Por eso creemos que no alcanzó lo que hicimos, que aunque peleemos juntas nos debemos el debate de cómo hacerlo. Las organizaciones de mujeres que se pusieron a la cabeza de estas luchas (Ni una menos, Campaña nacional por el Derecho al Aborto, etc.) depositaron confianza en los acuerdos parlamentarios, se negaron a impulsar con fuerza la Huelga General que necesitábamos para imponer el aborto legal y nos llaman a votar bien el año que viene, mientras hacen campaña electoral para recomponer aristas desparramadas del peronismo tanto miran los votos y desinflan las luchas que la misma Cristina Kirchner llamó a que convivan los “pañuelos verdes y celestes” en el interior del peronismo.
Desde Lucha Mujer y el PSTU planteamos desde un primer momento que la clase obrera es quien debe ponerse al frente de la lucha, que lejos de huelgas femeninas necesitamos parar el país todo, por nuestros derechos. Que ninguna confianza podíamos tener en el parlamento y que había que obligarlos con lucha más radicalizada. Las centrales obreras, en las que muchas referentes hacen parte de los movimientos feministas, nos volvieron a dejar solas este 2018. Este 2019 vayamos más allá, organicémonos en nuestros lugares de trabajo, estudio y barrio para que la lucha no sea sólo una marcha en fechas determinadas. Que sean una gran Huelga General y Plan de Lucha de todas y todos los trabajadores. El próximo 8 de Marzo deberá tener este carácter y habrá que pelear para lograrlo.