Nada alentador es el panorama que nos espera en el 2016, muchos nuevos sucesos pueden determinar un año de conflictividad, en donde nuevamente los puestos de trabajo y las condiciones de seguridad van a quedar en manos de la lucha y esfuerzo de los propios trabajadores.
Todo el 2015 estuvo el fantasma de la crisis mundial, la baja del barril a nivel mundial condicionó las inversiones, las paritarias y cada puesto de trabajo estaba en discusión.
Todo este año las multinacionales como la inglesa PAE o la yanqui Chevron ante amenazas y extorsiones de dejar familias petroleras en la calle, lograron que subvencionen el barril interno o “barril criollo” como les gusta decir a los gerentes y economistas de traje que viven de nuestro esfuerzo.
Ante ninguna pérdida empresarial, menos trabajadores
Las operadoras y sus gerentes corearon todos juntos que el problema a atacar era el alto costo laboral, que sobraba personas en los yacimientos, que había que jubilar y despedir a los “boleteros” faltadores crónicos y personal que no debería estar bajo convenio petrolero.
Por presión de algunos sindicatos, esta extorsión empresarial se frenó a cuenta gotas. Las operadoras consiguieron su subsidio del Gobierno Nacional y los provinciales, pero la condición de ese subsidio era mantener o superar el nivel de producción de barriles en cada yacimiento.
Así se disminuyeron los trabajadores, pero tanto en Chubut como Santa Cruz aumentó la producción y los pozos perforados. Se estiman que son 600 menos los operarios trabajando, lo que implica más explotación y aumento del ritmo de trabajo, lo que ya ha provocado más accidentes fatales en la industria.
Un nuevo gobierno, otro interés multinacional
Si los K beneficiaron a Chevron y PAE, el macrismo quiere beneficiar a SHELL, otro sector de las multinacionales petroleras. No es casual que se haya designado como Ministro de Energía a Aranguren, ex gerente de Shell quien por años pidió un barril estable en el país (cuando estaban por encima de los 100 dólares) y ahora que los obligan a comprar el barril “criollo” a 63 o 77 dólares, y plantea volver a respetar el barril internacional de 40 dólares pero no dice bajar las naftas (una de las más altas de América).
No hay salida sino se estatiza toda la industria petrolera
La disyuntiva es clara ni con un sector ni con el otro estamos salvados. No puede ser que cada gobierno dependa de alguna multinacional en lugar de hacer política energética integral para toda la población. Los puestos de trabajo y la producción deben estar controlados por los trabajadores petroleros, las inversiones deben estar dispuestas a mejorar la calidad de vida de cada argentino.
No se podrán mantener los puestos de trabajo, ni mejorar las condiciones de seguridad e higiene si no expulsamos a las multinacionales expoliadoras, asesinas de obreros y saqueadoras de nuestros pueblos.
Debemos, desde cada lugar, impulsar la defensa de cada puesto de trabajo, llamar a al conjunto de los trabajadores y la población a que se sumen, porque con los petroleros movilizados estaremos más cerca de lograr la estatización bajo control obrero de la industria petrolera y así se obtendrían los fondos necesarios para salud, educación, viviendas y acueductos ¡Que esta crisis la paguen las multinacionales! por eso nos preparamos para un 2016 para defender lo nuestro e ir por más.