NI LOS MAESTROS, NI LOS OBREROS SOMOS DESCARTABLES

El Covid se multiplica en los lugares de trabajo

La segunda ola ya explotó. Las cifras son aterradoras. En estos últimos días los contagios no bajan de 20 mil y los muertos más de doscientos diarios. Muchísimos más que en 2020.

Desde el Gobierno de Alberto y Cristina aseguran que los contagios no se dan en los lugares de trabajo. La Ministra de Salud, Carla Vizotti, y el de Educación, Nicolás Trotta, no se cansaron de explicar que en “las fábricas y las escuelas no se contagian”, sino en las reuniones sociales y en las fiestas. Otro tanto dicen Horacio Rodríguez Larreta, Jefe del Gobierno porteño, y sus ministros. 

Ni el Gobierno Nacional, ni Larreta han podido demostrar sus dichos. Pero la realidad destruyó esas mentiras: desde que empezaron las clases presenciales los contagios se multiplicaron espantosamente.

Fueron los propios docentes y auxiliares, acompañados en muchos casos por madres y padres de alumnos quienes, desde un comienzo se opusieron a esta política criminal, incluso en contra de sus dirigentes, “oficialistas” u opositores. (Ver notas en pág. 5 ). Ante la avalancha de contagios, muertos y la bronca desde abajo, al Gobierno no le quedó otra que cerrar las escuelas, desautorizando a sus ministros que apenas unas horas antes defendían a capa y espada la presencialidad.

No solamente en las escuelas…

Pero explotó en educación con la presencialidad, y se ocultó celosamente lo que pasaba en fábricas y empresas: desde que empezó la pandemia, centenares y centenares de trabajadores contagiados o aislados. Los casi 60 mil muertos no son empresarios, son trabajadores de las fábricas, hospitales y clínicas, de las escuelas y de las barriadas obreras. 

Fue así que La Nación tuvo que reconocer que la empresa multinacional Toyota, con “protocolos del primer mundo”, tuvo que reducir un turno por tener más de 100 trabajadores aislados. Y que la línea Mitre de Trenes Argentinos se paralizó un día e implementó servicios de emergencia por contagios en secciones sensibles. Otro tanto sucedió en la Volkswagen de General Pacheco, pero la patronal los “aísla” con el 70% de su salario. También los contagios se multiplican en frigoríficos como La Huella, de zona sur, o Del Campo del Tesoro en Pilar. Gráficas y metalúrgicas como Siderca, SKF, pasteleros de La Salteña, que son de las más conocidas. Pero en las más pequeñas no es diferente. 

Por supuesto que los patrones niegan los contagios pues ellos aseguran respetar los protocolos. Mientras tanto los trabajadores tienen que viajar como ganado en trenes y colectivos, e incluso trabajar sin distanciamiento, porque así lo exigen algunas tareas. 

La complicidad de los dirigentes sindicales

La clase obrera y demás asalariados deben afrontar los abusos patronales con dirigentes de la CGT y CTA y de la mayoría de los sindicatos jugando de capataces patronales. Atemorizando con posibles cierres o despidos si se hacen “muchas exigencias” contra los contagios y por mejores condiciones de trabajo. Convalidan así los aprietes criminales de los empresarios, que además aprovechan para flexibilizar contratos y ataques a los convenios: un verdadero infierno para los trabajadores con su salud y la de sus familias en peligro. 

Tomemos el ejemplo de docentes, auxiliares, madres y padres

Los contagios se mantuvieron altos porque el Gobierno, por la presión de los empresarios, liberó cada vez más actividades y prácticamente nunca dejaron de producir las minas de oro y plata o las fábricas aunque fabricaran tornillos. 

Y entonces: ¿qué hacer? Sabemos que con 15 días de cierre de escuelas no alcanza y que mientras las empresas no esenciales sigan produciendo no bajarán los contagios. Los maestros de nuestros pibes consiguieron cerrar las escuelas por 15 días. Aunque no es la solución, es un paso. La solución sería cerrar los lugares de trabajo no esenciales hasta que nos vacunen a todos. Y esto se podría lograr juntando los reclamos de todos los trabajadores no esenciales para exigir el cierre total hasta la vacunación masiva. Se pueden hacer reuniones con los compañeros y compañeras de fábricas vecinas para coordinar acciones, organizar grupos de whatsapp, etc.  

Y el cierre de las actividades no esenciales tiene que ser con el pago total de los salarios. Los empresarios siguieron ganando plata además de recibir subsidios del estado, ¿por qué no pueden bancar dos meses a sus trabajadores sin producir? Si la vacuna Sputnik se fabricará en el país desde el próximo junio ¿por qué no esperar hasta poder vacunar a todos los trabajadores y después retomar las tareas?

Mientras tanto hay que hacer asambleas para exigir el cumplimiento estricto de los protocolos, en las empresas esenciales, para que de ese modo sean los trabajadores quienes controlen su propia salud. Y exigir además que las patronales garanticen el transporte y las licencias pagas al 100% para trabajadores de riesgo