Ante la convocatoria al “miércoles negro”, aparecieron muchos mensajes, seguramente la gran mayoría con buenas intenciones, que transformaron el original para hacerlo extensivo a todos. En las redes, decían por ejemplo, #BastaDeViolencia, así en general, o #NadieMenos.
Desde algunos sectores la pretensión del #NadieMenos fue incluir la violencia contra la mujer en la compleja cuestión de la inseguridad, amparándose en la realidad de que, en total, hay más muertes masculinas que femeninas y de que ambos problemas se agravan con la decadencia social y económica.
Por su parte, algunas organizaciones feministas rechazaron el #NadieMenos como un slogan que llevaba a los varones a ocupar el centro de la escena, a apropiarse del reclamo.
Son numerosos y profundos los ataques que están sufriendo los trabajadores y los sectores populares a causa del Plan de Macri y del imperialismo.
Pero somos las mujeres las que soportamos las groserías que nos gritan por usar un escote o una pollera que a alguien le parecen provocativos, quienes debemos aguantar que nos acusen de “maricas malas” o de “agresivas naturalmente” porque somos lesbianas –como lo hicieron estos días dos locutores de Radio Salta-, las que tenemos que cuidarnos de que no nos apoyen en el colectivo, quienes vivimos con miedo de que nos violen o nos maten, dentro o fuera de casa.
Somos las mujeres las que cobramos menos por el mismo laburo y las más pobres quienes corremos riesgos de ir a la cárcel o de muerte por la ilegalidad del aborto, las que no podemos siquiera buscar trabajo porque no hay guarderías ni jardines maternales gratuitos, pero total no importa demasiado porque el mandato social es que cada una se arreglará como pueda con sus hijos y, después de todo, siempre habrá un lugar para nosotras en la cocina o al pie del lavarropas.
Es una de las peores caras de la ofensiva de Macri y las patronales, porque el machismo, como la xenofobia o la lgbtfobia, sirven a “los de arriba” para excluir a las mujeres y a los demás oprimidos de la lucha, para dividir y explotar más a toda la clase obrera, para lucrar a costa de su sufrimiento.
Por eso, aunque no sea con mala intención, ampliando el reclamo a #NadieMenos, se diluyen el machismo, sus causas y la necesidad de librar un combate sostenido en su contra.
Todos los trabajadores, mujeres y hombres -porque los varones son padres, hermanos, hijos, novios, maridos, amigos, compañeros de trabajo o estudio y los precisamos peleando a la par- tenemos que seguir ganando las calles, exigiendo #NiUnaMenos y batallando contra toda discriminación, luchando cada vez más unidos, porque sin esa unidad no hay triunfo posible.