No a la convertibilidad o a la dolarización

La dolarización de nuestra economía capitalista sería el reemplazo del peso por el dólar como moneda de curso legal, mientras que la convertibilidad establece una paridad entre ambas monedas, pero manteniendo la circulación del peso. Es necesario recordar experiencias vividas que terminaron en desastrosas consecuencias con mayores ajustes.

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La Convertibilidad del peronismo menemista y sus consecuencias

El gobierno de Ricardo Alfonsín de 1983 a 1989 generó una hiperinflación que llegó a un 4.923%, los salarios se devaluaron un 35% ya en 1984, con desocupación del 8,4% y la economía retrocedió un 4,4% con gran recesión. Se necesitaba medio salario obrero para pagar los servicios públicos. La pobreza subió al 47,3% (INDEC), con una economía afectada por la impagable Deuda Externa.

En 1991 el peronista Carlos Menem, entrega el Ministerio de Economía al ultraliberal Domingo Cavallo, ex colaborador de dictaduras militares. Presionado por una inflación imparable en 1991, adoptó el régimen de Convertibilidad ($1.- igual U$S1.-), avalado por el FMI.

Menem, contradictoriamente con la “doctrina peronista”, privatiza las empresas del Estado entregándolas a capitales extranjeros a cambio de dólares.  Para garantizar esta «convertibilidad», el Banco Central debía mantener sus reservas de dólares en el mismo nivel que el efectivo de pesos en circulación.

La inflación bajó y el valor del peso se mantuvo un tiempo. Algunos sectores podían viajar al extranjero, comprar bienes importados  y solicitar créditos en dólares a tasa muy bajas, un festín consumista para privilegiados.

El tipo de cambio fijo, uno a uno con el dólar, permitía importaciones más baratas pero con estampida de dólares fuera del país, afectando la infraestructura industrial argentina, con aumento incesante del desempleo.

El gasto público siguió alto, corrupción mediante, y la convertibilidad impedía la emisión de billetes, por lo que se recurrió a más préstamos internacionales, creciendo la Deuda del Estado, pero el FMI concedía más préstamos. Los dólares por privatizaciones se esfumaron y las exportaciones del país no compensaban la fuga de dólares al exterior.

El aparato productivo fue diezmado, cerraron cientos de miles de fábricas,  y más del 50% de la población estaba desocupada o subocupada.

Más crisis, estallido social y devaluación

En 1999 asumió el radical Fernando de la Rúa. Creció el estancamiento productivo, con más refinanciaciones impagables de la Deuda Externa. Más crisis humanitaria, social, económica, financiera y política. Con emisión de monedas paralelas en las provincias como los bonos “Patacones” en la de Buenos Aires, y rebaja salarial a los estatales. La recesión se profundizaba, un 35% de pobreza y 20%  de desempleo aumentando.

En el 2001 se dispusieron “corralitos” de pesos y con pesificaciones de depósitos en dólares. Se llegó a un estallido social y De la Rúa y su ministro Domingo Cavallo renunciaron.

Todo esto fue producto de la convertibilidad de Menem y Cavallo, empeorada por De La Rúa.

En la emergencia asumió interinamente el peronista Eduardo Duhalde, quien impulsó una devaluación del 380% en 2002, pero convirtiendo los depósitos en dólares a $1,40. Un robo a depositantes, ahorristas y trabajadores.

El desempleo hizo estragos en la clase trabajadora,  que perdió además un 35% del poder adquisitivo.

Si esto es lo que proponen varios políticos capitalistas de derecha y por sectores del peronismo, definitivamente debe ser rechazado, pues los trabajadores y jubilados sufrirían más ajuste y pobreza  sin precedentes.

DOLARIZAR SERIA OTRA TRAGEDIA

Es también una de las propuestas de Javier Milei. ¿Cómo afectaría la dinámica económica y salarial cambiar el peso por el dólar?

  1. La base monetaria se convertiría a dólares, con un Banco Central sin reservas, con el FMI controlando.
  2. Una brutal contracción fiscal y monetaria con más caída del consumo y la inversión.
  3. Las importaciones inaccesibles y los precios aumentarían sin límites.
  • Imaginemos si se dolarizara hoy con el dólar paralelo a $480.-, como dice Milei (lo que no es posible). El salario promedio de $150.000.- serían U$S312.- y la jubilación mínima de $70.962.- sería U$S147.- pero con una Canasta Básica Total (INDEC) de $210.000.- que serían U$S437.-
  • Peor si se dolarizara a $2.000.- por dólar, que que se aproximaría más a la realidad, el mismo salario sería U$S75.- y la jubilación mínima U$S35.- llevando a la población a una indigencia masiva.
  • Una paralización casi total del Producto Bruto Interno, beneficiándose solo sectores exportadores como el campo o algunas multinacionales.
  • En países latinoamericanos que adoptaron la dolarización, como Ecuador y Panamá, los salarios se pulverizaron y afectados además por la inflación en Estados Unidos.

Ya sea una Convertibilidad o una Dolarización serían salidas para los grandes capitalistas. Para los trabajadores, una economía planificada bajo su control es la única solución camino a una sociedad socialista.