A menos de dos semanas de haberlo anunciado, el presidente Obama ordenó el inicio de los bombardeos norteamericanos sobre suelo sirio, ampliando el operativo militar que comenzó en Irak, en los primeros días de agosto.
El objetivo declarado: “Combatientes, centros de entrenamiento, cuarteles generales, instalaciones de mando y control, almacenes, centros financieros, camiones de suministro y vehículos militares” del Estado Islámico (EI) y del grupo Jorasan[1], según informó el Mando Central de EEUU.
Los ataques, aparentemente realizados en gran escala, ocurren en el marco de una “coalición internacional” que, según la Casa Blanca, involucra en distintos niveles a más de 40 países.
Es así que, en las primeras incursiones, al lado de los aviones de combate y drones [aeronaves no tripuladas] estadounidenses, también participaron aparatos de otras “naciones aliadas”, como Arabia Saudita, Emiratos Árabes, Jordania, Bahréin y Qatar [2].
Desde el mar, portaaviones norteamericanos sirven de base para el lanzamiento de decenas de misiles de crucero Tomahawk[3].
El Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH) informó que se dieron alrededor de 20 ataques norteamericanos en las provincias sirias de Al Raqa (bastión principal del EI), Deir ez-Zor, Al Hasaka, Alepo, además de alcanzar también posiciones del Frente al Nusra, la filial de Al Qaeda en ese país, en la localidad de Abu Kamal, cercana a la frontera iraquí. Además de bases militares, los aviones de la “coalición” bombardearon más de diez refinerías que, según expertos, generan entre dos y tres millones de dólares diarios al EI.
La misma fuente cifró parcialmente los muertos en al menos 70 milicianos del EI y otros 50 del Frente al Nusra. Sin embargo, este recuento es aún incierto y bien podría ser superior.
Desde la LIT-CI, como lo hemos manifestado anteriormente, rechazamos rotundamente esta agresión imperialista no sólo a la soberanía siria sino, principalmente, a la revolución popular contra el régimen genocida de Bashar Al Assad que se desarrolla en ese país desde 2011.
Reafirmamos que las reales intenciones de Obama no son ni “humanitarias” ni “democráticas”.
El principal objetivo imperialista es, aprovechando la importante “justificación” mediática que le brindan las atrocidades que comete el EI, retomar el control de toda la región de Medio Oriente. No es casual que, en ese sentido, centre sus mayores esfuerzos en Irak y Siria. El primer país fue escenario de una histórica derrota militar, en la cual EEUU tuvo que retirarse sin gloria alguna tras una ocupación directa de más de ocho años. El segundo sigue siendo la punta de lanza de todo el proceso revolucionario que, con desigualdades, sigue atravesando toda la región.
El régimen sirio está colaborando directamente con EEUU y se transformó en cómplice de los bombardeos imperialistas en su propio país, rifando la soberanía siria a cambio de permanecer en el poder.
Esto muestra, por un lado, la hipocresía de EEUU, que denunciaba al dictador sirio como “asesino” y ahora se alía con él. Por otro lado, quedan en evidencia las mentiras del régimen de Al Assad, que intentó siempre mostrarse como “antiimperialista” y ahora colabora con el imperialismo para acabar con la revolución que lo amenaza.
Al Assad y el imperialismo colaboran mutuamente
EEUU, finalmente, se involucra en el teatro de operaciones de la guerra civil siria. Y allí el rompecabezas es complejo. Sin condiciones de actuar con
sus propias “botas sobre el terreno”[4], Obama salió a buscar la fórmula para “tercerizar” el combate directo contra el EI, pues está claro que no será posible eliminar ese o cualquier otro enemigo sólo desde el aire.
Los límites de la operación hacen que esta no pase de una “contención” del EI. ¿Qué infantería ocupará los territorios controlados actualmente por el EI? ¿El ejército sirio? Al Assad está concentrando sus tropas (muy golpeadas por más de tres años de combates) en retomar el control de otros puntos más importantes, como Alepo y la propia capital, Damasco. ¿El ejército regular iraquí? Es altamente improbable que una “invasión” iraquí en Siria ocurra sin elevar al máximo todas las tensiones. ¿Las tropas kurdas? Estas mal consiguen contener al EI en su propio territorio en Irak.
Según la CIA, el EI cuenta con 31.000 soldados. El OSDH cifra sus fuerzas en más de 50.000. En las filas de los “milicianos de negro”, según informó la ONU, existen 15.000 combatientes extranjeros de más de 80 países, de los cuales entre dos y tres mil son europeos o estadounidenses.
Por lo tanto, la realidad es que EEUU está metido en otro conflicto armado de resultado dudoso. Tan incierto que el propio Obama, disminuyendo el tono de los discursos del tipo “Quien amenace a Estados Unidos no encontrará ningún refugio seguro”, tuvo que admitir ante el Congreso de su país que “no es posible conocer la duración de estos despliegues y operaciones”.
Las limitaciones políticas en su propio país y la complejidad del escenario político en Medio Oriente imponen que el imperialismo se mueva como “elefante en una cristalería”, tejiendo alianzas incómodas. La necesidad de sustentar su ofensiva contra el EI en el ejército iraquí, por más endeble que se haya mostrado, lleva a EEUU a defender a ese gobierno y lo ubica en la misma trinchera de Irán y las milicias chiíes iraquíes, que a su vez recelan la intervención de Arabia Saudita y de Qatar en el conflicto; y viceversa.
Al mismo tiempo, Obama necesita apoyarse en la fuerza militar “sobre el terreno” del Kurdistán iraquí, pero sin alentar las iniciativas independentistas de la nación kurda. Complicado.
Sin embargo, la actual ofensiva aérea sobre Siria se realiza sobre la base de un frente común entre EEUU y el régimen sirio. Los roces y enfrentamientos limitados anteriores, que la izquierda de corte stalinista usaba para galvanizar el apoyo al dictador, ahora se transformaron en unidad. Estos son los hechos. El tirano Al Assad está permitiendo los bombardeos estadounidenses en su propio país.
Muy interesado en ser visto nuevamente como un “actor importante” dentro de la “comunidad internacional”, hace tiempo que Al Assad viene ofreciendo sus “servicios” al imperialismo para aportar “cualquier esfuerzo internacional en la lucha contra el terrorismo”.
A finales de agosto, el ministro de Relaciones Exteriores de Damasco, Walid al Muallem también declaró que Siria estaba dispuesta a “colaborar con los países de la región” y que permitiría ataques aéreos en su país siempre que esta acción sea “coordinada con nuestro gobierno”.
Tal “coordinación” se demostró cierta. Cuando comenzaron los bombardeos, el ministro de Reconciliación Nacional del régimen sirio, Alí Haidar, aseguró que los ataques de EEUU van “en buena dirección”:“En cuanto a los ataques en Siria, creo que lo que ha ocurrido hasta ahora es un proceso que va en buena dirección en términos de informar al Gobierno sirio y no atacar instalaciones militares sirias ni a civiles”[5].
Confirmó, además, que:“Ha habido notificación al Gobierno sirio. Ha habido confirmación de que no atacará instalaciones militares sirias y confirmación de que no habrá ataques contra objetivos civiles”[6].
Esta realidad destroza toda la argumentación de la mayor parte de la izquierda, especialmente la relacionada con el castro-chavismo, que desde siempre apoyó al tirano Al Assad, presentándolo como un supuesto “líder antiimperialista”.
¿Qué dirán ahora los gobiernos cubano, venezolano, nicaragüense, boliviano, así como todas las organizaciones castristas y “bolivarianas”, frente a esta alianza entre Al Assad y el gobierno de Obama para bombardear territorio sirio? ¿Quiénes son, ahora, los “aliados del imperialismo”?
¡Ninguna confianza en el imperialismo!
Es posible que, en el contexto de más de tres años sosteniendo heroicamente una lucha terrible y desigual tanto contra el poderío militar del régimen sirio como con las hordas del EI, muchos combatientes rebeldes anti dictatoriales vean los actuales ataques norteamericanos como una “ayuda” para que “triunfe la revolución”. A propósito, es esto lo que los dirigentes del Consejo Nacional Sirio están diciendo: “Esto nos hará más fuertes en la lucha contra Al Assad (…)” [7].
En el marco de nuestro completo apoyo a la lucha de los rebeldes sirios, afirmamos que ninguna intervención imperialista tiene ni tendrá ese fin.
Aunque retóricamente manifieste su “oposición” al régimen sirio, la finalidad de Obama, como explicamos, no es derrocar a Al Assad. Al contrario, ahora están aliados. Aunque se enfrente al Estado Islámico, que es otro enemigo de la revolución siria, el objetivo de Obama es, en última instancia, instaurar una dictadura tan siniestra como la que imponen Al Assad y el “Califato” islámico: una dictadura colonial.
El imperialismo siempre interviene con criterios colonialistas, en el sentido de tomar o afianzar el control económico y político de los países que agrede. Nunca lo hace en favor de los pueblos.
Si el imperialismo hubiera querido apoyar la revolución siria, hace mucho tiempo y vidas hubiera entregado, incondicionalmente, las armas pesadas y la tecnología militar que las milicias rebeldes necesitan para enfrentar la dictadura de Al Assad y el EI.
Pero esta no es la intención del imperialismo. El propio Obama, respondiendo recientemente a las críticas de su ex colaboradora Hillary Clinton, descartó la idea de armar masivamente a la oposición siria:“Esta idea de que podríamos haber suministrado armas ligeras o incluso más sofisticadas a una oposición fundamentalmente compuesta por antiguos médicos, campesinos, farmacéuticos y gente así (…) siempre fue algo improbable”. La posición imperialista es clara: no es aceptable armar a una revolución compuesta y apoyada por amplios sectores populares.
En ese sentido, la actual propuesta de Obama, aprobada también por una reñida diferencia en el Congreso norteamericano, de armar a cerca de cinco mil rebeldes en Arabia Saudita destinando para ello 500 millones de dólares sería, de concretarse, una medida extremadamente limitada y ajustada al control de EEUU.
En nuestra opinión, es evidente que, en el marco de la guerra civil, es necesario y completamente justo que los rebeldes acepten las armas de cualquier gobierno, aunque estas sean mandadas con cuenta gotas. Pero esto no puede traducirse en confianza política.
Nuestra propuesta es mantener la independencia política y exigir armamento para todas las brigadas que combaten el régimen de Damasco y el “Califato” islámico, que suman juntas decenas de miles de combatientes. Todo el armamento, además, debe estar bajo control exclusivo de esos batallones, sin que exista ningún tipo de condiciones políticas.
¡Rodear de solidaridad la revolución siria!
Derrotar la dictadura de Al Assad y a las huestes del “Califato” islámico son necesidades vitales para la revolución siria.
El clan Assad oprime al país hace más de 40 años y promueve un genocidio contra su propio pueblo, aliándose ahora con el imperialismo.
El EI promueve, como hemos explicado, una siniestra dictadura teocrática en un tercio de Siria e Irak. Es un proyecto contrarrevolucionario en toda la regla que, al igual que el régimen sirio, se basa en el aplastamiento físico de todo el movimiento obrero y de masas, comenzando por las brigadas anti dictatoriales y los comités locales que luchan en Siria contra la dictadura de Al Assad.
La propaganda imperialista intenta hacer creer que esta es una lucha entre la “democracia” y la “barbarie” del EI y la dictadura siria. Está claro que el “Califato” islámico y Al Assad representan la barbarie. La mentira es que EEUU sea el emblema de la “democracia”. Pues, si de genocidios y atrocidades se trata, nadie supera a EEUU en Medio Oriente, donde desde hace décadas promueve guerras y somete a esos pueblos al más severo pillaje.
Por eso, es fundamental que toda la izquierda y las organizaciones democráticas rechacen los bombardeos imperialistas en Irak y Siria, en el marco de una amplia campaña antiimperialista que denuncie esta nueva agresión a los pueblos del Medio Oriente.
Al mismo tiempo en que rechazamos las bombas de Obama, los revolucionarios no dejaremos de combatir al lado de los rebeldes sirios y kurdos contra la dictadura siria y contra la dictadura teocrática del EI.
Desde el punto de vista militar, además de la centralización de todas las milicias anti dictatoriales en un comando único y apoyado por la red de comités locales, es fundamental la más sólida unidad entre combatientes sirios y kurdos, sean estos iraquíes, turcos, iraníes o de la propia Siria.
En los últimos días, por ejemplo, entre 2.000 y 4.000 combatientes kurdos turcos han cruzado la frontera hacia Siria para unirse a las llamadas Unidades de Protección Popular (YPG, en kurdo), que están defendiendo la ciudad kurda de Kobane (la tercera ciudad de mayoría kurda en Siria) de los embistes del EI. También se dieron casos de combatientes kurdos iraquíes que fueron a Siria con el mismo propósito. ¡La lucha contra el “Califato” islámico unifica a toda la nación kurda!
La brutal ofensiva del “Califato” contra las zonas kurdas en el noreste de Siria ha desplazado en los últimos días a más de 140.000 kurdos sirios hacia Turquía, en busca de refugio. Ellos describen cómo sus poblados fueron quemados y las centenas de asesinatos de civiles a manos del EI.¡Los rebeldes sirios y los combatientes kurdos deben unir sus fuerzas contra el EI y la dictadura de Al Assad!
Para esto, es fundamental que las direcciones políticas y militares de la resistencia siria reconozcan incondicionalmente el derecho de autodeterminación nacional de toda la nación kurda.
Más que nunca debe ser intensificada la campaña de apoyo incondicional a la causa de la revolución siria, exigiendo a todos los gobiernos la ruptura de las relaciones comerciales y diplomáticas con la dictadura de Al Assad, así como el envío incondicional de armas pesadas (aviones de combate, blindados, artillería antiaérea), medicamentos y cualquier tipo de ayuda humanitaria a los combatientes sirios y kurdos.
En el marco de esta campaña, que implica una amplia unidad de acción (política y militar), los revolucionarios continuaremos combatiendo a las direcciones patronales y traidoras en Siria, defendiendo un programa que comience por la victoria militar rebelde y se desarrolle hasta la toma del poder por la clase trabajadora y la construcción del socialismo en Siria y todo el Medio Oriente.
Para luchar por este programa, nuestra propuesta continúa siendo la construcción de un partido revolucionario e internacionalista.
[1] Organización afiliada a Al Qaeda que, en la visión de la Casa Blanca, preparaba un atentado inminente en Europa o EEUU.
[2] Tanto Arabia Saudita como los Emiratos disponen de modernas fuerzas aéreas, dotadas de cazabombarderos F-15 norteamericanos y Eurofighters, en el caso de los sauditas, y de Mirage 2000 franceses y F-16 norteamericanos, en el de los emiratíes.
[3] Los misiles Tomahawk tienen un alcance de entre 1.600 y 1.800 kilómetros.
[4] Hace pocos días, ante una platea de militares en la sede del Comando Central en Tampa (Florida), Obama volvió a prometer que “Las fuerzas americanas que han sido desplegadas en Irak no tienen y no tendrán una misión de combate”.