Al cumplirse un mes del comienzo de los ataques aéreos “puntuales y limitados” de los EEUU contra posiciones del Estado Islámico (EI, antes denominado Estado Islámico de Irak y el Levante), el presidente Obama anunció su decisión no sólo de ampliar las operaciones militares a más localidades del noroeste de Irak[1] sino de atacar zonas controladas por el EI en Siria.
En los últimos 30 días, EEUU realizó 154 bombardeos en Irak. Desde el punto de vista militar, esto contribuyó a frenar el avance del EI hacia el Kurdistán y a recuperar la presa de Mosul, a partir de la acción de tropas conjuntas de iraquíes y kurdos, el pasado 18 de agosto.
El EI, como es sabido, respondió a los ataques aéreos estadounidenses y a la ofensiva terrestre kurda-iraquí aumentando el número de crímenes atroces contra las minorías étnicas y religiosas en los territorios comprendidos en su autoproclamado “Califato” islámico.
En ese marco, la acción “yihadista” que tuvo más destaque mediático internacional fue la decapitación pública de los periodistas estadounidenses James Foley y Steve Sotloff, a manos de un verdugo de aparente nacionalidad británica. Estos crímenes, que a su vez fueron usados por el EI como una “amenaza” a Obama, en la práctica sirvieron para facilitar a los gobiernos de los principales países imperialistas la tarea de convencer a la opinión pública “occidental” sobre la necesidad de ampliar los ataques aéreos a Siria.
Es decir, el EI, que hace mucho tiempo viene actuando en Siria como la “quinta columna” de la dictadura, pues se dedica a combatir a los rebeldes y no a Al Assad, ahora también se transformó en la “quinta columna” del imperialismo. No caben dudas de que estamos delante de una criatura contrarrevolucionaria en toda la regla.
La LIT-CI, como manifestamos anteriormente, se opone a los actuales ataques aéreos en Irak y, al mismo tiempo, rechaza cualquier plan de intervención militar (sea cual fuere su forma) en Siria.
Los discursos “humanitarios” y “democráticos” de Obama son intolerablemente hipócritas, en la medida en que provienen del líder de una potencia imperialista que hace décadas saquea y promueve genocidios en todo el mundo árabe.
La “lucha contra el terror” que propugna Obama, coreado por los demás miembros de la pandilla de bandidos imperialistas y las burguesías árabes títeres, no pasa de ser una cortina de humo para esconder su real intención de retomar el control de una región en la cual, por un lado, sufrió una derrota militar histórica (Irak) y, por el otro, en el caso de Siria, está en curso la punta de lanza de un proceso de revoluciones que, con desigualdades, se desarrolla en Medio Oriente.
Las atrocidades del EI sirven al imperialismo
Como dijimos, a partir de las barbaridades que el EI comete en los territorios que ocupa en Irak y Siria (ejecuciones masivas de civiles, decapitaciones, crucifixiones, ablación y venta de mujeres como esclavas sexuales), el imperialismo reforzó su cínica campaña “humanitaria” y “contra el terror”, ahora ejecutada en mejores condiciones.
El presidente Obama, cuya “inacción” estaba siendo duramente criticada por los halcones republicanos y hasta por ex colaboradores demócratas como la anterior canciller Hillary Clinton, anunció, en vísperas del decimotercer aniversario de los ataques del 11 de Setiembre, una ofensiva “para meses, y quizás años” contra el EI, aunque aclarando que su plan “será diferente con respecto a las guerras de Irak y Afganistán”, sobre todo porque “no involucrará tropas de combate estadounidenses luchando en suelo extranjero”.
Según Obama, el operativo militar no sería una “guerra” sino una “campaña antiterrorista [que] se llevará a cabo mediante un esfuerzo firme e incansable para sacar al EI donde sea que exista usando nuestro poder aéreo y el apoyo de fuerzas asociadas en el terreno”. Consistiría en bombardear posiciones del EI, “mientras apoyamos a nuestros socios en las líneas de frente”, expresó con cautela el presidente norteamericano.
A pesar de que Obama se mantiene alérgico a enviar soldados a Medio Oriente, es notorio que existe un cambio cuantitativo. La dinámica de los crímenes y provocaciones del “Califato” islámico y la de la propia intervención aérea de los EEUU, empujan a Obama a involucrarse más y más en el terreno militar. A pesar de que, desde el punto de vista político, esta no haya sido su intención inicial.
El motivo de este “giro” hacia una política exterior más “agresiva” está dado por una variación relativa en la “opinión pública” norteamericana, altamente conmovida con el asesinato de los dos periodistas de ese país, hecho que la prensa y el gobierno de Obama supieron explotar hábilmente.
Un sondeo del diario The Washington Post y ABC News, por ejemplo, revela que 90% de los estadounidenses cree que el EI es una amenaza “seria”; 60% la considera “muy seria”. La misma pesquisa muestra que, después de los videos con imágenes de la muerte de ambos periodistas, 71% pasó a apoyar los bombardeos de EEUU sobre Irak y Siria[2]. Hace tres semanas, esa cifra era de 54%, y poco más atrás, de 45%[3].
Aprovechando esta coyuntura más favorable, Obama, que hace pocas semanas admitía “no tener una estrategia” para enfrentar al EI, cambió de actitud y ahora se muestra más determinado a “degradar y finalmente destruir” el “cáncer” que representa el nuevo “Califato”.
Sin embargo, esto no significa un cambio cualitativo en relación con la opinión del pueblo norteamericano hacia la intervención militar de su país en cualquier conflicto. Puede expresar más bien un momento de profundo impacto emocional. No ha terminado el llamado “síndrome de Irak”, provocado por la derrota de Bush en la primera década de este siglo.
Por esta razón, la táctica del imperialismo, si bien es más “agresiva”, sigue siendo cautelosa. No pasa por la cabeza de ningún líder imperialista enviar soldados de sus países a combatir directamente al EI. El plan, por el momento, es atacar “desde el aire” y “reforzar” a las tropas de los países “aliados”.
Al mismo tiempo, la palabra que más resonó en el discurso de Obama fue “coalición”. “América liderará una amplia coalición para reducir esta amenaza terrorista”, anunció ante las cámaras.
EEUU aún no puede actuar “por su cuenta” y trabaja para formar una alianza internacional lo “más amplia posible”, en palabras de John Kerry, que cuente con la cobertura de la OTAN y que permita “estabilizar toda la región”. El artificio discursivo usado por Obama para esconder esta debilidad política fue que “EEUU no puede acabar con todo rastro de maldad en el mundo”.
Hasta el momento, los norteamericanos han sumado a su propuesta al Reino Unido, Francia, Australia, Canadá, Alemania, Turquía, Italia, Polonia y Dinamarca. La última conferencia de la OTAN marchó en este sentido, incluso formando una “fuerza multinacional” con capacidad operativa y tecnología capaz de intervenir en “cualquier conflicto”. Sin duda, un intento de posibilitar futuras intervenciones militares “escondiendo la mano”.
En Medio Oriente, esta “coalición internacional” orquestada por Washington fue apoyada inmediatamente por el nuevo gabinete iraquí, ahora comandado por el premier Haider al Abadi y que tiene, como uno de sus tres vicepresidentes, a su antecesor, el polémico Nuri Al Maliki. El nuevo gobierno iraquí, después de tres meses de intensa crisis, fue aprobado por el parlamento hace pocos días.
La inestabilidad, no obstante, continúa lejos de ser superada. Los kurdos, que finalmente aceptaron integrar el “gobierno central”, dieron a este un plazo de tres meses para satisfacer sus demandas de exportar petróleo sin pasar por Bagdad, aumentar su cuota en el presupuesto nacional, y realizar un referéndum para aumentar su autonomía y definir sus límites territoriales[4].
La Liga Árabe, como era de esperar de sus miembros lacayos del imperialismo, respaldó una resolución presentada por Irak, en la que se comprometen a “coordinar y cooperar con todos los esfuerzos internacionales, regionales y nacionales para combatir al Estado Islámico y otros grupos terroristas”. Sin dejar claro en qué se traduce esto en el sentido práctico, la declaración puede servir de cobertura si algún país decide unirse a una posible acción bélica.
¡No a los bombardeos imperialistas!
¡Por la derrota de Al Assad y del “Califato” islámico!
¡Armas para que los kurdos iraquíes y para los rebeldes sirios!
Como hemos manifestado anteriormente, la derrota del EI es una necesidad del pueblo iraquí y de la revolución siria.
El proyecto del “Califato” islámico, que aplica medidas de terror que nos retrotraen a la Edad Media, es completamente contrarrevolucionario. Se trata de una dictadura teocrática terrible, que se mueve a partir de intereses petroleros y cuya consolidación presupone el aplastamiento físico del movimiento obrero y de masas, comenzando por la resistencia armada y los comités locales en Siria, que luchan heroicamente para derrocar al genocida Bashar Al Assad.
La lucha contra el EI es más urgente ahora que está comprobado que este “partido-ejército” se ha fortalecido en los últimos meses. Expertos cifran sus fuerzas en 50.000 soldados en suelo sirio; 20.000 de ellos extranjeros (de los cuales 3.000 provienen de países europeos o de los EEUU). Han tomado un tercio de Irak y controlan casi todo el noreste de Siria, siendo sus bastiones las ciudades petroleras de Raqqa y Deir ez-Zor. A esto se suman al menos 5.000 “yihadistas” del EI en el Líbano.
Sin embargo, a pesar de la extrema necesidad de derrotar al EI, sería equivocado creer que el imperialismo norteamericano es una alternativa positiva frente a sus hordas. Pensar así, aunque se los vea enfrentados militarmente, sería un profundo error. Incluso porque si hablamos de barbaridades y crímenes contra la humanidad, nadie supera a los EEUU en Irak y Medio Oriente.
Por eso, debemos decir NO a cualquier tipo de intervención imperialista tanto en Irak como en Siria, al tiempo en que nos solidarizamos y nos ubicamos en la misma trinchera de los combatientes kurdos y sirios que luchan contra las tropas del “Califato” islámico. En el caso de los sirios, como sabemos, las milicias rebeldes se enfrentan también contra el Ejército de Al Assad, muy superior militarmente.
Todas las fuerzas democráticas y de izquierda debemos rechazar las bombas imperialistas y defender la soberanía de Irak y de Siria. Al mismo tiempo, los revolucionarios no dejaremos de combatir ni por un instante la sanguinaria dictadura siria y las salvajes pandillas del EI.
Es inadmisible aceptar ninguna dictadura colonial, que es lo que verdaderamente está por detrás de los discursos “humanitarios” de Obama. Tampoco es aceptable la dictadura de Al Assad o la dictadura confesional que promueve el Estado Islámico.
Es imperioso redoblar esfuerzos para fortalecer la campaña de solidaridad internacional con la causa de la revolución siria, exigiendo a todos los gobiernos la ruptura de relaciones diplomáticas y comerciales con la dictadura de Al Assad, y el envío de armas pesadas, medicamentos y cualquier tipo de ayuda militar y humanitaria al pueblo sirio.
Es necesaria la más amplia unidad de acción (política y militar) para destruir el régimen dictatorial sirio y acabar con el pretendido “Califato” islámico, a partir de la resistencia armada y revolucionaria del pueblo sirio, actuando estrechamente con el pueblo iraquí, el kurdo y todos los demás pueblos de Medio Oriente.
En ese marco, de amplia unidad democrática y antiimperialista, los revolucionarios seguiremos combatiendo las direcciones burguesas y traidoras, en la perspectiva de que la revolución avance rumbo al poder obrero y el socialismo en toda la región.
[1]Inicialmente autorizadas para “proteger intereses norteamericanos” en las proximidades de Erbil, capital del Kurdistán iraquí, y de Bagdad, capital del país, EEUU amplió sus ataques aéreos a posiciones del EI en los alrededores de la presa de Hadiza, en la provincia iraquí de Al Anbar.
[2] Un año atrás, cuando Obama retrocedió en sus amenazas de bombardear Siria, 59% de la población era contraria a esta medida.
[3] http://internacional.elpais.com/internacional/2014/09/09/actualidad/1410287983_098978.html
[4] Recordemos que, en junio, los kurdos ampliaron su territorio al ocupar Kirkut, ciudad que alberga la segunda reserva de petróleo de Irak, en el marco de la defensa del Kurdistán ante el avance del EI y la desbandada del ejército regular iraquí.