Las reformas laborales y jubilatorias están hoy en el centro de la agenda política del mundo y nuestro país no es la excepción. Envalentonados por la victoria en las PASO, los empresarios y multinacionales presionan para adelantar las reformas tanto laboral, como jubilatoria. Así lo han expresado en la cumbre del Consejo de las Américas, que juntó a los empresarios más importantes del país y así se expresó en su reciente visita el Vicepresidente de EE.UU Mike Pence.
La excusa es simple, la lluvia de inversiones no llega porque en nuestro país “los trabajadores argentinos salen muy caros”. Y tiene el atrevimiento de decir que ésto perjudica a los trabajadores informales a la hora de conseguir empleo digno. Claro que, a la hora de dar soluciones, la suya es nivelar para abajo: acabar con todas las conquistas laborales que tenemos.
No podemos dejarlos avanzar: vienen por todo. Mientras dirigentes como Pereyra (petroleros) ya firmaron estas reformas en sus gremios, la CGT no pasa del anuncio de un Confederal para dentro de un mes. Necesitamos ya mismo que las conducciones se pongan a la cabeza para frenar a Macri. El Paro Nacional se hace más necesario que nunca, para defender las condiciones laborales.
Convenios y flexibilización: Menos derechos, más flexibilización
Macri, la patronales y buena parte de la dirigencia sindical, con la excusa de generar nuevos puestos de trabajo, están comprometidos en empeorar la situación laboral de los trabajadores del país, mediante la reducción de los derechos consagrados en los convenios, y la profundización de la flexibilización laboral. En esto ya lograron avanzar en gremios que quieren usar como modelo, como es el caso del cambio de convenio en petroleros, marítimos, etc. y este sentido va también la ley de ART votada el año pasado.
Todo ésto se anuncia con el fin de “adaptar el mercado laboral”, “mejorar la competitividad”, y demás eufemismos. Incluso, los medios alineados con el Gobierno hablan de una supuesta “cuarta revolución industrial”, que implicaría la automatización y robotización de casi toda la producción de bienes y servicios. Un cinismo de manual, ya que -mientras nos hablan de robots y modernidades varias-, lo que buscan es retrotraer décadas las relaciones laborales, pisoteando derechos ganados en duras luchas.
En los casos de reducciones de derechos en los convenios que se dieron hasta ahora, se ha buscado atacar los “tiempos muertos” (traslados, descansos), reduciéndolos o separándolos de la jornada laboral. Y las propias condiciones de trabajo, aumentando el riesgo de accidentes. Por otro lado, se apunta a introducir criterios de “multifuncionalidad”; para achicar las plantillas repartiendo tareas entre cada vez menos operarios.
Y diferentes sectores patronales, como la gerencia de Mercedes Benz, han llamado abiertamente a acabar con el plus por antigüedad.
Aportes patronales: Reducir impuestos, ampliar ganancias
En plena faena de generar “un buen clima de negocios” para atraer inversores, el Gobierno está buscando reducir las cargas sociales y demás aportes patronales, lo que además fue pedido expresamente por sectores empresariales.
Esta política va en sintonía con la quita de retenciones al agronegocio y la minería; con el objetivo de ayudar a la patronal a embolsarse buenas ganancias. La diferencia, lo que la hace peor que aquello, es que la quita de aportes patronales reduciría los fondos de los servicios sociales a los trabajadores.
Los quites de aportes ya se venían implementando en Pymes y empresas de hasta 80 empleados a través de la Ley 29640, para los puestos de trabajo por tiempo indeterminado que creasen. Pero la idea es extenderlos y profundizarlos, aunque hasta ahora no se conocen mayores detalles. Vale aclarar, aquí también, que esa ley no se tradujo en una solución al desempleo.
La cautela del Gobierno para anunciar medidas concretas, que desde los grandes medios analizan como un intento de esquivar el costo político que traerían, no puede tomarse de otra manera que como una confirmación de que la carga impositiva de la que el Gobierno quiere liberar a la patronal, iría a parar a los hombros de los trabajadores y el pueblo.
Divide y vencerás
Junto a la reforma de los convenios, se busca impulsar los contratos individuales o por empresa. Lo que en palabras simples significa que cada trabajador o cada empresa puede discutir sus propias condiciones laborales. Para cualquier trabajador es evidente que es muy distinto negociar uno solo con su patronal, que negociar con la fuerza de todos los trabajadores del sector, por eso también la reforma apunta a destruir las organizaciones sindicales.
Un punto similar que podemos encontrar en el reciente proyecto brasileño pone a toda negociación directa entre empleado y empleador por encima hasta de las leyes laborales. Esto les da la chance también de jugar con el miedo y la amenaza para poder reducir sus costos laborales, por ejemplo, reduciendo salarios a cambio de “algo” de estabilidad.
Reforma jubilatoria ¿Trabajar «hasta los 200 años»?
Otro de los aspectos de las reformas que quiere implementar el macrismo -tal vez el más perverso- es extender la edad jubilatoria. En principio, se extendería a los 67 para los hombres y a los 63 para las mujeres. Pero la idea es, junto con eso, hacer que mediante extensiones “voluntarias” de la vida laboral activa, los mayores sigan trabajando luego de esa edad.
De esa manera, no solo se ahorrarían el pagar jubilaciones, sino que además los empresarios evitarían la rotación de personal; coincidiendo con los proyectos de reducir los aportes patronales y acabar con el plus por antigüedad.
De todas las canalladas que han venido sufriendo por años nuestros mayores, esta se destaca no solo por su descaro, sino también por la lamentable nota de color que dio un diputado neuquino del PRO, argumentando que la edad jubilatoria debía elevarse porque “en el futuro, la gente vivirá hasta los 200 años”.
En su ridiculez, esta frase evidencia la idea de la patronal, de que el obrero debe trabajar hasta morir, y que una vez jubilado es un ser humano sobrante; idea implícita en el maltrato que nuestros viejos vienen sufriendo desde hace décadas.
Jóvenes, mujeres: carne de cañon de las empresas
Toda esta ecuación del Gobierno cierra más cuando cae con mayor fuerza sobre sectores como los jóvenes y las mujeres.
Los contratos basura de 3 meses (o 6 en las agencias), la obligación de hacer horas extras, la incertidumbre por sobre todo, no solamente seguirán, sino que todo indica que se va a generalizar. Vistos como el peor tipo de material descartable, las empresas solamente ven en los más jóvenes carne “fresca” para poder reventar, total después si nos accidentamos (o llegamos a quedar incapacitados o a morir) habrá cada vez menos costo que pagar y más fila afuera esperando.
Las mujeres, que cargan con el peso del cuidado de los hijos y la casa, son las más golpeadas por la implementación de presentismo, ya sea directa, o indirectamente. Se suma que en muchos casos trabajan en condiciones insalubres.
Además la reforma brasileña sienta el precedente de recortar derechos básicos como las licencias maternales.
Siendo el blanco de todos estos ataques, corresponde que nos pongamos en la primera línea de defensa y no dejemos que Macri, ni ningún político patronal, sea el resultado que fuese en octubre, ponga un dedo sobre nuestras condiciones de trabajo.
La reforma educativa es también laboral
La reforma educativa es la adaptación al sector de la reforma laboral que se impulsa, con el condimento extra del saqueo del conocimiento.
El Plan Maestro impulsa la precarización, flexibilización y el despido de los docentes, destruyendo todas las conquistas contempladas en el estatuto. Basándose en los documentos del Banco Mundial, propone que padres y miembros de la comunidad puedan opinar sobre la contratación y el despido del personal de la escuela, lo cual da lugar a todo tipo de persecución.
Como muestra, la Secundaria del Futuro que hoy se impulsa como prueba piloto en Capital Federal, y que ya está encontrando las primeras resistencias (ver páginas 5 y 14) plantea que “un 30% del tiempo de la clase esté a cargo de docentes para enseñar un contenido y el 70% restante para ‘facilitar’ el trabajo mediado por la tecnología- plataformas y educación a distancia-. Además de unilateral, el cambio busca reemplazar a la figura del docente por ‘facilitadores’ que no necesariamente sean docentes titulados y, por supuesto, por fuera del estatuto del docente.”(1) Por otro lado, con el mismo proyecto el último año seria para “experiencia laboral” lo cual no es, ni más ni menos, que los estudiantes sean mano de obra barata de las empresas y se formen para su necesidad (que siempre es obtener más ganancias).
(1) ¡Enfrentemos la reforma educativa! Material de Ademys