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No pagar la deuda y recuperar lo perdido

 

La última dictadura militar endeudó al país en forma fraudulenta y corrupta. Las investigaciones posteriores, como la del Juez Ballesteros determinaron que la deuda era una verdadera estafa. Y las estafas no hay porqué pagarlas.

Sin embargo, gobierno tras gobierno, a pesar de anunciar que “no pagarían con el hambre del pueblo”, como dijo el finado presidente Alfonsín, pagaron puntualmente esa estafa (Macri pago cerca de 21. mil millones de intereses y con el préstamo del FMI de 42 mil millones pagó deuda por más de 35 mil millones más 6300 de deuda interna) y se siguieron endeudando para pagar ese fraude. En la era Macri, el endeudamiento alcanzó cifras históricas (187 mil millones más los bonos). La mayoría de esos miles de millones de dólares entraron por una puerta y salieron por otra. Es decir no fueron a hospitales, escuelas, viviendas o salarios, se “fugaron” a cuentas en el extranjero o sirvieron para pagar los intereses de los intereses de la deuda.

Y a pesar de que se pagaron miles de millones de dólares, hoy esa deuda alcanza cerca de los 400.000 millones de dólares, el 90% de todo lo que produce el país en un año (PBI). Es como si usted tuviera que pagar con casi todo su salario un crédito de un ladrón  que se metió en su casa. Esta deuda es un fraude e impagable.

Del dicho al hecho…

Durante la campaña electoral tanto Alberto Fernández como Cristina Kirchner aseguraron “que las deudas hay que pagarlas, pero que esta vez pagarían los que se beneficiaron con ella”. Denunciaron junto con el Frente de Todos como una estafa al pueblo el endeudamiento de Macri. Millones de trabajadores entendieron que esta postura además de terminar con el gobierno de Macri, abría la posibilidad de vivir mejor, apretando a los oligarcas y no a los trabajadores y los humildes.

El FMI cerró la “grieta”.

El Congreso acaba de votar casi por unanimidad la “Ley de sostenibilidad de la deuda pública extranjera” impulsada por el peronismo, los diputados kirchneristas, y apoyada por Lavagna y el macrismo. Esta Ley que le da amplios poderes al Presidente para negociar con el FMI y los poseedores de bonos de la deuda, permite que cualquier diferendo sea exclusivamente ventilado en los tribunales de Nueva York, como ya lo vimos con el difunto juez Griesa a favor de los fondos buitres (cuando llegó a pedir la captura de la Fragata Libertad). Es decir resigna nuestra soberanía a manos de jueces extranjeros y ni siquiera será controlado por los políticos burgueses en el parlamento. Esa ley transforma en legítima toda esa estafa y robo al pueblo y establece como “prioridad” el pago al FMI. Por lo tanto no parece que vengan tiempos mejores.

Según el oficialismo, respaldado por Piccheto y la “oposición”, se logró “fortalecer al gobierno para mejor negociar” con los acreedores. Pero en realidad la renegociación significa conseguir nuevos plazos a cambio de que el gobierno garantice los pagos a partir de llevar adelante “ajustes”. La única “renegociación” posible con el Fondo significa aceptar todas sus condiciones. La suspensión de la movilidad salarial para los jubilados, las sumas fijas y la no aplicación de las cláusulas gatillo, son un guiño al FMI para demostrarle a los acreedores que con el futuro pacto social podrán “sostener” el pago de la deuda en el tiempo, aceptando firmar cualquier exigencia que empresarios, oligarcas y multinacionales petroleras o mineras exijan como reformas en las condiciones de trabajo.

¿Por qué no hay que pagar?

Ha quedado demostrado en las investigaciones que la deuda es una estafa. “Cuanto más pagás, más debes”. Solo en los gobiernos de Néstor y Cristina se pagaron 200 mil millones de dólares y la deuda externa y la interna trepó a 250 mil millones. Y Macri nos siguió endeudando. Con esos centenares de miles de millones de dólares que se fueron a las cuentas de los bancos, buitres financieros y oligarcas; invertidos en el país en infraestructura (puertos, energía, vías férreas y caminos, etc.) escuelas, hospitales, viviendas, salarios dignos para nuestros abuelos, obreros y trabajadores, etc. tendríamos otro país,  con industrias, y agroindustrias, otra economía, sin desocupación…

¿Pero qué pasa si no pagamos? ¿Nos invaden, nos aíslan, salimos del mundo? Nada de eso. En el 2001 tampoco se podía pagar, Rodríguez Saa suspendió los pagos y no se pagó por tres años y no pasó nada. Al contrario, fueron los “mejores años de Néstor K”. Los argumentos de que vendría una catástrofe si no pagamos lo utilizan justamente quienes hacen muy buenos negocios con las renegociaciones eternas de las deudas impagables. Es el chamuyo de los banqueros y empresarios, políticos e intermediarios de las multinacionales y buitres.

El gobierno de Alberto y Cristina no debería renegociar los pagos de una deuda mil veces ya pagada. No debería condenar a los trabajadores, los jubilados y los humildes a una mayor decadencia e inevitable miseria aceptando las condiciones que imponen esos empresarios nacionales y multinacionales. Muchos países en la historia (incluso EEUU) han dejado de pagar sus deudas externas.

¡No debemos pagar ni un dólar más!

El pueblo ya no puede hacer más sacrificios.  Por eso desde el PSTU opinamos que no hay que pagar ni un dólar más y romper con el FMI, para poner todos esos recursos en un plan que reconstruya el país y de solución a los problemas que sufrimos los trabajadores y el pueblo. No le pedimo a Alberto Fernández que haga esto.

Pero sí le pedimos solo que haga lo que dijo en su campaña: primero crecemos y después vemos. Por eso, le reclamamos la inmediata suspensión unilateral de los pagos y la implementación de una serie de medidas inmediatas para salir de esta insoportable situación. Invitamos a quienes han votado por este gobierno, a reclamar que se pare toda renegociación de la deuda. Que se pare con esta estafa. Que se suspenda el pago de la deuda externa. Primero está el pueblo y sus necesidades. Los sindicatos, centrales y dirigentes sindicales deben rechazar cualquier “Pacto Social” con los empresarios y que reclamen lo mismo.

Algunas medidas para salir de esta situación

En primer lugar el pueblo debe recuperar lo perdido en estos últimos años, con un inmediato aumento de salarios y jubilaciones. Reincorporación de todos los despedidos y prohibición de nuevos despidos. Retrotraer las tarifas y los precios al nivel de 2015.

Estas medidas inmediatas se deben complementar con la nacionalización de los bancos y todo el sistema financiero bajo el control de los trabajadores para terminar con las “fugas” de capitales. También se debe estatizar los grandes latifundios y la comercialización (exportación) de toda la producción agropecuaria: ¡no más monopolios que se quedan con lo dólares y en manos de multinacionales y oligarcas para especular! Nacionalización de la Energía y terminar con los negociados de las petroleras y multinacionales.

Estas medidas servirían para ir recuperando nuestra soberanía y luchar por nuestra Segunda y definitiva independencia, llamando a todos los pueblos de Latinoamérica a pelear en forma unida, como hicieron los patriotas y el pueblo que lucharon contra el imperio español para lograr la segunda independencia, esta vez del imperialismo yanqui y sus socios de toda América Latina..

Desde algunas organizaciones políticas, sindicales y sociales se han comenzado a encarar algunas tareas para exigir la suspensión del pago de la deuda externa. Es necesario ampliar y profundizar ya mismo una campaña masiva, de unidad de acción amplia, para esclarecer la verdad sobre la deuda, exigir a las centrales sindicales un debate en todo el movimiento obrero, con asambleas y reuniones sobre la deuda y medidas para reclamar la suspensión unilateral (o “moratoria”, como hace años levantó la CGT) y reclamar al gobierno que detenga toda renegociación.