Luego de varios días de terapia intensiva, por un problema pulmonar que en el Hospital Muñiz intentaron infructuosamente descubrir, falleció nuestra compañera Gaby.
Con 47 años, se había sumado a la militancia en las históricas jornadas del 2001. Madre de dos hijas –Nahir y Malena- que hoy nos acompañan en el PSTU, tuvo que enfrentar el temprano fallecimiento del padre de las niñas. Como tantas trabajadoras, fue cabeza de hogar, sostuvo y educó a sus hijas. Y encontró tiempo y agallas para dedicarle a la militancia revolucionaria.
Activista docente y luchadora –“guerrera”, como la definíamos todos-, era actualmente prosecretaria gremial de SUTEBA Matanza.
A continuación, un recuerdo de Roberto García, compañero de militancia de Gaby.
Un recuerdo me golpea el pecho. En las históricas jornadas de diciembre del 2001, Gaby con la cara tapada y los ojos rojos por los gases protegiéndome y gritándome que me vaya para atrás, mientras tiraba piedras y cuidaba la columna del SUTEBA Matanza.
Asi era… preocupada e inflexible por las disputas en llevar adelante la política de clase en las marchas del Ni una menos y los Encuentros de la Mujer.
Para sus alumnas era una referencia, era una profesora diferente, era el refugio frente a la violencia, el abuso o la marginación.
Corazón morenista que se enojaba pero nunca se iba, polémica ardiente, con razón o sin razón, siempre estaba dispuesta a contribuir a su partido. Alma roja.
Los compañeros de otros partidos la respetaban, porque era franca y frontal, apasionada hasta con la enfermedad que la consumía. Todo avance de la burocracia en su escuela o en su querido corredor de Villegas era personal; y volvía y volvía a la carga.
Hoy se nos llenan los teléfonos de recuerdos y anécdotas, como se nos llena el corazón de orgullo porque es nuestra, de su y nuestro partido, el PSTU.
El dolor enorme que sentimos como revolucionarios no nos agota ni nos pone de rodillas. No se termina nada. Los revolucionarios no tenemos cielo, a ese cielo lo queremos en la tierra, pero tenemos historia, tradición, que la hacen no solo los viejos maestros, la hacen los trabajadores con sus luchas y sobre todo esa rara raza de lo que somos, los que queremos que el mundo deje de ser así.
Ya no estás con nosotros, y eso es inexorable. Pero tu equipo, tu zona, tu partido, llevan de vos algo tangible, material: el ejemplo que se traduce en acción.
Y no vamos a bajar los brazos. Como nuestros muertos y como vos en otra medida no los bajaste.
Hoy no tenemos consuelo. Mañana la seguimos, tu recuerdo nos empuja.
Gaby: ¡Hasta el socialismo, siempre!
Roberto