Quienes decidimos ser mamá coincidimos que es una hermosa experiencia de vida. Todo el tiempo deseamos estar con nuestros hijos para protegerlos, pero cuando bajamos a la realidad a las trabajadoras nos resulta muy difícil.
Muchas compañeras sueñan con no tener que trabajar para poder estar más en casa, pero las mujeres tenemos derecho a tener un trabajo que nos permita independencia económica y, por ejemplo, a poder estudiar, hacer deportes o pasear, sin para eso tener que renunciar a ser mamás.
Desde que quedás embarazada sos una carga para la empresa, muchas veces hasta te despiden al enterarse. Si tenés la “suerte” de mantener el trabajo, te usan para producir al mismo ritmo todo el embarazo, porque es la única forma de poder tomarte dos meses para disfrutar de tu hijo. Al volver, te invade la angustia ya que es difícil encontrar quién se quede con ellos. Buscar niñera, un familiar o una vecina se nos hace difícil, ya que nuestro sueldo siempre es muy bajo, ni que decir para las que tenemos más de un hijo. Muy pocas fábricas tienen guarderías, y algunas te piden un recibo legal para pagarte un “plus” que no cubren el gasto total. Si la que se queda con los chicos es la vecina, chau plus.
Si los chicos se enferman no tenemos licencia paga para quedarnos: en la Alimentación, por convenio, solo contamos con 10 días en todo el año y según la fábrica te hace perder los premios. Qué ironía que hace pocos días la Justicia le permitió a la diputada Margarita Stolbizer cambiar la fecha de su audiencia para ir a Río a ver a su hijo participar de los Juegos Olímpicos. Y nosotras perdemos un montón de plata si faltamos porque están enfermos, además de que somos vistas como malas trabajadoras. ¡Ella es una madraza y nosotras unas vagas!
Como si fuera poco, hay que sumar todos los gastos que los chicos implican: desde pasajes hasta comida, teniendo en cuenta que en la mayoría de los casos somos las peores pagas.
En las fábricas hacemos los trabajos manuales, repetitivos y muy pesados que nos dan un cansancio muy grande, que no se alivia al llegar a nuestras casas, ya que nos toca hacer el trabajo de ama de casa. Cae sobre nosotras por la presión de que somos mujeres.
Entonces muchas tratamos de trabajar en el turno noche, porque es mejor pago y nos da la posibilidad de quedarnos en el día para no pagar niñera. Un sacrificio enorme, donde descansamos sólo de a ratos. Y así transcurre la semana: implorando que llegue el franco, en que nos ponemos al día con la casa y los nuestros.
Para que esto cambie debemos organizarnos en nuestras fábricas y exigirle a nuestro sindicato que peleemos por los derechos de las madres obreras.
¡Basta de regalar nuestros cuerpos para que los patrones vivan de él, mientras nosotras solo sobrevivimos y extrañamos a nuestros hijos!