El estado no nos protege de la discriminación laboral y social, de las violaciones y femicidios; no garantiza trabajo, vivienda, salud ni educación. Y, además, nos agrede.
Ejemplos sobran: Melody, una adolescente amiga de Melina Romero, testigo de su violación y asesinato en 2014, fue revictimizada, maltratada, por policías y jueces aunque era menor de edad y había pasado por una situación terrible; ahora enfrenta una causa por falso testimonio, mientras el crimen de Melina sigue impune; Higui está presa por defenderse de sus abusadores y atacantes.
Cuando una mujer se decide a denunciar, le dicen que no hay plata para cuidarla, que no pueden poner un patrullero para cada mujer que sufre violencia. Pero Macri y los gobernadores, pueden gastar millones en equipar a la policía y gendarmería para reprimir protestas. Quieren meter el ajuste a palos, como hicieron esta semana en Santa Cruz con los estatales que reclamaban para cobrar sus sueldos.
Paralelamente, las fuerzas de seguridad son mafias con uniforme. Hace pocos días siete policías de la Bonaerense fueron detenidos por amparar a una red de trata y un octavo está prófugo.
La respuesta de sectores de la población es organizarse para autodefenderse. En los barrios se construyen redes de mujeres y hay agrupaciones feministas que empezaron a dar clases de artes marciales.
A Badaracco, el asesino de Araceli Fulles, no lo encontró la policía, por el contrario, ¡lo tapó durante un mes!¡Lo descubrió una red de mujeres!
La defensa propia es un derecho y una necesidad. ¿Por qué no lo plantea casi ninguna organización política, por qué no lo levanta el resto de la izquierda?
Esto no significa dejar que el Estado se lave las manos, o no reclamarle ni denunciarlo más.
Pero queremos seguir vivas si nos ataca un violento, tanto como si nos reprime la policía o la gendarmería por participar en una protesta. Queremos estar preparadas para reaccionar como los docentes y estudiantes de la ENAM de Banfield, que rompieron el vidrio de un patrullero para rescatar a un pibe que la policía se llevó a la salida de la escuela, presuntamente buscando a unos ladrones.
Los sindicatos y centros de estudiantes deben tomar de inmediato la responsabilidad de educarnos en la autodefensa, para que los trabajadores podamos ejercer ese derecho elemental.