Los resultados de la PASO produjeron una fuerte conmoción política y una importante crisis en el Gobierno. El Frente de Todos (FdT) perdió a nivel nacional y en casi todos los distritos del país pero la derrota más impactante e inesperada fue la de la provincia de Buenos Aires (PBA), donde se concentra la mayor parte del voto obrero y popular del peronismo.
El “no voto castigo”
Las PASO expresaron un contundente castigo al Gobierno que tuvo distintas manifestaciones. La más significativa fue la abstención, ya que según recientes estudios, casi 900.000 personas que no fueron a votar en PBA habían votado al FdT en el 2019. (1) La mayoría pertenecen a las barriadas más pobres del Gran Buenos Aires que históricamente votaban al peronismo y en los últimos años al kirchnerismo. En ese sentido se puede decir que el golpe le impactó de lleno a Cristina, que fue la principal derrotada, ya que es la que aporta el mayor caudal de votos en la alianza gobernante.
La apatía y desinterés previos a la elección eran los datos más llamativos que surgían de los diálogos en fábricas, lugares de trabajo y barrios populares. Eran quizá la expresión velada del desencanto y la bronca del pueblo trabajador con un Gobierno que prometió revertir la política antiobrera y entreguista del macrismo, pero viene privilegiando los intereses de los grandes empresarios y los acuerdos con el FMI. Esto se puso en evidencia con toda crudeza al estallar la pandemia.
Después de una breve cuarentena un poco más estricta se impuso rápidamente la “fase empresarial”, como venimos denunciando. Centenares de miles de trabajadores fueron obligados a volver a producir y contagiarse para garantizar las ganancias empresarias que eran las verdaderamente “esenciales”. Para quienes se quedaron sin ingresos sólo hubo un miserable IFE y otras ayudas sociales paliativas pero totalmente insuficientes. Las vacunas llegaron tarde y eso costó decenas de miles de muertes evitables. No faltó tampoco la brutal represión en los barrios populares y de la toma de Guernica para garantizar la propiedad privada de los ricos.
Para los empresarios por el contrario hubo millonarios subsidios como los ATP y ninguna sanción a los que suspendieron y despidieron violando el DNU que lo prohibía. Otra decepción fue el retroceso con la expropiación de Vicentín, pese a su millonaria estafa. El cuadro de los privilegios e impunidad de los ricos y poderosos y sus representantes políticos se completó con el vacunatorio VIP y la fiesta de Fabiola.
La derrota del FdT en síntesis, es el castigo que recibe ante tanta injusticia y padecimientos infligidos al pueblo trabajador.
Crisis, tregua y ¿después?
Pocos días después de las PASO, ante la resistencia de Alberto a hacer los cambios en el gabinete que le reclamaba Cristina, estalló la crisis. La tensión fue en aumento desde las renuncias en cascada de ministros kirchneristas, la convocatoria de una marcha del Movimiento Evita en apoyo de Alberto y las declaraciones de gobernadores, intendentes y la CGT cerrando filas con él hasta la carta de Cristina que puso blanco sobre negro las condiciones para un acuerdo. Finalmente se pactó una tregua con los cambios en el gabinete, pero en el medio no faltaron episodios tragicómicos como el audio filtrado de la diputada Fernanda Vallejos.
La llegada del médico tucumano Juan Manzur a la jefatura de gabinete generó desconcierto e irritación en sectores feministas y en la militancia kirchnerista, dado su frondoso prontuario antiderechos (2). Y detonó incluso la renuncia de Cecilia Marchan, funcionaria del Ministerio de Géneros y Diversidad. El desembarco de Aníbal Fernández y Julián Domínguez en el Gobierno y de Martín Insaurralde en el gabinete de Kicillof tampoco concita gran entusiasmo popular, pero completa el sentido del cambio. Todos ellos son políticos experimentados, con buena relación con el aparato del PJ, los gobernadores e intendentes, y muestra que Cristina busca fortalecer la alianza con ellos para tratar de recuperar los votos que se le fugaron al FdT.
La irrupción destemplada de Cristina puede tener dos lecturas. Por un lado, la más evidente es la urgente necesidad de un “golpe de timón” ante la posibilidad de una nueva catástrofe electoral en noviembre. Pero por otro también expresa probablemente la necesidad del kirchnerismo de empezar a despegarse de la gestión de Alberto y preservarse como eventual alternativa para el 2023.
Noviembre y sus incógnitas
El Gobierno viene lanzando en las últimas semanas una batería de medidas y anuncios económicos para intentar “poner plata en la mano de la gente” y con eso revertir el resultado en las elecciones definitivas (aumento del salario mínimo y los planes sociales, posible nuevo IFE, subsidio estatal para registrar empleadas domésticas, elevación del piso para el impuesto a las ganancias, etc.). En realidad quizá la principal medida pasó inadvertida. El Gobierno decidió incluir los U$ 4.300 millones de los Derechos Especiales de Giro (DEG) enviados por el Fondo al presupuesto 2021 con un artilugio contable. Seguramente una parte al menos de ese dinero será volcado en la campaña. ¿Les alcanzará con esto para ganar al menos PBA? Veremos. Las medidas anunciadas no dejan de ser paliativos para una situación de miseria y crisis muy grande que no se pueden revertir en los marcos de los acuerdos con el FMI. También hay mucha bronca y descreimiento, pero se pueden recrear algunas expectativas y también puede pesar el voto útil y la idea de no darle otro triunfo al macrismo.
La oposición patronal salió fortalecida de las PASO. Juntos por el Cambio (JxC) se encontró con un triunfo en el que ni ellos creían, sobre todo en PBA. La realidad es que su votación fue prácticamente la misma que en las últimas elecciones e incluso perdió 20.000 votos en CABA, su bastión. Capitalizó sí en parte algo del voto llamado “independiente”, que fluctúa en cada elección, de sectores medios y también minoritariamente de trabajadores que equivocadamente usaron a JxC para castigar al Gobierno. Por otro lado el resultado de las internas consolidó el liderazgo de Horacio Rodríguez Larreta y parece haber saldado por ahora sus disputas. Milei por su parte, confirmando los pronósticos, se consolidó también como alternativa de derecha en CABA con una buena elección.
El Frente de Izquierda de Trabajadores – Unidad (FIT-U) hizo una muy buena elección y se ubicó como tercera fuerza a nivel nacional y en PBA. Tuvo picos muy altos como en Jujuy (23%) donde encabezaba un recolector de residuos, Chubut (9%) donde fue candidato nuestro compañero Daniel Ruiz. Y a diferencia de anteriores elecciones, sus votaciones más altas en el GBA fueron en los distritos de mayor composición obrera, como La Matanza, Presidente Perón o Florencio Varela donde en general superó el 6 % y casi duplicó la elección de las PASO 2017. Esto refleja que una franja minoritaria pero significativa del pueblo trabajador optó por una alternativa de independencia de clase. A esto habría que agregar las votaciones de otras listas de izquierda que no lograron superar el antidemocrático piso de las PASO.
Los luchadores obreros y populares tenemos planteados varios desafíos en las semanas venideras. Por un lado seguir disputando el voto de más trabajadores/as para el FIT-U contra todos los partidos patronales. Por otro y fundamentalmente impulsar junto a nuestros compañeros/as de trabajo, estudio o de los barrios la autoorganización democrática para superar la traba y traición de las burocracias sindicales y piqueteras, y arrancar las soluciones que necesitamos urgentemente. Es necesario pelear por un verdadero plan de emergencia obrero y popular e ir construyendo la nueva dirección que necesitamos para lograr imponerlo.
NOTAS
1- https://www.elcohetealaluna.com/el-desenganche/(26/9/2021)