Tromba es una fábrica de bombas centrífugas industriales ubicada en Avellaneda. Sus ganancias son fabulosas, al punto que con la facturación de un día le sobra para pagar los salarios de sus obreros de todo el mes.
Hay en la empresa una larga tradición de lucha, a través de la práctica permanente de la asamblea de fábrica para tomar todas las decisiones con delegados combativos.
Aunque los últimos años los delegados nuevos han sido más afines al Sindicato, esa tradición se mantiene.
A fin de año se peleó por un premio de planta, que fue debatido en asambleas.
La empresa busca ajustar
Tiene el objetivo de bajar los salarios, acercándolos al nivel de convenio. Y producir lo mismo o más con menos obreros. Para eso, intenta borrar esa tradición democrática y de lucha.
Hace días se anunció en asamblea que en breve la UOM presentaría una convocatoria a elección de delegados de planta.
En ese marco, se produjo el despido de Matías, con 18 años de fábrica, un compañero que tiene participación en las asambleas y defiende esa tradición que la empresa pretende liquidar.
El martes 30, recibió la comunicación de que estaba despedido, sin causa ninguna.
Resistir en defensa propia
Los compañeros quedaron sorprendidos. “Matías es un buen trabajador, no falta, cumple. ¿Por qué el despido?”. “Si lo echan a él, estamos todos en riesgo”.
La reacción no se hizo esperar. Quedó firme el compromiso: “mañana no se trabaja”.
El miércoles no dejaron entrar a Matías. El conjunto de la fábrica se reunió en el vestuario y allí se quedó: el paro estaba lanzado.
Mientras tanto, delegados de otras fábricas avisados por Avanzada Metalúrgica, la agrupación de la que participa Matías, fueron llamándolo en apoyo y comunicándose con el Sindicato para preguntar qué se haría en su defensa. Desde otras seccionales, incluso del interior del país, fue llegando la solidaridad.
La conducción de la UOM Avellaneda tuvo que hacerse cargo, y convocar a la Secretaría de Trabajo. En la empresa, reclamaron la reincorporación, denunciando por acta que se trata de una persecución y una actitud antisindical.
Luego de eso, el sindicato llamó a los obreros a deponer el paro, pero los compañeros no aceptaron: hasta la audiencia y un resultado positivo, seguía la medida.
Un primer round
Al otro día, en audiencia, la empresa se presentó en Conciliación Voluntaria, reincorporando a Matías por 15 días. A la salida, con la presencia de algún delegado solidario de otra fábrica, la alegría era grande: “lo logramos”.
No confiar en las negociaciones: se gana luchando
Con la conciliación, la empresa ganó tiempo ante la reacción obrera. Pero no puede aceptar el desafío que le pusieron los obreros, al defender a Matías. Para Tromba, se trata de definir quién manda: si la patronal o los trabajadores.
Al fin de la Conciliación, mantendrá el despido. Por eso, los 15 días tienen que servir para tensar la pelea, para prepararse para el siguiente capítulo.
No se puede confiar en que el Sindicato resolverá las cosas. Si ni siquiera logró en la conciliación el pago de las horas caídas.
Se necesita una nueva asamblea que ratifique la decisión de no aceptar el despido, el pago de las horas caídas en un conflicto provocado por la empresa, así como una campaña solidaria de todos los metalúrgicos y otras fábricas.
Junto a eso, la Convocatoria a elección de delegados ya fue anunciada oficialmente por el actual delegado en asamblea. Es preciso reclamar al Sindicato que la concrete inmediatamente, para que se abra el proceso eleccionario, permitiendo la postulación de todos los compañeros que quieran hacerlo.
Lo esencial es comprender que la lucha no está ganada, al contrario. La conciliación fue un recurso de la patronal para frenar la pelea y enfriar. Para eso son las conciliaciones. Y que lejos de confiar en que las cosas se resolverán en los pasillos de la Secretaría de Trabajo, habrá que obligar a la empresa a la reincorporación definitiva. Cuanto mejor se prepare la lucha durante la conciliación, habrá mayores posibilidades de imponer a la patronal una solución favorable a los trabajadores.